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—[Pedri]—

La noche después de nuestra pelea, apenas pude dormir. Las palabras hirientes seguían resonando en mi mente, y el dolor de la discusión con Pablo se sentía como una herida abierta. Nos habíamos reconciliado en cierto modo, pero aún había muchas cosas sin resolver entre nosotros. El próximo día era crucial: teníamos que partir a Qatar, y la tensión estaba en su punto más alto.

Cuando me levanté, el agotamiento emocional me pesaba más que el físico. Hice mis maletas en silencio, tratando de mantener la mente despejada y enfocada en el Mundial. Sin embargo, cada pensamiento volvía a Pablo y a nuestra relación fracturada. Quería encontrar una manera de recuperar la confianza y la intimidad que habíamos perdido, pero no sabía cómo hacerlo.

En el vestíbulo del hotel, vi a Pablo a lo lejos. Estaba hablando con algunos compañeros, y aunque mi corazón quería acercarse, mi orgullo me mantuvo en mi lugar. Sentía una mezcla de amor y frustración. Desde nuestra reconciliación, habíamos estado caminando sobre cáscaras de huevo, tratando de evitar más conflictos, pero eso solo hacía que la distancia entre nosotros creciera.

La discusión de anoche seguía fresca en mi memoria. La foto de Pablo con Fermín había sido un error, un descuido que se había convertido en un catalizador para nuestra pelea. Pablo la había subido pensando que solo sus amigos cercanos la verían, pero accidentalmente la publicó en su perfil público. Al ver la foto, me sentí traicionado e inseguro, y las palabras duras que intercambiamos solo empeoraron las cosas.

El día transcurrió lentamente. Intenté concentrarme en los entrenamientos y las reuniones, pero mi mente siempre volvía a Pablo. En un momento, lo vi mirando su teléfono con frustración. Parecía que intentaba llamarme, pero no lograba contactarme. Mi corazón se apretó al ver su expresión de desesperación.

Esa noche, antes de partir a Qatar, el ambiente en el hotel estaba tenso. Todos estábamos nerviosos por el viaje y los partidos que teníamos por delante, pero mi mente seguía en nuestra pelea. Necesitaba hablar con Pablo, pero no sabía cómo acercarme sin desencadenar otra discusión.

—🌱—

En el aeropuerto, me había alejado de todos. Pablo estaba con sus compañeros del Barça, más rodeado de Eric y Ansu, que desde que lo conocí sabía que eran sus mejores amigos, claro, hasta que Fermín volvió a su vida.

Estaba algo distraído desde ayer, así que no noté cuando se me acercó.

—Pedri, ¿crees que podemos hablar? —me preguntó con un tono bajo, que significaba clara paz.

Levanté la vista y lo vi con una mirada vacía.

—No, me dejaste las cosas bastante claras —respondí, mi voz quebrándose mientras me alejaba.

Me fui a otro lado buscando a Ferran para no estar solo, pues Carvajal no estaba cerca. El viaje a Qatar fue un torbellino de emociones y preparativos. Intenté concentrarme en el fútbol, en los partidos que se avecinan, pero cada vez que veía a Pablo, sentía una mezcla de amor, dolor y arrepentimiento. Sabía que ambos queríamos arreglar las cosas, pero necesitábamos encontrar una manera de hacerlo sin causar más daño.

Mientras el avión despegaba, miré por la ventana, pensando en nuestra relación y en cómo podríamos superar este obstáculo. Sabía que el camino sería difícil, pero también sabía que nuestro amor era fuerte. Con el tiempo y el esfuerzo, esperaba que pudiéramos encontrar el camino de regreso el uno al otro, más fuertes y más unidos que nunca.

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Aterrizamos en Qatar y fui de los primeros en salir del avión. Al bajar, me fijé en cómo Eric se esforzaba en despertar a Pablo, algo que sabía perfectamente que no era nada fácil. Llevarlo de un lado a otro cuando estaba medio dormido era una tarea titánica.

Llevaba los cascos puestos y no presté atención a lo que me hablaban a menos que alguien se me acercara directamente. Subí al autobús y me dirigí hacia los últimos asientos. Quedaba un pequeño trayecto, aunque a su vez parecía largo, hasta el complejo donde nos alojaríamos.

Mientras esperaba, lo vi entrar al bus. Se quedó en los primeros asientos junto a Busquets, quien se reía del soñoliento Gavi. A decir verdad, la faceta medio dormida de Pablo era la más hermosa y peligrosa. Si le decías algo que no le gustaba en ese estado, se encendía y se enojaba todo el día. En cambio, si lo despertabas amorosamente, eso tendrías todo el día.

Mi vista seguía fija en la parte delantera donde se había sentado. De repente, sentí cómo alguien se acomodaba a mi lado. Volteé para encontrarme con Ferran.

—¿Cómo estás, tío? —me preguntó Ferran, intentando iniciar una conversación ligera.

—He estado mejor, la verdad —respondí, tratando de sonreír, aunque sabía que mi expresión no lo lograba.

Ferran asintió, entendiendo sin necesidad de más explicaciones. Siempre había sido alguien en quien podía confiar para hablar de lo que fuera, pero en ese momento, las palabras parecían inútiles.

—Sabes, estas cosas pasan. Las relaciones siempre tienen altibajos, sabes que Sira y yo les apoyaremos si lo necesitan.—comentó, mirando por la ventana.

—Lo sé, Ferran. Solo que esto se siente diferente, como si estuviéramos en un punto de no retorno —admití, dejando salir un suspiro profundo.

El viaje al complejo fue en silencio después de eso. Sabía que Ferran estaba ahí para apoyarme, pero también sabía que tenía que resolver esto con Pablo directamente. No podíamos seguir evitando la conversación que realmente importaba.

Al llegar al complejo, todos estábamos ansiosos por instalarnos y descansar antes de los entrenamientos intensivos que nos esperaban.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora