-60-

199 23 17
                                    

—[Pedri]—

La decisión estaba tomada: iba a pedirle matrimonio a Pablo durante el concierto de Quevedo. Sabía que ese momento sería perfecto, y quería que todo fuera especial. Por eso, le pedí ayuda a Fermín, uno de los mejores amigos de Pablo y una persona en la que confiaba completamente.

Ese día, después del entrenamiento, le escribí a Fermín: "¿Tienes un sitio para pasar a recogerlo? Necesito tu ayuda con algo importante".

Fermín respondió casi de inmediato: "¿Estas en Barcelona? Vale te veo cerca de la ciudad deportiva"

—🌱—

Cuando Fermín llegó, lo recibí con una sonrisa y lo llevé al auto.

—Gracias por venir, Fermín. —dije mientras nos acomodábamos en los asientos.

—No hay problema, Pedri. ¿Qué necesitas? —preguntó, curioso.

—He estado rondando la idea de pedirle matrimonio a Pablo. Sé que es tu mejor amigo, y quiero que me ayudes a diseñar el anillo con el que lo haré. —expliqué mientras conducía hacia la joyería favorita de Pablo.

Fermín se quedó en silencio por un momento, asimilando lo que acababa de decir. Luego, una sonrisa apareció en su rostro.

—¡Eso es increíble, Pedri! Por supuesto que te ayudaré. Vamos a hacer que sea el anillo perfecto para él. —respondió con entusiasmo.

Llegamos a la joyería y entramos. La atmósfera elegante y los brillantes mostradores llenos de joyas me hicieron sentir aún más emocionado. Había reservado una cita con el joyero, quien nos recibió con amabilidad.

—Hola, tengo una reservación con un asesor, mi nombre es Pedro López. Venimos por un diseño personalizado. —le dije al joyero.

El joyero asintió, guiándonos hacia una mesa donde nos mostró diferentes opciones de diamantes y estilos de anillos.

—Quiero que sea algo único, algo que realmente represente nuestra relación. —le expliqué.

Fermín y yo pasamos la siguiente hora seleccionando cada detalle del anillo. Fermín conocía bien los gustos de Pablo y sus sugerencias fueron invaluables. Finalmente, teníamos un diseño que sabía que a Pablo le encantaría.

—🌱—

Esa noche, mientras conducía con Fermín de copiloto, me sentí aliviado y emocionado. Sabía que el anillo era perfecto, pero aún quedaba mucho por hacer para que la propuesta fuera inolvidable.

—Gracias por tu ayuda, Fermín. —le dije sinceramente.

—No hay de qué, Pedri. Va a ser un momento increíble. Pablo es muy afortunado de tenerte. —respondió con una sonrisa.

Esa noche fuimos a cenar y hablamos toda la tarde sobre todo lo que tenía planeado para ello, le conté todo detalladamente. Explicándole por qué necesitaba su ayuda, Fermín me comentó que probablemente tendría que hablar con Lewandoski por qué si bien no era el padre de Pablo, era muy cercano y Pablo lo quería mucho.

—🌱—


La venta de entradas comenzaba a la medianoche, y Fer y yo estábamos preparados. Nos habíamos instalado en mi apartamento, con nuestras computadoras y teléfonos listos, refrescando las páginas cada pocos segundos.

—Este concierto va a ser increíble, tío. No podemos perdérnoslo. —dijo Fer, su entusiasmo palpable.

—Totalmente de acuerdo. Y además, tengo un plan muy especial para ese día. —respondí, una sonrisa nerviosa en mis labios.

Fer me miró con curiosidad.

—¿Qué plan? ¿Que estás tratando pepi?—preguntó, levantando una ceja.

—Bueno... Uff voy a pedirle matrimonio a Gavi. —dije, tratando de contener mi emoción.

Fer soltó una carcajada, dándome una palmada en la espalda.

—¡Eso es genial, Pedri! Tienes que contarlo todo. Pero primero, consigamos esas entradas. —dijo, redoblando sus esfuerzos en la página web.

Minuto a minuto, la tensión aumentaba. La página colapsaba y teníamos que volver a empezar. Finalmente, después de lo que parecieron horas, Fer logró asegurar dos entradas.

—¡Lo conseguimos! —exclamó, levantando la mano para chocar con la mía.

—¡Sí! —respondí, sintiendo una oleada de emoción y alivio.

No nos dimos cuenta de lo tarde que se había hecho hasta que vi la hora en mi teléfono. Eran casi las 3 de la mañana.

—Mierda, Fer. Tengo entrenamiento en unas horas. —dije, sintiendo el peso del cansancio de golpe.

—Lo siento, tío. No me di cuenta de la hora. —dijo Fer, visiblemente preocupado.

—No pasa nada. Solo necesito descansar un poco. Nos vemos mañana. —respondí, tratando de sonar despreocupado.

—🌱—

El entrenamiento al día siguiente fue duro. Muy duro. Me había dormido apenas unas pocas horas y mi cuerpo lo sentía. Cada ejercicio, cada pase, todo requería un esfuerzo extra.

—Pedri, ¿estás bien? —preguntó el entrenador, notando mi falta de energía.

—Sí, Mister. Solo una noche larga. —respondí, tratando de restarle importancia.

Pero no fue fácil. Sentía que cada movimiento era un desafío, y mis compañeros también lo notaron.

—Vamos, Pedri. ¡Puedes hacerlo mejor! —gritó uno de ellos durante una de las prácticas. La presión que estaba en mi desde mi lesión me estaba matando lentamente, pero saque toda mi resistencia.

Respiré hondo, tratando de concentrarme. No quería que me afectara tanto, pero sabía que tenía que ser más responsable

—🌱—


Días después, con los boletos para el concierto de Quevedo ya asegurados. Nos quedamos despiertos toda la noche, esperando en la cola para conseguir también unos boletos para el concierto de Coldplay que sería meses después. Sabía cuánto le gustaba a Pablo su música, y quería que ese también fuera un regalo especial para él.

Finalmente, cuando obtuvimos los boletos, me sentí más preparado que nunca para la propuesta. Tenía todo planeado: el anillo perfecto, los conciertos, y la determinación de demostrarle a Pablo cuánto lo amaba.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora