—[Pedri]—Ver a Pablo triste es una de las cosas que más detesto en este mundo. Aunque tratara de disimularlo, su tristeza era palpable, incluso a través de mensajes de texto.
Los días previos a la entrega del Balón de Oro y el Trofeo Kopa deberían haber sido momentos de anticipación y emoción para él, el reconocimiento a su arduo trabajo y talento indiscutible. Sin embargo, los partidos de esa semana lo habían dejado exhausto, y su ánimo no era el mejor.
Pero lo más importante en ese momento era que Pablo había venido a visitarme. Lo guié al balcón de mi apartamento, donde había un sillón muy bonito, con delicadeza, me explicó la situación con sus padres, como si fuera un secreto que solo yo mereciera conocer. Incluso llegó a una parte de la historia en la que su voz se quebró, incapaz de seguir hablando. Lo atraje hacia mí, ofreciéndole mi hombro y mi apoyo incondicional mientras dejaba que las lágrimas fluyeran.
En un momento me subió a su regazo en donde yo lo abracé entre mis brazos. En ese momento, no estaba viendo al Gavi siempre tranquilo y enfocado en su juego, que todos conocían. Estaba viendo a Pablo, el niño que había sido influenciado y manipulado por sus padres, tratando desesperadamente de encajar en un molde que nunca le perteneció. Y en ese momento, me di cuenta de lo injusto que era para él tener que cargar con esa carga emocional y el peso de las expectativas de otros.
Mientras lo abrazaba, podía sentir su corazón latiendo con fuerza, su respiración entrecortada por el llanto contenido durante tanto tiempo. Me dolió verlo así, vulnerable y herido por las palabras y acciones de quienes deberían haberlo apoyado incondicionalmente.
Durante horas, estuvimos juntos, compartiendo confidencias y recuerdos, desentrañando las complejidades de su relación con sus padres y cómo eso había afectado su vida y su identidad. Me contó historias que nunca antes había compartido con nadie, revelándome facetas de su personalidad que solo había intuido superficialmente. Como su faceta en el campo de juego solo era una barrera para que nadie pudiera lastimarlo, como realmente algunos de sus compañeros lo conocían tan bien y lo sacaban de líos que sabían que él no quería causar.
—Lo que no te pude contar hace rato fue... Yo hace algunos años tenía a mi mejor amigo el cual amaba demasiado, al punto de extenderse a algo más que una amistad. Era mutuo claro, todo iba bien, las personas que me criaron lo conocían y les agradaba. Hasta que un día pensando que volverían tarde a casa el y yo nos tumbamos en el césped, éramos unos niños, un piquito o ya sabes el jugando con mi cabello.– se quedó callado de pronto —No sabía que en casa en ese entonces habían puesto cámaras, y que mi madre las estaba viendo en ese momento, y bueno lo grabo y se lo envía a mi padre. Ambos esperaron a que Fermín se fuese a casa.– Observaba cómo jugaba con los anillos de sus manos, tomando sus manos entre las mías para que se sintiera seguro. —Después de eso, no mentiré recibí una muy larga e incómoda charla del por qué seguramente me iré al infierno. Me cambiaron de número de móvil y borraron todo lo que tenía que ver con él, pidieron a la masia que me moviera con otro grupo de entrenamiento. No se habló una palabra más de él en casa.
Mientras escuchaba atentamente las palabras de Pablo, sentí un nudo en la garganta al comprender el peso de su historia. La tristeza y el dolor que emanaban de cada palabra me conmovieron profundamente, haciéndome darme cuenta de la magnitud del sufrimiento que había soportado en silencio durante tanto tiempo.
Su relato me transportó a ese momento en el césped, cuando la inocencia de su amor se vio traicionada por la intolerancia y el prejuicio de quienes deberían haberlo protegido y apoyado incondicionalmente. Me sentí impotente ante la injusticia de su situación, la crueldad de aquellos que lo juzgaron y condenaron por amar a quien quería.
Tomé sus manos entre las mías, sintiendo la necesidad de transmitirle todo mi apoyo y solidaridad en ese momento tan difícil. Quería que supiera que no estaba solo, que yo estaría ahí para él en cada paso del camino.
—Lo siento mucho, Pablo —susurré con voz entrecortada por la emoción—. Nadie debería pasar por algo así, mucho menos alguien tan joven y lleno de amor como tú. Es injusto y cruel lo que te hicieron, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Siempre estaré a tu lado, sin importar qué. Eres valiente y fuerte, y juntos superaremos esto. ¿Vale? No voy a dejar que ellos vuelvan a dañarte.– le doy besitos en toda su carita
Mis palabras parecían apenas un susurro en comparación con la tormenta de emociones que se agitaban dentro de mí. Quería hacer todo lo posible para consolar a Pablo, para aliviar su dolor y demostrarle cuánto significaba para mí.
Con cuidado, levanté su rostro para que nuestros ojos se encontraran, quería que viera la sinceridad y la determinación en mi mirada.
—Pablo, escúchame bien —dije con voz firme pero llena de ternura—. Tú eres más fuerte de lo que crees, más valiente de lo que imaginas. Lo que tus padres hicieron fue injusto y cruel, pero no defines tu valor por las acciones de los demás. Eres una persona increíble, llena de amor y bondad, y mereces ser feliz.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras absorbía mis palabras con atención, buscando consuelo y apoyo en ellas.
—No estás solo en esto, Pablo. Tienes a personas que te aman y te apoyan, y yo estaré aquí para ti en cada paso del camino. Prometo que lucharé a tu lado, que enfrentaremos juntos cualquier desafío que se nos presente. Tú y yo somos más fuertes juntos, y no permitiré que nadie te lastime nunca más. ¿De acuerdo?
Sus labios temblaron mientras asimilaba mis palabras, y sentí un nudo en la garganta al ver el dolor reflejado en su rostro. Pero también vi determinación y esperanza, una chispa de luz en medio de tanta oscuridad.
—No sabes cuanto quisiera expresar lo que siento, pero simplemente no se me da. Pero te quiero ¿vale?– tomo mi rostro en sus manos —Realmente agradezco a lo que sea que exista que te haya enviado a mi.
Me dio un piquito, en ese momento sabía que no sabía cómo más expresarse. Así que acepte su beso para que se sienta más tranquilo.
Me conmovió profundamente saber que, a pesar del dolor que enfrentaba, Pablo encontraba consuelo en nuestro vínculo y se sentía agradecido por mi presencia en su vida.
—Pablo, no necesitas decir más —respondí con voz suave, sintiendo un nudo en la garganta ante su vulnerabilidad y sinceridad—. Tus palabras significan todo para mí, y sé que tu amor trasciende cualquier expresión verbal. Estoy aquí para ti, en cada momento, en cada circunstancia.
Dejé que sus manos acariciaran mi rostro, sintiendo su ternura y su necesidad de conexión. Cuando sus labios buscaron los míos en un suave beso, lo recibí con amor y ternura, sabiendo que era su forma de expresar lo que su corazón no podía decir con palabras.
Nos quedamos así, envueltos en el calor y la seguridad de nuestro amor mutuo, encontrando consuelo y fortaleza el uno en el otro. En ese momento, supe que no importaba lo que enfrentáramos en el futuro, mientras estuviéramos juntos, podríamos superarlo todo.
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Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]
Fanfiction¿Y si Pedri realmente hubiese quedado en esas pruebas para el Real Madrid? Pablo hubiese ascendido una temporada antes al primer equipo. Ambos en equipos contraeos y si bien el canario tiene la fascinación por el club azulgrana. El sevillano no pare...