Capítulo 29

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Se escuchó el ruido de un portero eléctrico y ambos miramos a la puerta. Ay no. Mi mamá entró primero caminando con rapidez.

-Ni una sola palabra- me dijo bastante molesta cuando me vio sentando.

Se acercó a la mesa de recepción, seguida por papá, que simplemente me miró con mala cara, suspirando y llegó lentamente a donde estaba mamá.

-Ay por Dios- tiré la cabeza para atrás mirando el techo, al recordar la razón (de muchísimas) por la cual me iban a matar.

-¿Qué?- escuché a Sarah.

-La camisa- tragué con dificultad- Era la posesión más preciada de mi papá- me acomodé en la silla, poniendo los codos en mis rodillas y las manos sobre mi cara- Y la dejé tirada en el medio de la calle. Mierda.

-No creo que esa sea la cosa más importante en este momento- dijo mi compañera y la miré confundido- Su preciado niño, está en una comisaría- aclaró obvia.

Puse mi vista en ellos, hablando con una oficial. Ya no se veían enojados exactamente y miraban para acá de vez en cuando. No hice nada malo, no deberían estar molestos.

La oficial les extendió un portapapeles y ambos firmaron. Para después, venir caminando hacia nosotros.

-Sarah...- empezó mi mamá. Estaba intentando ser amable y le estaba saliendo, pero la conozco, muy en su interior, quiere gritar- ¿Quieres que te llevemos a casa?

Los miré más sorprendido que confundido. Lo último que pensé que diría.

-¿Qu...? Eh...- me miró a mí y me encogí de hombros. Como si yo no supiera lo mismo que ella- ¿Siquiera pueden hacer eso?

-Si, podemos- contestó mi papá- Nos explicaron... tu situación- Que sutil- Firmamos tu retiro.

💻💻💻

Sarah le indicaba a mi papá donde tenía que doblar para llegar a su casa. Nos estábamos alejando bastante, cada vez más al sur.

Pero fuera de eso, en el auto solo había tensión.

Después de unos quince minutos, Sarah le dijo a mi papá, que parara sobre la izquierda, a mitad de cuadra. Un edificio de tres pisos, sin balcones y pintado de verde oscuro. Bueno... algo despintado en realidad, se notaba el cemento debajo en algunas partes.

-Bueno... emm... gracias- dijo ella, algo nerviosa. La primera vez que la veía así.

Salió del auto y la vi caminar hacia la puerta. No aguante más y me bajé también, más enojados, no estarán.

Me acerqué a ella con rapidez, y me puse delante para detenerla un segundo.

-Si necesitas algo, puedes decirme- solté. Lo tenía adentro hacía horas.

Revoleó los ojos.

-¿Ves?- empezó- Es por esto que no quería que supieras nada. Ya hasta viendo donde vivo, crees que necesito tu ayuda- me rodeó para seguir caminando, pero la agarré del brazo y la traje de nuevo frente a mí- Oliver...

-Eres independiente y con confianza, si ya lo entiendo- la miré a los ojos como nunca lo había hecho antes- Pero, en serio, no me molestaría darte una mano cuando lo necesites- seguí- Yo también necesitaré la tuya en algún momento- aseguré.

Ablandó su expresión y asintió.

-De acuerdo.

Me di cuenta que el agarre de mi mano con su brazo, nunca se deshizo y Sarah se alejó sin problema, generando que acariciara su piel unos segundos.

Me quedé ahí parado y me di vuelta, viendo que Sarah ya no estaba. Volví al auto, ahora sí, con silencio puro el resto del viaje.

Miré por la ventanilla todo el trayecto, pensando en excusas, pero ninguna venía a mi mente, ya estaba demasiado cansado.

Mi papá estacionó el auto ya en mi casa y nos bajamos. Mi mamá fue la que abrió la puerta y nos dejó entrar a los dos. Yo corrí directo a mi habitación, escapando de la conversación que sabía que iba a venir.

-¡Jovencito, no se te ocurra...!- escuché a mi mamá en la mitad de la escalera- ¡Oliver!- ya estaba al final.

-Déjalo, yo hablaré con él- escuché a mi papá casi en un susurro.

-Por Dios, ¿cómo siquiera conoció a esa chica?- mi mamá estaba muy alterada y me sentí mal. Pero, seguí caminando.

Ricky estaba en mi cama cuando llegué y levantó la cabeza. Fui hasta él y me senté a su lado, acariciándolo.

Escuché pasos lentos cada vez más cerca, hasta que mi papá apareció en el marco de la puerta. Pasó a mi habitación sin permiso y cerró.

Ok, no puedo escapar ahora.

-Oliver...

-Papá...- interrumpí para no decir nada, sinceramente.

Él levantó un dedo índice para que me callara.

-Hablaré con tu madre, ¿ok?- no estaba molesto, al menos, no lo percibí asi. Y lo terminé de confirmar cuando me sonrió ¿Qué?- Hijo... entiendo que... que tú y Sarah estén saliendo y... y que tengas necesidad o...- pensó y entrelazó sus manos- Deseo de hacer ciertas cosas.

Ay por Dios. "La charla", no.

-Papá... no fue lo que...

-Solo no lo hagas en la calle- soltó una risa- Aunque, debo admitir que no serías el primero en esta familia- se acercó más a mí, hasta sentarse a mi lado. Me sentía tan incómodo que no podía ni respirar- No te preocupes, está todo bien- me abrazó por el hombro- Me alegra que estés empezando a experimentar el mejor sentimiento de todos- sonreí para que se vaya, la verdad- Se cuidan, ¿no?

-Papá...

-Si, si, ya sé. No eres estúpido. Lo entiendo- se levantó de la cama y fue hasta la puerta. Sentí que podía sacar aire por primera vez desde que entró, pero volvió a darse vuelta antes de irse- Si tú mamá pregunta, dile que... que no te dejo jugar videojuegos por un mes.

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