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-[Pedri]-

La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas, arrojando sombras suaves en la habitación. Pablo y yo estábamos juntos de nuevo, pero la sensación de incomodidad persistía. Me giré hacia él, observando su rostro tranquilo mientras dormía. Quería creer que todo estaba bien, pero sabía que estábamos lejos de resolver nuestros problemas.

El día anterior había sido una montaña rusa emocional. Ver a Pablo fuera de mi puerta, exhausto pero decidido a hablar conmigo, había sido un alivio y una tristeza al mismo tiempo. Nos habíamos reconciliado, pero la confianza y la intimidad que solíamos tener se sentían frágiles, como si estuvieran al borde de romperse.

-Buenos días -murmuré, acariciando suavemente su cabello mientras él se despertaba.

Pablo abrió los ojos lentamente y me sonrió débilmente.

-Buenos días, mi amor. ¿Dormiste bien? -preguntó, su voz aún ronca por el sueño.

-Sí, mejor ahora que estás aquí -respondí, aunque en el fondo sabía que no era completamente cierto.

Nos levantamos y comenzamos nuestra rutina matutina en silencio. El se retiró, no sin dejar un beso en mi hombro. Intentábamos mantener la normalidad, pero había una tensión palpable entre nosotros. La confianza y la intimidad que solíamos compartir parecían más frágiles que nunca.

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En el campo de entrenamiento, traté de concentrarme en el juego, pero la dinámica entre nosotros había cambiado. Había una barrera invisible, un muro construido por las semanas de distancia emocional y las peleas no resueltas. Intentábamos interactuar como antes, pero los gestos y las miradas eran más tensos, más forzados.

Después del entrenamiento, mientras nos duchábamos y cambiábamos, Ferran se acercó a mí.

-Tienes mejor cara hoy ¿Lo llevan bien, Pedri? -dijo, su tono preocupado.

-Sí, solo... muchas cosas en la cabeza. Ayer medio hablamos, pero creo que estamos tratando de resolver algunas cosas -respondí, tratando de no sonar demasiado afectado.

Ferran asintió, comprensivo.

-Si necesitas hablar, estoy aquí. A veces, es bueno desahogarse con alguien hermanito -ofreció.

Agradecí su apoyo y me dirigí de vuelta a la que era nuestra habitación, decidido a tener esa conversación pendiente con Pablo.

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Cuando llegué, lo encontré sentado en la cama, mirando su teléfono con una expresión seria.

Ya había cambiado sus maletas con la de Ferran al parecer.

-Pablo, tenemos que hablar -dije, cerrando la puerta detrás de mí.

Él levantó la vista, su expresión suavizándose al verme.

-Sí, lo sé. Lo he estado pensando todo el día -respondió, dejándose caer hacia atrás sobre la cama.

Me senté a su lado, tomando su mano.

-Sé que estamos juntos de nuevo, pero siento que algo cambió. Hay una distancia entre nosotros que no podemos ignorar -dije, mi voz temblando ligeramente.

Pablo asintió, apretando mi mano con fuerza.

-Lo sé, amor. He estado pensando en todo lo que ha pasado, y entiendo si te sientes herido o traicionado. Quiero recuperar lo que teníamos, pero sé que no será fácil.

Respiré hondo, sintiendo un nudo en el estómago.

-No se trata solo de las ausencias, Pablo. Es la confianza. Siento que no puedo depender de ti como antes, y eso duele. Quiero creer en nosotros, pero necesitamos trabajar en esto juntos -dije, con lágrimas en los ojos.

Pablo se incorporó y me abrazó con fuerza.

-Amor, lo siento tanto. Haré todo lo que pueda para demostrarte que puedes confiar en mí. Te amo más que a nada, y no quiero perderte -susurró, su voz quebrándose.

Nos quedamos así, abrazados, por lo que parecieron horas. Sabía que las palabras no eranpara curar todas las heridas, pero eran un comienzo. Sentir su calidez y su cercanía me daba la esperanza de que podíamos encontrar nuestro camino de vuelta el uno al otro.

Esa noche, nos quedamos en la habitación, hablando de todo y de nada, intentando reconectar. Hablamos de nuestros sueños, de nuestras preocupaciones, de los recuerdos que habíamos creado juntos. Era como si estuviéramos redescubriendo nuestra relación, paso a paso.

-¿Recuerdas nuestra primera cita? -pregunté, sonriendo al recordar aquel día.

Pablo rió, sus ojos brillando con la misma chispa que había visto al principio de nuestra relación.

-¿Cómo podría olvidarlo? Estabas tan nervioso que derramaste tu bebida sobre mí -dijo, riendo.

Me uní a su risa, sintiéndome más ligero.

-Sí, pero tú no hiciste más que reírte y decirme que todo estaba bien. Fue entonces cuando supe que eras diferente, que valía la pena luchar por ti -respondí, apretando su mano.

Pablo me miró con ternura y se inclinó para besarme suavemente. -Aun que no me he olvidado de todas las veces que no picabamos en los vestuarios. Pero mi amor, te prometo que haré todo lo posible para que siempre sientas eso, Pedri. Te amo, y voy a demostrarte que puedes confiar en mí -dijo con determinación.

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Sabía que las semanas siguientes serían un proceso de reconstrucción. Volvimos a nuestros entrenamientos y a nuestras vidas diarias, pero nos aseguramos de reservar tiempo para nosotros. Nos enviábamos mensajes cuando el otro estaba en entrevistas, aún que habíamos salido varias veces de encubierto en el dia antes de irnos a Qatar, fuimos a comprar adaptadores en mi auto y luego a cenar en el restaurante de unos amigos de mi padre.


Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora