Capítulo 3

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Esperé a Sarah en la puerta de salida del edificio. Así nos habían dicho. Nos habían separado a los que estarán a cargo de "lo manual" (o sea, yo) y de "lo físico" (o sea, Sarah).

Me dieron algunas primicias de una investigación que había empezado el investigador privado que había contratado Mario, y nos explicaron algunas cosas, pero no mucho más.

Entre todos los chicos que salían de un gimnasio, la vi a ella hablando con el chico que estaba detrás de mí, Wolfish. Lo saludó con la mano y una sonrisa, antes de verme a mí y acercarse.

¿Se conocen? No me importa, mientras no le pase información, no me importa.

-Fue divertido- soltó e hizo un globo un segundo con el chicle que aún tenía en la boca. Yo ya lo había tirado, aunque ahora que lo pienso, no me vendría mal otro- ¿Cómo te fue a ti?

-Nos dieron información, nada más- me encogí de hombros, suspirando- Escucha... quiero terminar con esto lo antes posible, podemos empezar ya, si estás de acuerdo- intenté ser lo más gentil que podía, pero necesitaba empezar esto ya y quería hacerla creer que tenía otra opción.

-Claro, seguro- contestó.

Ok, no fue difícil.

-Genial- dije, pensando que quizás no iba a ser tan complicado- En mi casa no hay nadie durante el día, así que, nadie hará a preguntas- agregué.

-Está bien- asintió algo confundida, no entendí porque. Pero, ambos salimos por la puerta y empezamos a caminar- Tienes auto, ¿verdad?

-Si, ¿por qué?

-Se suponía que uno tenía que tener un vehículo- respondió- Y esto no lo es, que digamos- alzó su parienta y yo simplemente asentí.

Hubo silencio hasta que llegamos al auto y nos subimos, aún sin decir nada. Ni bien arranqué, Sarah prendió la radio y literalmente estaba tan cómoda. No entiendo como.

-Como te dije, mis padres no están- empecé- Pero, en el caso de que resultes estar ahí cuando lleguen, la excusa es que empecé un curso de criminología y tu eres mi compañera de trabajo- necesitaba sacar ese tema para que quedara claro desde el principio.

No la veía, pero noté que me miró extremadamente perdida.

-Wow- dijo- Ok...

-¿Qué le dijiste a tus padres?

-Eh... "Adiós" y vine para acá- me contestó.

No quise hacer preguntas.

El resto del camino ninguno dijo más nada, aunque no fue mucho tiempo. Estacioné el auto en la entrada del garage y ambos nos bajamos. Agarré las llaves de la casa de mo bolsillo, abrí la puerta y entré. Sarah hizo lo mismo y cerré detrás de ella.

Mi casa no era muy grande, tenía un pequeño hall con la escalera y un espejo en la pared. Esa pared, separaba el living y si seguías derecho estaba la cocina. Con varias fotos de todos, yo de niño más que nada. Un pequeño patio en el fondo y nada más.

-Huele a familia con dos ingresos y una cafetería ficticia- soltó la chica y no entendí ninguna de las dos cosas, sinceramente.

Escuché cuatro patas corriendo en el piso de arriba y rápidamente, mi perro, el Golden Retriver más lindo del mundo, apareció bajando la escalera y yendo directamente a Sarah para olfatearla.

Ella se alejó un poco, sin tocarlo.

-No te hará daño, a menos que me hagas algo a mí- sentí la necesidad de advertirle eso último, por si acaso.

-No me gustan los perros, es todo- dijo de mala manera.

Ok, la odio.

-Déjala, Ricky- lo acaricié y lo insité a que vaya para el living, cosa que obedeció. Fui hasta la cocina y Sarah me siguió. Abrí el refrigerador, agarré el jugo y un vaso del lavavajillas- ¿Quieres algo?- ofrecí.

-No, gracias- respondió- Pongámonos a trabajar.

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