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—[Pedri]—

El día había llegado. Después de semanas de espera, finalmente íbamos a recibir los resultados sobre el proceso de selección para la madre de alquiler. Me sentía nervioso, pero también emocionado. Gavi y yo habíamos soñado con este momento durante tanto tiempo, y aunque sabíamos que el camino no sería fácil, estábamos listos para enfrentarlo juntos.

Gavi estaba un poco inquieto esa mañana. Podía notar la tensión en sus hombros, en la manera en que su mirada se perdía por momentos mientras tomaba su café. Intenté animarlo con una broma, pero solo logró arrancarle una pequeña sonrisa. No era de los que solía mostrar nerviosismo, pero hoy se le veía más vulnerable de lo habitual.

—Todo va a salir bien, Martín —le dije en un intento de calmarlo, usando su segundo nombre como una forma de recordarle que estábamos en esto juntos—. Pase lo que pase, estamos en esto juntos.

Me sonrió, pero antes de que pudiera responder, su teléfono sonó. Lo vi fruncir el ceño mientras miraba la pantalla. Su hermana, Aurora, lo estaba llamando. Algo dentro de mí se tensó al ver la expresión que se formó en su rostro cuando contestó.

—¿Qué pasa? —preguntó, su voz sonando más preocupada de lo que me habría gustado escuchar.

Hubo un largo silencio mientras Aurora hablaba del otro lado de la línea. Vi cómo Gavi se ponía pálido, su rostro pasando por una serie de emociones que iban desde la sorpresa hasta el miedo. No podía escuchar lo que Aurora le decía, pero por su expresión, sabía que no eran buenas noticias.

—Tengo que irme a Sevilla —dijo Gavi de repente, levantándose de la mesa casi de un salto—. Mi papá... está muy mal. Aurora y yo vamos a verlo ahora.

Me quedé congelado por un momento, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Gavi no solía hablar mucho de su padre biológico, pero sabía que, a pesar de todo, seguía siendo un tema delicado para él. Lo entendía, y no podía evitar sentirme impotente al ver lo angustiado que estaba.

—Lo siento, ciemo —me dijo, su voz temblando ligeramente—. Sé que estábamos esperando los resultados, pero no puedo quedarme aquí. Necesito estar con él, no sé cuánto tiempo le quede...

—No tienes que disculparte, Martín —le respondí rápidamente, levantándome también para acercarme a él—. Ve, haz lo que tengas que hacer. Yo me encargaré de todo aquí. Lo más importante es que estés con tu familia.

Le tomé la cara entre las manos, obligándolo a mirarme a los ojos.

—Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? —le dije con firmeza—. No importa dónde estés, yo estaré aquí, apoyándote. Haz lo que tengas que hacer, y si necesitas que vaya contigo, solo dímelo.

Gavi asintió, pero vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Me abrazó con fuerza, aferrándose a mí como si temiera que lo dejara ir.

—Gracias... —murmuró, su voz apenas un susurro—. Lo siento tanto, Pedro...

—No hay nada que sentir —le aseguré, acariciando su cabello—. Todo estará bien.

Nos quedamos así por unos minutos, abrazándonos en medio del salón, sin importar el tiempo ni las preocupaciones. Finalmente, Gavi se separó, limpiándose rápidamente las lágrimas.

—Tengo que irme ahora —dijo, su voz recuperando algo de la determinación que solía tener—. Te llamaré cuando llegue, ¿vale?

Asentí, dándole un beso en la frente antes de dejar que se fuera. Lo vi marcharse, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que el día sería duro para él, y aunque quería estar a su lado, entendía que esto era algo que tenía que hacer por su cuenta.

Me quedé solo en casa, con la incertidumbre y los nervios de los resultados que pronto llegarían, pero mi mente estaba con Gavi, esperando que todo saliera bien. La vida siempre tenía una manera de poner pruebas en nuestro camino, pero sabía que, sin importar lo que pasara, íbamos a salir adelante. Por nosotros, por nuestro futuro... y por ese hijo que algún día formaríamos juntos.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora