Capítulo 24

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-Si...- respondió ella, borrando la sonrisa- Un sin vergüenza, pero tengo la obligación de dar el licor en estas fiestas.

-¿Por qué?- preguntó Sarah, fingiendo estar más interesada en su pesar, que en el porque en si, como realmente era.

-Contrato- dijo revoleando los ojos- Lamentablemente, sigo siendo su esposa legalmente y teníamos este acuerdo en usar ese licor en cada evento- explicó- Pero, no quiero aburri...

-Estuvo teniendo problemas, ¿no?- interrumpí antes de que cambiara de tema- Le robaron algo... eh...- fingí pensar- ¿Un maletín puede ser?

No era un secreto lo que le habia pasado a Mario. Estuvo en las noticias bastante cuando empezaron a investigar el caso. Nada más bueno para la prensa, que el robo a un millonario.

Mi mamá, de hecho, ha trabajado con el tema en el periódico, así fue como me enteré oficialmente que pasó. Buscando información, encontré el anuncio de la asociación.

Ya no hablan tanto del tema en los medios, pero sigue latente.

-Y había un sospechoso, ¿cómo se llamaba?- me siguió Sarah y ambos miramos a Noah.

Ella se quedó en silencio y forzó una sonrisa.

-Lo siento, chicos- empezó- Pero, si me disculpan, tengo invitados. Gracias por venir. Disfruten el resto de la noche- pasó por entre medio de los dos y se alejó con rapidez, mientras la seguíamos con la mirada.

-Bueno... ahí va nuestra oportunidad de sacarle información- solté- Que pérdida de tiempo- me queje- ¿Qué haces?- pregunté al verla a Sarah mirando con atención por todo el lugar.

-Tiene que tener una oficina por aquí- no contestó mi duda, pero asentí.

-Tal vez- me encogí de hombros- ¿Por q... Oh no, no, no, no, no- negué antes de preguntar, porque sabía perfectamente lo que tenía en mente- No vamos a revisar su oficina- afirmé- Eso en serio es peligroso. Ella está aquí, podría entrar, vernos y...

-Ahí hay una puerta, debe ser eso- me interrumpió señalando hacia el final de la galería, en un pasillo algo escondido. Obviamente, ignorándome completamente.

Empezó a caminar hacia allí, como si nada.

-¡Sarah!- intenté no gritar tanto, pero muy desesperado, al ver que no se detenía. Aunque me hubiera escuchado, no lo hubiera hecho.

Dejó su copa en la mesa de comida y llegó hacia el pasillo. Mi mente, discutía en si seguirla o no. Me decidí por caminar a paso rápido hacia ella, también dejar la copa y alcanzarla a pocos metros de la puerta.

-Estoy harto de que actúes espontánea- Sarah giró la perilla, pero esta no abrió- No estás siguiendo las reglas, por cierto.

Se dió vuelta y suspiró molesta.

-No tienes que entrar, puedo registrar esto sola- aseguró, descolgándose su mochila, que apenas me había dado cuenta que tenía puesta.

-No, no es así- respondí.

Revolvió dentro de ella y sacó una billetera negra.

-¿Por qué no?- la abrió y sacó una tarjeta.

La metió entre la puerta y el marco. Se abrió segundos después.

-Porque somos un equipo- dije simplemente- No hacemos las cosas solos, de eso se trata.

Sarah me miró directamente y su expresión había cambiado por completo. Casi que me sonrió.

-Está bien, escucha...- empezó- Será rápido, lo prometo. No nos descubrirá y... tengo el presentimiento de que hay algo aquí- siguió- No actuó muy natural cuando empezamos a hacerle preguntas, tiene que haber algo raro.

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