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—[Gavi]—

Me encontraba en el hotel, preparándome mentalmente para el desafío que se avecinaba. La tensión en el ambiente era palpable, especialmente entre Pedri y yo. Desde que nos encontramos en el vestíbulo, nuestras miradas se cruzaban con una carga de desafío apenas disimulada. Como siempre lo hacíamos cuando nos encontrábamos en el clásico.

Le odiaba. Muchos pensarán que es demasiado pronto para afirmar tal cosa, apenas nos conocíamos, pero no era así. Su sonrisa presumida, la forma en que todos lo comparaban conmigo como las jóvenes promesas de nuestros equipos respectivos... todo eso alimentaba mi animosidad hacia él.

Nos dirigimos juntos hacia el campo de entrenamiento, tratando de mantener la mayor distancia posible entre nosotros. Cada paso aumentaba la tensión entre nosotros. Durante los entrenamientos, nos asignaron al mismo grupo, lo que solo intensificó nuestra rivalidad. En cada ejercicio, chocaban nuestras opiniones sobre las jugadas y las estrategias a seguir. Yo prefería un enfoque más agresivo y directo, mientras que Pedri abogaba por la paciencia y la construcción de juego desde atrás.

—¡Gavi!– exclamó Jordi como advertencia, uno de los más grandes de mis compañeros de equipo, tratando de calmar mis ánimos. Me aparto y puso su mano en mi pecho explicándome —No es culpa de Pedri, ni tuya enano. Todos estamos aquí para trabajar juntos–.

Cada discusión se convertía en un duelo de voluntades, con ninguno dispuesto a ceder terreno al otro. Parecía que estábamos compitiendo no solo contra el resto del equipo, sino también uno contra el otro. La tensión entre nosotros era como una cuerda tirante, lista para romperse en cualquier momento.

Frené mis pasos y respiré hondo, tratando de controlar mi temperamento. Mis amigos tenían razón. No era justo descargar toda mi ira en Pedri, quien también estaba luchando por su lugar en el equipo nacional. Quizás era hora de dejar de lado nuestras diferencias y concentrarnos en el objetivo común. Y realmente lo intento pero este chaval no apoyaba en nada, siempre buscando como picarme.

Al final del entrenamiento, nos separamos con una tensión aún palpable en el aire. Habíamos logrado trabajar juntos en cierta medida, pero la rivalidad entre nosotros seguía siendo tan fuerte como siempre. Habíamos superado la prueba de trabajar juntos en la selección española, pero solo a duras penas y con muchos desacuerdos en el camino.

—Gavi y Pedri, acercaos un momento– nos llama el mister que estaba hablando con equipo técnico, de notaba que era algo sobre ambos.

Resignado me di la vuelta y regrese al campo con Pedri siguiéndome con poca distancia, ambos nos paramos cerca del mister.

—Necesito que empiecen a trabajar juntos, son muy buenos por separado, pero esto es trabajo en equipo y ambos tienen ese algo que los hace congeniar, cuando no están peleando y se esfuerzan en jugar hacen magia en el campo– nos explica con paciencia y suspira—eso es todo, solamente les digo en serio, ambos jugáis muy bien juntos.

Mientras regresábamos todos juntos al hotel, reflexionaba sobre el día y me di cuenta de que, a pesar de nuestras diferencias, aún compartíamos una pasión común por el fútbol y un deseo compartido de representar a nuestro país. Pero también sabía que la competencia entre nosotros seguiría siendo feroz, alimentada por una rivalidad que parecía imposible de superar. No cedería tan fácilmente, y varios compañeros de equipo lo sabían, especialmente aquellos que compartían mi amor por los colores de mi club que me mantenían vigilado que no sea problemático.

—Pequeñín– volteo para encontrarme a Ferran y el me abrazo lo más rápido que posible, me habían separado de la mayoría de mis compañeros de barça para que conviviera —lo hiciste bien, tu tranquilo

—Gracias, Ferran —respondí, devolviéndole el abrazo con fuerza. Su apoyo significaba mucho para mí, especialmente en momentos como estos, donde la presión amenazaba con abrumarme. Aunque aún sentía el peso de la rivalidad con Pedri, las palabras de Ferran me recordaron que estábamos todos en esto juntos, independientemente de nuestros clubes de origen.

Mientras caminábamos por los pasillos del hotel, el resto de mis compañeros de equipo se unieron a nosotros, compartiendo risas y bromas para aliviar la tensión del día. Aunque la rivalidad entre Pedri y yo seguía latente, por un momento pude dejar de lado mis diferencias y disfrutar del compañerismo y la camaradería que compartíamos como equipo nacional.

"Voy a ignorarle" ese fue el pensamiento que cruzo mi mente, además si le ignoraba el no vendría a picarme ¿verdad?.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora