-[Pedri]-
El ambiente en el estadio de Wembley era electrizante. Estábamos en la final de la Eurocopa, y aunque había soñado con este momento, nunca imaginé que lo viviría de esta manera. En lugar de estar en el campo, peleando cada balón, estaba en el banquillo, junto a Pablo. Ambos habíamos llegado hasta aquí, pero las circunstancias nos habían colocado en una posición diferente a la que habíamos planeado.
Mi lesión en las semifinales contra Alemania, causada por un desafortunado choque con Kroos, me había obligado a salir del campo al medio tiempo. Desde entonces, había hecho todo lo posible para recuperarme, pero no era suficiente. Los médicos decidieron que no debía arriesgarme en la final. A pesar de todo, no podía estar más agradecido de estar aquí, compartiendo este momento con Pablo.
Pablo, aunque aún en recuperación, estaba en el banquillo conmigo. Ambos habíamos luchado tanto por llegar a este punto, y aunque él no podía jugar, su presencia era un apoyo invaluable para mí. Nos colocaron en el segundo banquillo, un lugar reservado para aquellos que, por diversas razones, no podían saltar al campo, pero que eran esenciales para el equipo. Estábamos allí, observando todo con atención, compartiendo una mirada de entendimiento.
Durante el calentamiento, mientras veía a los chicos prepararse, sentí una mezcla de emociones. La frustración de no poder estar allí con ellos, mezclada con el orgullo de saber que habíamos llegado tan lejos juntos. Pablo, a mi lado, mantenía la mirada fija en el campo, sus manos entrelazadas en su regazo. Sabía que para él era igual de difícil, tal vez más.
—Nunca pensé que estaríamos aquí, así —murmuré, rompiendo el silencio entre nosotros.
Pablo me miró, su expresión serena pero con un brillo en los ojos que delataba sus emociones.
—No importa cómo llegamos, Pedri. Lo importante es que estamos aquí, juntos —respondió, colocando una mano en mi brazo.
El partido comenzó, y ambos nos inclinamos hacia adelante, siguiendo cada movimiento en el campo. Cada pase, cada tiro, cada bloqueo era como si estuviéramos jugando con ellos. A nuestro alrededor, los otros jugadores en el banquillo también estaban tensos, listos para entrar si se les necesitaba, pero en nuestra pequeña sección, había una sensación de camaradería silenciosa.
Dani Olmo, que había entrado en mi lugar en las semifinales, estaba jugando con una intensidad impresionante. Lo vi moverse con agilidad y determinación, y aunque me dolía no estar allí, me sentía orgulloso de cómo él y los otros chicos estaban manejando la presión.
El tiempo pasaba, y el marcador seguía en cero. Sabía que cada minuto que pasaba nos acercaba más a un momento decisivo. La tensión en el banquillo era palpable. Cada uno de nosotros estaba sumergido en sus pensamientos, en sus deseos de ver a España levantar el trofeo.
A mitad del segundo tiempo, hubo un pequeño descanso en el juego debido a una lesión menor en un jugador francés. Durante ese breve respiro, Pablo y yo intercambiamos unas pocas palabras.
—Pedri, pase lo que pase, estamos juntos en esto —dijo Pablo, su voz baja pero firme.
Lo miré y asentí, sintiendo un nudo en la garganta. Era en esos momentos de vulnerabilidad, cuando más apreciaba tenerlo a mi lado.
—Lo sé, Pablo. Y aunque no podamos estar en el campo, estamos aquí, apoyando al equipo, como siempre hemos hecho —respondí, apretando su mano brevemente.
El partido continuó y llegó a los minutos finales. Ambos estábamos en el borde de nuestros asientos, con el corazón latiendo con fuerza. Y entonces, en un giro inesperado, un contraataque rápido nos dio la ventaja. Gritos de alegría estallaron en el banquillo cuando el balón golpeó la red francesa.
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Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]
Fanfiction¿Y si Pedri realmente hubiese quedado en esas pruebas para el Real Madrid? Pablo hubiese ascendido una temporada antes al primer equipo. Ambos en equipos contraeos y si bien el canario tiene la fascinación por el club azulgrana. El sevillano no pare...