Capítulo 60

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-¿Qué? ¿Cómo que te engañó? ¿Esa empresa es tuya de verdad? ¿Podríamos ser millonarios en este momento? ¿No puedes hacerle un juicio?- Sarah estaba igual, sino más, desesperada por obtener respuestas como yo, pero era muchísimo para procesar.

Ralph levantó su mano, en señal de que no se adelante a nada.

-Les explicaré- volvió a sentarse en su silla y Sarah hizo lo mismo en el sillón, junto a mí- Cuando terminé la universidad, tenía esta idea de abrir un restaurante. Pero, pequeño problema, no tenía dinero- empezó- Así que, me mudé a Pensilvania de nuevo y conocí a tu madre- una sonrisa apareció, pero desapareció casi al instante- Y conocí a Mario- negó con la cabeza- Empecé a trabajar en una cafetería y escuché a alguien quejarse por teléfono de no tener inversores, de que su vida se le veía abajo, etc.

-¿Rose L'amour?- pregunté.

-No. No sé que era sinceramente- me respondió- Porque eso no era lo que me importaba, había una oportunidad, finalmente había encontrado una oportunidad- siguió- Me acerqué a él con un pastel de chocolate y empezamos a hablar. Tan pronto como pude, le solté la idea. Y todo iba bien- se lo veía enojado, con tan solo recordar todo eso- Pero, un día me vino con la idea de hacer una empresa de licor, una idea millonaria. Me aseguró que si hacíamos eso primero, el restaurante se construiría solo- explicó- Que seríamos nosotros dos.

-Y aceptaste- completó Sarah.

-Como un verdadero estúpido, si- contestó- Hice yo la fórmula perfecta.

-El jarabe de maple- aseguré.

-¿Cómo lo supiste?- preguntó sorprendido.

-Soy alérgico- aclaré- Y está en los ingredientes de la botella. He tomado unos sorbos y no me pasó nunca nada- agregué- Cuando huiste, Mario no pudo seguir con la receta original.

-Porque nunca se la dijiste, ¿cierto?- habló Sarah.

-No, y creo, que eso fue lo único inteligente que hice en mi vida- dijo- Para cuando todo estaba listo... llegaste tu- la miró a su hija y sonrió- Todo dejó de importarme y firmé el contrato sin leer la letra chica, porque estaba muy emocionado- siguió- Hay una cláusula, que dice que todas las acciones le pertenecen a él, por lo tanto, ser yo dueño de la mitad, no significa nada. Me quedo con nada- aclaró.

-Y por eso Noah se queda con casi todo- uní las piezas del rompecabezas. Ralph, me miró algo confundido- En los papeles del divorcio, encontramos que ella se queda con más de la mitad de Rosè L'amour.

-Porque eso nunca fue realmente de él- entendió.

-Es tu oportunidad de reclamar lo que es tuyo- aseguré.

-De hecho, no puedo- dijo- Ese contrato es el original, el que firmé tiene más páginas y más información.

-Es el que está en el maletín- completé.

-Supongo- me contestó él.

Me levanté del sillón mirando su pizarra, parecida a la mía y casi con la misma información. Movía los ojos sobre todas esas cosas, buscando a alguien que encajara.

-¿Que piensas?- preguntó Sarah desde su lugar.

-Las cámaras las desactivaron ese día en el que el maletín fue robado- empecé mirando a los dos. Sarah asintió- No forzaron la entrada, no saben como abrieron la caja fuerte, pero no hubo una señal de quemaduras ni nada en el metal- seguí y ella volvió a asentir- Creo que la única persona que puede lograr todo eso, es el que sabe la combinación.

Al principio, Sarah asentía confundida, pero se dio cuenta a donde quería llegar.

-¿Estás diciendo que Mario robo su propio maletín?- se levantó del sillón para acercarse un poco a mí.

Me encogí de hombros.

-Lo escondió- corregí- Si ese contrato sale a la luz, lo arruinaría. Claramente, lo quería a él fuera del camino. Nos ha explicitado muchas veces lo mal que se llevaban y las cosas que le haría si lo viera- enumeré- Así, lograba todas esas cosas, sin cometer ningún crimen.

-¡Pero que hijo de puta!- exclamó Ralph- Claro que si, tiene tanto sentido- asintió.

-Que psicópata- soltó su hija.

-Una mente maestra- agregué- Ahora la pregunta que nos queda es: ¿Dónde lo escondió?

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