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—[Gavi]—

Al llegar a Barcelona, me dirigí directamente a casa. La familiaridad de las calles y los edificios conocidos me reconfortaba después de un día lleno de emociones. Entré en la casa y solté mi maleta en el recibidor, buscando a mi hermana, Aurora. Recorrí las habitaciones pero no la encontré. Decidí llamarla, esperando que estuviera en casa.

—¿Hola? —contestó después de unos tonos.

—¿Rora? Soy yo, Pablo. ¿Dónde estás?

Hubo un breve silencio antes de que ella respondiera, con tono despreocupado:

—¡Ay, estrellita! Pensé que no pasarías las fiestas en casa, pense que las pasarías con tu novio, así que me vine a Sevilla con Álvaro y su familia. ¿Por qué, qué pasa?

Sus palabras me golpearon como una bofetada. No había esperado que ella se fuera sin siquiera decírmelo. Aunque intenté ocultar mi decepción, no pude evitar sentirme traicionado.

—Oh, entendido. No te preocupes, solo estaba buscándote. Disfruta tus vacaciones con Álvaro y su familia. Cuídate por favor Rora.

Colgué, sintiendo un nudo en la garganta. Mi hermana siempre había sido mi apoyo, mi roca. Pero ahora, parecía que las cosas habían cambiado, y yo me sentía abandonado.

Después de un momento de reflexión, decidí dejar pasar el asunto. No quería confrontarla ni arruinar sus vacaciones. Sin embargo, algo en mí seguía dudando de sus palabras.

Más tarde, cuando me encontraba solo en mi habitación, la curiosidad me llevó a abrir una cuenta de Instagram anónima, desde donde pude mirar sin ser detectado el perfil de Aurora. No había seguido a nadie ni tenía seguidores, por lo que pude explorar su perfil con libertad.

Y ahí estaban: historias de Aurora con nuestros padres y Álvaro, disfrutando de unas vacaciones en Sevilla. Las imágenes mostraban sonrisas, paisajes soleados y momentos de felicidad familiar que me dolieron al verlos. Era como si hubiera sido excluido de algo importante para ella.

A pesar del dolor y la sensación de traición, opté por no confrontarla. Decidí guardar mis sentimientos para mí mismo, al menos por ahora. No quería empañar sus vacaciones ni causarle preocupaciones innecesarias.

Esa noche, mientras me acostaba en la cama, pensé en la distancia que parecía crecer entre Aurora y yo. Me pregunté si algo había cambiado realmente o si simplemente estaba sobreinterpretando las cosas. Pero una cosa era segura: aunque me doliera, estaba decidido a respetar su espacio y a esperar el momento adecuado para abordar nuestras diferencias. Además era mi culpa por decirle cosas mientras ella peleaba conmigo.

Con esos pensamientos, me sumí en un sueño inquieto, esperando que el tiempo y la distancia pudieran aclarar las cosas entre nosotros.

—🌱—

La Navidad había llegado a Barcelona con una calma tensa que solo acentuaba mi soledad. Mis compañeros de equipo y amigos estaban dispersos, celebrando con sus familias o en lugares cálidos, lejos de la ciudad. Mientras tanto, yo me encontraba solo en mi departamento, enfrentando el vacío de las festividades sin la presencia de mis seres queridos.

Intenté mantenerme ocupado, viendo una película y preparando una cena sencilla para mí mismo. Sin embargo, cada sonido de risas y festividad afuera solo hacía más palpable mi soledad. Evitaba las redes sociales, donde las imágenes de reuniones familiares y regalos compartidos inundaban mi feed, recordándome lo que me faltaba.

Justo cuando me resignaba a pasar la noche solo y ponia una de las nada saludables pizzas congeladas en el horno recibi una llamada, suspire y deje la pizza en el horno cerrandolo y caminando a la sala a por mi telefono.

-¿si diga?- cuestione, contestando el telefono

—¡Pablo! ¡Feliz Navidad, amigo! —exclamó con entusiasmo desde el otro lado de la línea.

—Feliz Navidad, Fermín —respondí, intentando sonar más animado de lo que realmente me sentía.

—Oye, tenía pensado pasarme por tu casa para darte tu regalo de Navidad. ¿Te vendría bien?

Mi primera reacción fue negarme. No quería que Fermín viera cómo pasaba la Navidad solo, sin la compañía de mi familia ni de Aurora. Pero después de pensarlo un momento, me di cuenta de que rechazarlo solo agravaría mi sensación de aislamiento.

—Claro, Enano. Estaré aquí. Gracias.

Colgué el teléfono y me preparé para su visita, sintiendo un nudo de nerviosismo en el estómago. No quería que me viera en este estado de ánimo, pero también anhelaba la compañía de un amigo cercano.

—🌱—

Poco después, sonó el timbre y corrí a abrir la puerta. Fermín entró con una sonrisa luminosa, llevando un pequeño paquete envuelto en papel brillante.

—¡Feliz Navidad, hombre! —dijo, entregándome el regalo.

—Gracias, Fermín. Tú también. Pasa, por favor.

Lo guié hacia el salón, donde nos sentamos y empezamos a charlar. Fermín me contó sobre su familia, sus planes para las vacaciones y las bromas típicas que compartíamos desde hace años. Poco a poco, mi ánimo empezó a mejorar, sintiéndome menos solo y más conectado.

Cuando abrí el regalo de Fermín, encontré una foto enmarcada de nosotros dos en un partido de fútbol cuando éramos tan solo niños, celebrando un gol y tambien una foto de ahora de nosotros celebrando su primer gol con el primer equipo. Las palabras grabadas en el marco decían: "Together or nothing". Sentí un nudo en la garganta al ver el gesto significativo de Fermín, recordándome la importancia de la amistad en momentos difíciles como este.

—Gracias, Rubio. Significa mucho para mí —le dije sinceramente. Las lagrimillas de felidad escurrian de mis ojos

—Siempre haz sido especial estrelllita. Aun sabiendo lo que paso entre nosotros, siempre estaré aquí para ti, en las buenas y en las malas —respondió él con calidez.

Nos abrazamos con fuerza, reconociendo la profundidad de nuestra amistad. En ese momento, supe que aunque estuviera solo físicamente esta Navidad, no lo estaba realmente. Tenía a amigos como Fermín que iluminaban mi camino incluso en las noches más oscuras.

—🌱—

Después de que Fermín se marchó, me senté solo en el sofá, reflexionando sobre el día y todo lo que había pasado. Aunque la tristeza seguía ahí, también sentía un rayo de esperanza. Sabía que el camino hacia adelante no sería fácil, pero con amigos como Fermín a mi lado, estaba seguro de que podría superar cualquier desafío que la vida me presentara.

Y así, en la quietud de mi apartamento, encontré una pequeña chispa de alegría y gratitud en medio de la oscuridad. La Navidad sola no había sido como la había imaginado, pero había encontrado consuelo en la amistad y la generosidad de aquellos que realmente me querían.

Con esa certeza en mi corazón, me recosté en el sofá y dejé que el sueño me envolviera, sabiendo que mañana sería un nuevo día lleno de posibilidades y oportunidades para encontrar la felicidad, incluso en los momentos más inesperados.

Dest 🪷.

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora