Capítulo 53

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-¿Qué estás haciendo aquí?- apenas terminó de abrir la puerta, cuando habló bastante molesta.

-¿Podemos hablar?- pregunté apenado. Me ponía triste que estemos en esa situación- Por favor- insistí.

-Creí que me querías fuera de tu vida- respondió, cruzándose de brazos.

-¿En serio estás molesta tu conmigo?

-El chico que me gusta, me dijo que no quería verme nunca más y me gritó, cuando se enteró que mi padre estaba desaparecido- explicó y me quedé helado, nada más con la primer parte de la frase. Le gusto también ¿Qué?- Dolió- aclaró.

-Lo sé- me apuré a decir y me acerqué a ella- Vine aquí a disculparme por eso, pero tienes que entenderme, Sarah- seguí- Confío en ti, de verdad. Pero... fue mucha información y...

Me interrumpió con un abrazo. Envolvió mi cuerpo con sus brazos y se quedó apoyada sobre mi pecho con fuerza. Se lo devolví, sintiéndome aliviado.

-También lo siento, Oliver Twist- me contestó. Se separó un poco, solo para mirarme a los ojos- Yo no sabía si podía confiar en ti y... cuando lo hice, no sabía como decírtelo.

Sonreí.

-¿Estamos bien?- pregunté y asintió, devolviéndole el gesto- ¿Pudiste decodificar las fotos o...

-No- se separó de mí y entró a la casa otra vez, dejando la puerta abierta.

Lo tomé como una señal de que pasara, así que lo hice y cerré tras de mí.

Lo primero que percibí, fue un olor a alcohol impresionante. Vi un pequeño living con un sofá, con una botella de cerveza derramada. Una mesa ratona con revistas rotas y dos botellas de vodka vacías y el televisor prendido.

En el fondo, había una pequeña barra que separaba la cocina: la cual era un horno, un microondas y algunos platos y vasos en el lavabo.

Todo era blanco y beige.

-¿Por qué no?- pregunté.

-Porque mi decodificador está en tu casa, ¿recuerdas?- respondió y se fue por un pasillo.

-Ay, por Dios- la seguí- Lo siento.

Se metió a la primer habitación.

-Está bien- dijo- Seguro no iba a ser de utilidad, necesito otro programa para sacar una imagen.

Se corrió el pelo de la cara algo estresada y se sentó en su cama. Yo solo vi la habitación desde el marco de la puerta.

Era tan ella. Nunca me la puse a imaginar, pero si lo hubiera hecho, así sería. Pequeña, un poco desordenada y en tonos oscuros. Tenía la cama desecha en el medio de la habitación, sin mesa de noche, posters un poco despegados y un escritorio lleno de cuadernos, su laptop y otras cosas que no tenía idea de que eran, "cosas de hackers", supongo.

-¿Tu mamá?- pregunté entrando.

-Fue al mercado- asentí- O sea, está fumando marihuana barata con sus amigos, los traficantes de droga.

Jamás la había visto así, pero por fin lo entendí: Sarah estaba rota.

-¿Quieres que me quede?- me acerqué más.

-En serio no tienes que hacerlo- negó- No me molesta estar sola.

Dudando, pero lo hice, me senté junto a ella en la cama y suspiré antes de hablar.

-Podemos estar solos juntos.

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