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-[Gavi]-

La ciudad deportiva estaba tranquilo y sereno, bañado por la luz del sol de la tarde. Hoy el entrenamiento se hizo más tarde, ya que en la mañana les hicieron pruebas a los de la cantera, me alegraba por los chavales por qué fui uno de ellos.

Caminaba por los pasillos, perdido en mis pensamientos, cuando una figura familiar captó mi atención. Al principio, pensé que era solo mi imaginación jugándome una mala pasada, pero cuando me acerqué un poco más, vi que no había error: era mi rubio.

Su presencia me tomó por sorpresa, dejándome momentáneamente sin aliento. Voltee buscando a papá Lewa que para mi sorpresa lo estaba aconsejando. Volviendo al rubio había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi, bueno desde la última vez que me obligaron a dejarlo, desde que nuestras vidas tomaron caminos separados y nuestras amistades se desvanecieron en el tiempo.

Fermín estaba de pie junto a el resto del grupo de jugadores, todos con el uniforme del equipo principal de entrenamiento. La emoción y la anticipación se reflejaban en su rostro mientras hablaba con sus compañeros, como si estuviera a punto de embarcarse en una nueva aventura.

Me quedé allí, observando en silencio desde la distancia, sin atreverme a acercarme. Las emociones comenzaron a remolinearse dentro de mí, un torbellino de recuerdos y sentimientos que había enterrado profundamente en mi interior.

-¡Gavi a entrenar!- llamo Xavi pero mi atención siguió en el recuerdo De las veces que solíamos entrenar juntos en la Masia, soñando con un futuro en el fútbol que parecía brillar con promesas ilimitadas. Pero el destino tenía otros planes para nosotros, planes que nos separaron y nos llevaron por caminos diferentes.

La voz de Fermín me sacó de mis pensamientos, trayéndome de vuelta al presente. Estaba hablando con el resto, quienes lo estaban integrando.

Sin pensarlo dos veces, di un paso adelante, decidido a enfrentar el pasado que había estado evitando durante tanto tiempo, ahora Pedri estaba en mi vida y estaba mejor. Me acerqué a Fermín, sintiendo el peso de las palabras no dichas colgando en el aire entre nosotros.

-Fermín-llamé, mi voz apenas un susurro en la brisa de la tarde.

Él se giró hacia mí, sorprendido al verme allí parado frente a él. Por un momento, nuestros ojos se encontraron, y en ese instante, supe que había llegado el momento de enfrentar la verdad que había estado evitando.

-Marti... -murmuró Fermín, su voz llena de sorpresa y emoción-. No puedo creer estrellita. Te vez mejor.

No había resentimiento en su voz, solo una mezcla de nostalgia y arrepentimiento. En ese momento, supe que ambos estábamos listos para dejar atrás el pasado y seguir adelante, cada uno por nuestro propio camino, aún que el destino me había vuelto a juntar con mi alma gemela no romántica.

-¿Puedo abrazarte?- cuestiones en uno de nuestros descansos.

El rubio asintió y extendió los brazos.

El abrazo fue cálido y reconfortante, como un refugio en medio de la tormenta de emociones que amenazaba con desbordarse dentro de mí.

-Te extrañé, Fermín -confesé en voz baja, dejando que mis palabras se deslizaran entre nosotros como un susurro lleno de nostalgia y arrepentimiento.

Él asintió con comprensión, su abrazo apretándome un poco más, como si tratara de consolarme de todo lo que habíamos perdido en el camino.

-Yo también te extrañé, Marti. A veces, las cosas no salen como esperamos, pero eso no significa que no valore lo que tuvimos -respondió Fermín, su voz llena de sinceridad y afecto.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora