Capítulo 25

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Yo también lo presentía y no soy de creer en esas cosas para nada. Pero si, Noah actuó un poco sospechosa con las preguntas. Y, para ser honesto, ninguno de los dos tiene experiencia en interrogatorios, pero lo estábamos llevando bastante bien.

Me adelanté y abrí la puerta, dando el primer paso dentro de la oficina. Sarah me siguió y cerró tras ella.

-Wow, que elegante- soltó.

Tenía razón.

Había un gran escritorio color blanco muy ordenado con lapiceros, apenas una carpeta y computadora con el teclado. Tenía una silla haciendo juego detrás de el. Un sillón del mismo color con un mesa ratona y un vino abierto con una copa vacía al lado. Un mueble con varios cajones detrás del escritorio junto a la gran ventana. Y lo que parecía un armario en gris.

Me acerqué detrás del escritorio e inspeccioné un poco ese mueble, hasta que escuché una especie de sonido extraño, algo chocando con la madera.

-¿Pusiste un repetidor en el escritorio?- pregunté, sin si quiera voltear a mirarla.

-Oliver...- habló cansada.

-¿Si o no?- me di vuelta, ahora así mirándola serio.

Suspiró.

-Si, y no lo pienso sacar, así que...

-Bien hecho- la interrumpí.

Abrió la boca sorprendida antes de volver a hablar.

-¿Quién eres y qué hiciste con el chico que le agarraba un ataque de pánico con la palabra "hackear"?- se cruzó de brazos sonriendo.

Quise devolverle el gesto. Porque, era verdad. Pero, no podía poner demasiadas restricciones ya. Había cosas que simplemente servían por más... ilegales que sean. No digo que esté bien, pero es un caso complicado, intento ceder lo más que puedo.

-Solo... revisa el armario, yo me quedo aquí- le dije y ella asintió.

Me acerqué más al escritorio y abrí la carpeta, había solo información de la inauguración.

Abrí el primer cajón de la izquierda y dejé de tocarlo asqueado.

-¿Por qué necesita condones en una oficina?- solté la pregunta al aire, al ver... muchísimos dentro del mueble.

-Hay algo extremadamente erótico en que te den duro contra un escritorio- me contestó Sarah con simpleza- Es porno básico.

Cerré el cajón con el codo y abrí el segundo y levanté una ceja.

-Tiene los papeles del divorcio con Mario- los agarré, era un pila bastante alta. Me senté en la silla y Sarah vino caminando, hasta estar parada junto a mí. Agarró su celular y prendió la linterna para ver mejor. Pasé algunas hojas, al no ver nada fuera de lo común, hasta que me detuve- Le corresponde más de la mitad de Rosè L'amour- aseguré.

-¿Y si robo el maletín ella para vengarse?- pensó Sarah- Mario, no va a querer que su ex se quede con su negocio- le sacó una foto a esa hoja y continuó pasando.

-La pregunta es ¿Por qué tiene que quedarse con más de la mitad?- nada cuadraba- No debería quedarse con nada, en realidad. Rosè L'amour, fue fundada años antes de que se casaran.

-Lo averiguaremos- aseguró ella.

-¿Tu encontraste algo?

-Es un armario normal, de ropa, bolsos y zapatos- contestó- Pero... si había algo raro- siguió sonriendo- Esto- me lo mostró.

La miré confundido, casi al borde de reírme.

-¿Un labial?- negó con la cabeza. Y le sacó la tapa- Un pen-drive- corregí bastante impresionado.

-Este bebé puede tener cualquier cosa, así que...

-Creí que la había trabado bien, está un poco atascada- se escuchó desde afuera la clara voz de Noah internado abrir la puerta.

Mierda. Nos miramos con Sarah, aterrorizados.

Agarré los papeles y los puse de nuevo en el cajón, quizás más desordenados de lo que estaban, pero cerré y me levanté se la silla.

-¿Qué hacemos?- susurré al borde del colapso.

-La ventana- señaló ella.

No dudé y ella tampoco.

Abrí el vidrio y me dejó salir antes. Lo hice sacando ambas piernas y saltando los pocos metros hasta el piso. Caí sobre mi hombro derecho, creo que dolió, pero en ese momento, la adrenalina, no me lo permitió sentir.

Ví saltar a Sarah, caer perfectamente de pie y flexionando las rodillas para amortiguar el golpe. Me extendió una mano y me levanté con torpeza.

Empezamos a correr. No sabíamos exactamente hacia donde, pero era una especie de callejón. Segundos después, salimos a una calle bastante principal y nos apoyamos, cansados sobre uno de los árboles plantados en la vereda.

Estaba demasiado agitado y ella también. Respiramos con dificultad un tiempo, hasta que empezó a normalizarse el aire.

Cuando creí que estábamos cien por ciento fuera de peligro y con tranquilidad, miré bien el árbol.

Me separé con rapidez, asustado.

-Sarah, quítate la ropa ya mismo- empecé a desabotonarme la camisa.

-Ok... Oliver Twist, creo que ya te estás  pasando de la confianza- bromeó.

-Eso que sobresale del árbol es un hongo... muy venenoso- ignoré su comentario, sacándome la camisa por completo y tirándola al suelo- O te sacas todo, o se te quema la piel. Tu decisión.

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