Capítulo 67

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Creo que nunca en mi vida había tenido más ansiedad como en ese momento, sentado en esa sala de espera.

Ese olor a lavandina y esterilización, me causaba náuseas y pánico siempre, porque odiaba los hospitales.

Antes de que yo pudiera hacer algo con Sarah, llegaron los bomberos y la metieron enseguida a una ambulancia. Le pusieron un respirador y yo la seguí, la vi acostada en esa camilla, aún con los ojos cerrados y sin respirar de verdad.

Pero, la policía me alejó y me hizo varias preguntas como, si yo también estaba dentro de la casa, que hacíamos ahí, porque ella estaba ahí, como nos conocíamos, etc.

Honestamente, no contesté con demasiado detalle ni entusiasmo nada de ese cuestionario, porque lo único que me importaba era saber como estaba Sarah. La policía que me estaba preguntando, se dió cuenta de mi shock y mi estado de ansiedad, así que, dejó el interrogatorio de lado y me dió un vaso de agua.

No he llamado a nadie y no pienso hacerlo. No me fui del hospital y no pienso hacerlo. Porque necesito saber como está.

-Oliver...- llamó mi atención el doctor que la estaba atendiendo. Estaban siendo bastante amables con todo esto, porque yo no era su familia y estaba en una situación delicada. Me levanté del sillón y me acerqué a él, expectante- Está despierta y estable ahora, puedes pasar- agregó y saqué el respiro de alivio más grande del mundo- Aún le cuesta un poco respirar, pero se pondrá mejor- explicó- Y la herida en la cabeza, fue un golpe duro, pero nada de que preocuparse. Seguramente, eso la hizo perder un poco el conocimiento y no pudo salir de la casa- agregó- Tuvo mucha suerte.

-Gracias- dije mientras se alejaba.

Suspiré una vez más, abrí la puerta de la habitación y di un paso adelante. La vi ahí en la camilla, con su ropa sucia, un suero en el brazo izquierdo, una venda blanca en la herida de la cabeza y ya había recuperado bastante el color de la piel.

Sus ojos, se cruzaron con los míos y ninguno dijo absolutamente nada. Me metí más a la habitación, acercándome a ella.

-Te escuché- soltó con la voz algo débil. No contesté, porque no le entendí- Cuando me di cuenta que me iba a morir, escuché tu "te lo dije"- aclaró.

-Sarah...- empecé, negando con la cabeza- No tienes idea lo asustado que estaba- era una emoción mínima, comparado a lo que estuve sintiendo en la últimas tres horas, pero a la vez, nada se explicaba mejor- Creí que en serio te habías muerto y yo...- me detuve a mí mismo antes de decir algo más, pero no tenía sentido- Yo no sé que haría sin ti- completé.

Sonrió.

-Yo tampoco, Oliver Twist- contestó- ¿Sabes qué?- siguió- Sabía que vendrías por mí.

-¿Ah sí?- pregunte con sarcasmo- ¿Cómo?

-Star Trek, todos los viernes, 6:30- respondió con simpleza- Cuando fui a tu casa esta tarde, cambié el canal. Supuse que si algo pasaba en la casa de Mario, estaría en las noticias- explicó.

Sarah no dejaba de sorprenderme. Hasta planeó su propio rescate, por Dios.

-Maldita mente maestra- solté y empezó a reírse, pero esa risa, se transformó en una tos.

-Estaré bien- aseguró.

-¿Qué fue lo que pasó?- pregunté finalmente, tenía tantas preguntas. Ahora que me había tranquilizado, había empezado a ser curioso- ¿Recuerdas algo? ¿Quieres hablarlo?

Se le dilataron un poco las pupilas y suspiró.

-Entré a la casa y fui directo a subir la escalera, escuché la puerta de la entrada y vi a Mario- empezó- Se dio cuenta que era la hija de Ralph, me llamó Sarah Jenkins. Se me lanzó encima, me agarró con fuerza y me tiró por la escalera del sótano- explicó- Después, recuerdo haberme despertado en el piso con un dolor terrible en la cabeza y sin poder casi respirar, ni siquiera podía moverme- siguió- Y... volví a despertar aquí, creo.

-Cuando llegué estaba la puerta del sótano abierta- le dije.

-Supongo, que creyó que me había matado, prendió el gas, entró en pánico y llamó a la policía- pensó y asentí, tenía sentido- Lo siento mucho, Oliver- soltó y me extendió la mano.

Se la agarré y sonreí, pero se desvaneció al pensar en algo.

-¿Crees que sacó el maletín de la casa?- pregunté.

-Creo que su mayor problema en este momento no es el maletín- respondió ella- Soy yo.

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