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-[Pedri]-

La cena en el restaurante continuaba, y no podía evitar sentirme lleno de amor y gratitud. Miraba a Pablo mientras jugaba con las hijas de Lewa y Ana. La forma en que interactuaba con ellas me derretía el corazón. Las niñas se reían y se aferraban a él, encantadas con los trucos y las historias que les contaba.

—¡Pabli, haz el truco de la moneda otra vez! —pidió la más pequeña, con ojos brillantes.

—Claro, pero solo si prometes no contarle a nadie mi secreto. —respondió él, guiñando un ojo.

—¡Prometido! —dijeron al unísono.

Mientras las niñas observaban atentamente, Pablo hizo desaparecer una moneda y luego la sacó detrás de la oreja de una de ellas. Las risas y los gritos de sorpresa llenaron el aire, y no pude evitar sonreír al ver la alegría en sus rostros.

Poco después, Anna le pasó a Pablo a su bebé para que la sostuviera un momento. Ver a Pablo con el bebé en brazos, tan natural y cariñoso, me llenaba de ternura. La pequeña se acomodó en sus brazos, y Pablo le hizo caras graciosas, provocando una risita adorable.

—¿Te importa sostenerla un momento mientras voy al baño? —le pidió a Anna, quien asintió con una sonrisa.

—Claro, Pablo. —dijo Anna, tomando suavemente a su princesa.

Pablo se levantó y se dirigió al baño, y aproveché ese momento para hablar con nuestras familias sobre algo muy importante.

—Quiero compartir algo con ustedes. —dije, mi voz algo temblorosa por los nervios.

Todos me miraron expectantes, y sentí el apoyo en sus ojos.

—He estado pensando mucho y... quiero pedirle matrimonio a Pablo. —solté finalmente, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba.

Las caras de sorpresa se transformaron rápidamente en sonrisas de alegría. Mis padres, Fernando y María, se miraron con orgullo.

—¡Eso es maravilloso, hijo! —dijo mi madre, emocionada.

Lewa me dio una palmada en la espalda, mostrando su apoyo.

—Sabíamos que llegaría este día. Estamos muy felices por ustedes. —dijo con una sonrisa.

—¿Cuándo planeas hacerlo? —preguntó Ana, la esposa de Lewa.

—Pronto. De hecho, ya tengo un plan. —respondí, tomando aire. —He conseguido entradas para el concierto de Quevedo, y quiero que sea esa noche. Creo que será un momento perfecto.

Aurora, la hermana de Pablo, sonrió ampliamente.

—Pablo va a estar tan emocionado. Estoy segura de que dirá que sí. —dijo, con una chispa en los ojos.

La conversación continuó, llenándome de confianza y emoción. Justo en ese momento, vi a Pablo regresar del baño. Cambié rápidamente de tema, no queriendo arruinar la sorpresa.

Pablo volvió a la mesa y se sentó a mi lado, recibiendo de nuevo a su hermana en sus brazos. La niña sonrió al verlo, y Pablo la acomodó cuidadosamente en su regazo.

—¿De qué hablaban? —preguntó, mientras jugaba con la pequeña.

—Nada interesante, solo de los partidos de la próxima temporada. —respondí, pero noté un tono nervioso en mi voz.

Decidí no insistir y lo dejé pasar. Pedri, tratando de cambiar de tema, puso sus manos sobre la mesa y entrelazó sus dedos con los míos. Ese simple gesto me hizo sentir mejor.

Estábamos rodeados de nuestras familias, compartiendo momentos libres y felices. No tenía idea de que Pedri había reservado todo el restaurante solo para nosotros, para que pudiéramos estar tranquilos, sin miedo a que alguien nos tomara una foto y la subiera a alguna red social. La privacidad era un lujo que rara vez podíamos permitirnos, y esa noche era solo para nosotros.

Sentí una profunda gratitud por tener a Pedri y nuestras familias a mi lado. Esta noche era especial, no solo por la compañía, sino porque simbolizaba nuestra libertad de ser quienes éramos, juntos y sin miedo.

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Después de la cena, mientras caminábamos por el parque cercano al restaurante, tomé la mano de Pablo, queriendo compartir con él mi plan inmediato.

—Pablo, tengo algo que decirte. —comencé, tratando de mantener la calma.

—¿Qué pasa? —preguntó, mirándome con curiosidad.

—Conseguí entradas para el concierto de Quevedo. —dije, sonriendo.

—¿En serio? ¡Eso es increíble! —respondió, visiblemente emocionado.

—Sí, y me encantaría que me acompañaras. Creo que será una noche especial. —agregué, mirando sus ojos con intensidad.

—Por supuesto, me encantaría ir contigo. —respondió, su sonrisa iluminando su rostro.

Nos abrazamos, sintiendo la emoción del momento. Sabía que esa noche en el concierto sería el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas, y no podía esperar a que llegara el momento.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora