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—[Gavi]—

Me desperté temprano en la mañana con un nudo en el estómago y mariposas revoloteando en mi pecho. La noticia que recibí ayer aún resonaba en mi mente como una melodía emocionante: ¡una oportunidad para entrenar con el primer equipo del FC Barcelona! ¡No cualquier adolescente podía decir eso¡ Me levanté de la cama con un cosquilleo de nerviosismo y emoción que me hacía temblar ligeramente. Después de tantos años de sacrificio y esfuerzo en la Masía, finalmente había llegado mi momento.

Me vestí con mi equipación azulgrana, sintiendo una mezcla de orgullo y ansiedad al ponerme la camiseta con el escudo del Barcelona. Cada paso que daba hacia el campo de entrenamiento era como un paso más cerca de cumplir mi sueño. Recordaba con cariño los días de infancia en los que admiraba a los grandes del Barcelona, soñando con el día en que pudiera seguir sus pasos y pisar el mismo césped que ellos.

Al llegar al campo de entrenamiento, fui recibido con palmaditas en la espalda y sonrisas de aliento por parte de mis compañeros del Barcelona B. Ellos sabían lo que esta oportunidad significaba para mí y me animaban con palabras de apoyo mientras me dirigía hacia el campo principal. Cada paso que daba hacia allí estaba cargado de emoción y nerviosismo; estaba a punto de enfrentarme a los mejores jugadores del mundo y tenía que demostrar que merecía estar entre ellos.

Al llegar al borde del campo, observé con asombro a los jugadores del primer equipo en acción. Cada movimiento, cada toque de balón, me dejaba boquiabierto. Me sentía abrumado por la grandeza que me rodeaba, pero también me sentía lleno de determinación y pasión por el juego. Había trabajado tan duro para llegar hasta aquí, sacrificando tiempo con amigos y familiares, pero cada momento había valido la pena por esta oportunidad.

Koeman y Messi me recibieron con una sonrisa amistosa y unas palabras de aliento. Me sentí aliviado al ver su rostro familiar entre la multitud de estrellas del fútbol. Ambos creían en mí, y eso me dio la confianza que necesitaba para enfrentar el desafío que tenía por delante. Me uní al entrenamiento con una sensación de determinación y gratitud, sabiendo que esta oportunidad era un regalo que no podía desperdiciar.

Durante la sesión de entrenamiento, me esforcé al máximo en cada ejercicio y cada juego práctico. Cada toque de balón era como una pincelada en un lienzo en blanco, una oportunidad para mostrar mi habilidad y mi pasión por el juego. Quería dejar una impresión duradera en el cuerpo técnico y en mis compañeros de equipo, demostrando que tenía lo necesario para competir al más alto nivel.

Al final del día, dejé el campo de entrenamiento con el corazón lleno de esperanza y el alma encendida por la emoción. Sabía que había dado lo mejor de mí y que había dejado una impresión positiva en el entrenador y en los jugadores del primer equipo. Ahora solo quedaba esperar y ver si mi actuación había sido suficiente para ganarme un lugar en el equipo que siempre había soñado representar.

Con paso ligero y una sonrisa en el rostro, me dirigí de regreso a casa, sintiendo una mezcla de alegría y nerviosismo por lo que el futuro podría deparar. Este era solo el comienzo de mi viaje hacia el éxito en el mundo del fútbol, y estaba decidido a aprovechar cada oportunidad que se presentara en mi camino.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora