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-[Gavi]-

Las cosas habían mejorado entre Pedri y yo, pero aún quedaba mucho por hacer. Sabía que él estaba decidido a demostrarme su amor y compromiso, y cada día se esforzaba más. Esta noche, había planeado una cena especial para nosotros en un restaurante que significaba mucho para ambos, uno al que solíamos ir cuando todo estaba bien entre nosotros.

Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, con una vista espectacular de la ciudad iluminada. El ambiente era tranquilo y acogedor, perfecto para una noche como esta. Pedri estaba visiblemente nervioso, pero trataba de mantener la calma.

—Espero que te guste el lugar. Sabía que este restaurante siempre fue uno de tus favoritos. —dijo, sonriendo tímidamente.

—Es perfecto, Pedri. Gracias por organizar esto. —respondí, sinceramente conmovido por su esfuerzo.

La cena transcurrió con una conversación ligera y risas ocasionales. Sentía que estábamos empezando a reconectar de verdad. Pedri estaba atento a cada detalle, asegurándose de que estuviera cómodo y disfrutando de la noche.

—🌱—

En un momento dado, mientras esperábamos el postre, Pedri tomó mi mano izquierda sobre la mesa. Sentí una oleada de calidez al ver su gesto, y me permití relajarme un poco más. Mis anillos siempre habían sido una especie de mecanismo de defensa para mí, algo con lo que jugaba cuando me sentía ansioso. Tenía anillos en casi todos los dedos de mi mano izquierda, excepto en el anular.

Pedri comenzó a jugar suavemente con el anillo en mi dedo corazón. Sentí mi corazón acelerarse ligeramente, preguntándome qué estaba haciendo. Con una delicadeza que me sorprendió, deslizó el anillo fuera de mi dedo corazón y lo colocó en mi dedo anular.

Miré el anillo en mi dedo anular, sintiendo una mezcla de sorpresa y emoción. Pedri me miró a los ojos, su expresión seria pero llena de amor.

—Alguna vez reemplazaré este anillo por el que te daré en algún momento—dijo. —En algún momento...— murmuró.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Era un gesto pequeño, pero significaba mucho. Era su forma de decirme que estaba dispuesto a comprometerse de verdad, a cambiar y a construir un futuro juntos. Y ese momento fue en el que mi corazón estaba más cerca de explotar.

Nos quedamos en silencio por un momento, dejándonos llevar por la emoción del momento. Sentí que, por primera vez en mucho tiempo, estábamos realmente en el mismo camino, trabajando juntos para construir algo hermoso.

—🌱—

El postre llegó, pero apenas notamos su presencia. Estábamos absortos el uno en el otro, disfrutando de la cercanía y la conexión que habíamos recuperado. Sabía que aún había mucho trabajo por delante, pero esa noche me dio esperanza. Sentí que realmente podíamos superar cualquier cosa, siempre y cuando estuviéramos juntos.

Cuando salimos del restaurante, Pedri me abrazó con fuerza.

—Te amo, Pablo. —dijo, su voz temblando ligeramente.

—Yo también te amo, Pedro. —respondí, sintiendo una felicidad genuina.

Caminamos de regreso a casa, tomados de la mano, sabiendo que cada paso que dábamos nos acercaba más a la relación que ambos queríamos. Ya a ninguno le importaba que nos vieran juntos de la mano, riéndonos de esos chistes que solo ambos entendíamos. Pedri estaba demostrando su compromiso de maneras que nunca antes había hecho, y yo estaba dispuesto a seguir adelante, confiando en que juntos podíamos superar cualquier desafío.

Esa noche, mientras nos acurrucábamos en la cama, sentí una paz y una felicidad que no había sentido en mucho tiempo. Con Pedri a mi lado, su mano sosteniendo la mía, jugando con el anillo que cambió de dedo, supe que estábamos en el camino correcto.

—🌱—

Esa mañana Pedri sugirió que fuéramos al mirador, un lugar especial para ambos. Asentí con entusiasmo, recordando las veces que habíamos ido allí antes. Sin embargo, esta vez íbamos en el auto de Pedri.

Salimos al garaje de casa, me detuve antes de subir al asiento del pasajero.

—¿Manejo yo? —pregunté, con una sonrisa traviesa.

Pedri me miró, claramente sorprendido.

—¿Tú? ¿Desde cuándo sabes manejar? —respondió, con una mezcla de sorpresa y diversión en su rostro.

Sonreí ampliamente, disfrutando de su reacción.

—Me saqué el carnet mientras estabas lesionado. Quería poder llevarte cuando Fer no estuviera por Madrid y no tuviéramos que tomar un Uber cada vez que te acompañaba. —expliqué.

Pedri parpadeó, asimilando la información.

—¿En serio? ¡Vaya, eso sí que no me lo esperaba! —dijo, entregándome las llaves del auto—. Entonces, adelante, señor conductor.

Me subí al asiento del conductor, ajustando el asiento y los espejos. Pedri me observaba con una sonrisa orgullosa, y eso me hizo sentir aún más confiado.

—¿Listo? —pregunté, arrancando el auto.

—Listo. —respondió, acomodándose en el asiento del pasajero.

Conduje con cuidado por las calles de Madrid, disfrutando de la sensación de estar al volante y de tener a Pedri a mi lado. La ciudad estaba tranquila a esa hora, y el camino al mirador era familiar y reconfortante.

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Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora