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—[Gavi]—

Desperté con una mezcla de emociones aún latiendo en mi pecho. La noche anterior había sido un torbellino de sentimientos: el beso con Pedri en el vestuario, la calidez de su abrazo, y la conexión profunda que compartimos. Pero a pesar de todo eso, aún no habíamos definido nuestra relación. Nos movíamos en un limbo, compartiendo momentos de ternura sin saber realmente hacia dónde nos dirigíamos.

Me levanté de la cama y me preparé para el día. La rutina del fútbol siempre me había dado una estructura, una manera de mantenerme enfocado. Pero últimamente, incluso esa estructura se veía sacudida por los sentimientos que tenía por Pedri.

Entrené con intensidad, tratando de canalizar mis emociones en cada pase, en cada carrera. Mis compañeros me observaban con curiosidad, probablemente notando que algo había cambiado en mí. No podía evitarlo; cada vez que veía a Pedri en el campo, mi corazón latía más rápido. Pero al mismo tiempo, sentía la presión de la prensa y las expectativas que se cernían sobre mí.

Ser el jugador más joven del equipo y el Golden Boy de la selección no era fácil. Los periodistas siempre estaban listos para captar cualquier error, cualquier debilidad. Y aunque me encantaba el fútbol y dar lo mejor de mí en cada partido, esa presión constante era agotadora. Tenía que demostrar que merecía estar allí, que podía manejar la responsabilidad.

—🌱—

Durante los partidos, intentaba mantener mi enfoque. La conexión con Pedri en el campo era innegable; sabíamos exactamente dónde estaría el otro, anticipando movimientos y creando oportunidades. Pero fuera del campo, las cosas eran más complicadas. Los momentos de cariño y los besos robados eran maravillosos, pero también me dejaban confundido.

Había días en los que quería confrontarlo, pedirle que definiéramos lo que éramos. Pero había otros en los que prefería dejar las cosas como estaban, disfrutando de esos momentos de felicidad sin complicaciones adicionales. Sin embargo, esa incertidumbre empezaba a pesarme.

—🌱—

Después de un partido particularmente duro, me encontré solo en el vestuario. Pedri se había quedado en el campo, dando una entrevista. Me dejé caer en el banco, pasando una mano por mi cabello mojado por el sudor. Sentía el peso de las expectativas sobre mis hombros, y en ese momento, todo se sentía abrumador.

La puerta del vestuario se abrió y Pedri entró, con una sonrisa cansada pero sincera.

—Buen partido, Gavi. Estuviste increíble.

—Gracias —murmuré, sin levantar la vista.

Pedri se sentó a mi lado, en silencio por un momento.

—¿Estás bien? —preguntó finalmente, su voz llena de preocupación.

Suspiré y lo miré a los ojos.

—Es solo... todo esto. La presión, las expectativas, y... nosotros. No sé cómo manejarlo todo.

Pedri asintió, comprendiendo.

—Lo siento si te he puesto en una posición difícil. Sé que esto no es fácil. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, en todo momento.

—Lo sé —respondí, apreciando sus palabras.

Nos quedamos allí, en silencio, pero el apoyo mutuo era palpable. Sentí que, a pesar de todo, tenía a alguien en quien podía confiar.

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Con el tiempo, empecé a encontrar un equilibrio. Acepté que la incertidumbre formaba parte de nuestra relación y decidí disfrutar de los momentos que compartíamos sin preocuparme demasiado por el futuro. En el campo, seguí dando lo mejor de mí, demostrando que podía manejar la presión.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora