-29-

315 26 26
                                    

—[Gavi]—

Arrastraba mis pies hacia la habitación, agotado y distraído. No había estado tan pendiente cuando dijeron con quiénes compartiríamos habitación; solo me repitieron el número de piso y me entregaron la llave. Mi mente seguía sumida en la discusión que había tenido con Pedri la noche anterior. Las palabras seguían resonando en mi cabeza, y el dolor emocional se mezclaba con el cansancio físico del viaje.

Encontré la puerta y la abrí. El clima estaba encendido, así que supuse que mi compañero ya había entrado a la habitación. Cerré la puerta detrás de mí y levanté la vista, solo para encontrarme cara a cara con Pedri.

El silencio se apoderó del ambiente, pesado y tenso. Ambos nos quedamos mirándonos, sin saber qué decir. Finalmente, fue Pedri quien rompió el silencio.

—Hola —dijo con voz suave, casi como un susurro.

—Hola —respondí, mi tono reflejando la sorpresa y el cansancio que sentía.

Pedri se veía igual de agotado. Sus ojos mostraban signos de una noche sin dormir, probablemente pensando en nuestra pelea y en todo lo que habíamos discutido. Nos habíamos herido mutuamente, y ahora estábamos pagando el precio.

—No sabía que íbamos a compartir habitación —comentó, tratando de aliviar la tensión.

—Yo tampoco. Supongo que nos tocará hacer las paces más rápido —dije, intentando forzar una sonrisa.

Pedri asintió, pero el gesto se sentía vacío. Sabía que ambos necesitábamos tiempo para procesar todo lo que había pasado, pero el destino parecía tener otros planes para nosotros.

—Mira, sobre lo de ayer... —comencé, pero Pedri levantó una mano para detenerme.

—No, déjalo. No quiero hablar de eso ahora. Estoy demasiado cansado para pelear de nuevo —dijo, dejándose caer en la cama.

—Yo tampoco quiero pelear, Pedri. Solo quiero que estemos bien —respondí, sentándome en la cama opuesta.

El silencio volvió a llenarnos, pero esta vez se sentía más como un respiro que como una barrera. Ambos necesitábamos un momento para respirar, para dejar que las heridas comenzaran a sanar. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero al menos estábamos juntos en esto, aunque fuera en silencio.

Esa noche, traté de dormir, pero mis pensamientos seguían volviendo a Pedri. Lo miré desde mi cama, observando cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración. Quería acercarme, hablar con él, arreglar las cosas de una vez por todas, pero no sabía cómo. El miedo de desencadenar otra pelea me mantenía en mi lugar.

Finalmente, me rendí a la fatiga y cerré los ojos, esperando que el sueño me llevase lejos de mis preocupaciones. Sabía que el día siguiente sería igual de duro, con entrenamientos intensivos y la constante tensión entre nosotros. Pero también sabía que no podía rendirme. Pedri significaba demasiado para mí como para dejar que una pelea nos destruyera.

—🌱—

Al despertar al día siguiente, sentí una leve esperanza. Tal vez, con el tiempo, podríamos encontrar una manera de superar esto. Tal vez, podríamos recuperar la confianza y la intimidad que habíamos perdido.

Mientras me vestía para el entrenamiento, miré a Pedri una vez más. Estaba sentado en la cama, atándose los cordones de las zapatillas. Nuestros ojos se encontraron y, por un breve momento, vi una chispa de lo que solíamos ser. Sonreí, y él me devolvió una pequeña sonrisa.

Era un pequeño paso, pero era un paso hacia adelante. Y por ahora, eso era todo lo que necesitaba.

Terminé de colocarme los zapatos sin atar los cordones como era costumbre. Estaba por meter los cordones dentro del zapato cuando sentí que alguien tocaba mi cabello.

—Anda, deja que te ayude —dijo Pedri, arrodillándose frente a mí.

Lo miré, sorprendido, mientras se inclinaba y comenzaba a atar los cordones de mis zapatos. Sus movimientos eran suaves y cuidadosos, y por un momento, me sentí transportado a tiempos más simples, cuando estas pequeñas acciones eran naturales entre nosotros.

—Gracias —murmuré, mi voz apenas audible.

Pedri levantó la vista y me sonrió, una sonrisa que contenía una promesa de esperanza y reconciliación. En ese momento, supe que, a pesar de todas las dificultades, aún había una oportunidad para nosotros. Estábamos heridos, pero no rotos. Y eso era suficiente para seguir luchando por nuestro amor.

—🌱—

Bajamos a desayunar, cada uno sumido en sus pensamientos. A pesar de la tensión que había entre nosotros, nos movíamos en sincronía, como si nuestro vínculo aún estuviera intacto. Nos sentamos en mesas separadas, pero el destino parecía empeñarse en mantenernos cerca el uno del otro.

En la fila para servir la comida, Pedri y yo volvimos a quedar juntos. Mientras picaba varias cosas, vi de reojo que ponía algo en su plato que sabía que no le gustaría. No pude evitar preocuparme por su bienestar, así que decidí intervenir.

—Eso no te va a gustar, además tiene... —me detuve, recordando que Pedri tenía una alergia leve al gengibre—, por lo que mi nariz deduce huele a gengibre, ¿no? Sabes que te sientan mal.

Pedri levantó la vista sorprendido, como si no esperara que me preocupara por él después de nuestra pelea. Su mirada se suavizó, y pude ver una mezcla de gratitud y sorpresa en sus ojos.

—Jo' gracias, Gavs. No me había dado cuenta —dijo, retirando el plato con cuidado y optando por algo diferente.

Asentí con una sonrisa, sintiendo un pequeño alivio al saber que había evitado que Pedri comiera algo que le haría daño. Aunque nuestra relación seguía en terreno inestable, estos pequeños gestos de cuidado mutuo eran un recordatorio de que aún nos importábamos el uno al otro.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora