—[Gavi]—
Esa tarde en Sevilla estaba gris, como si el cielo supiera lo que iba a pasar. Cuando llegué al hospital, mi corazón latía con fuerza, y mis manos temblaban. Aurora me había estado hablando durante todo el viaje, pero apenas registré sus palabras. Mi mente estaba atrapada en los recuerdos de mi infancia, en esos momentos que había intentado enterrar durante tantos años. Y ahora, estaba a punto de enfrentar lo que siempre había temido.
Cuando entré en la habitación, lo vi ahí, postrado en la cama, tan diferente de como lo recordaba. Mi padre siempre había sido una figura fuerte, un hombre que parecía inquebrantable. Pero ahora... ahora solo era una sombra de lo que alguna vez fue. Parecía tan frágil, tan... humano.
Aurora me apretó el hombro, dándome el valor que necesitaba para dar el siguiente paso. Con la garganta seca, me acerqué a la cama, sintiendo una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar. La rabia, la tristeza, el amor... todo se mezclaba en un torbellino dentro de mí.
—Papá... —susurré, mi voz rompiéndose en la última sílaba.
Sus ojos se abrieron lentamente, y por un momento, no supe si me reconocía. Pero entonces, vi cómo una chispa de reconocimiento aparecía en su mirada, y su mano temblorosa se extendió hacia mí.
—Pablo... —dijo, su voz apenas un susurro.
Me incliné hacia él, tomando su mano entre las mías. Estaba fría, frágil, pero aún tenía algo de la fuerza que recordaba.
—Estoy aquí, papá —le respondí, y sentí cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.
Hubo un largo silencio, roto solo por el sonido de su respiración débil. No sabía cómo empezar, no sabía qué decir. Durante tanto tiempo, había llevado este peso dentro de mí, este resentimiento que nunca había sabido cómo expresar. Pero ahora, en ese momento, todas esas palabras no parecían importar.
—Lo siento —dijo de repente, su voz apenas audible—. Siento tanto... por todo.
Me quedé en silencio, dejando que sus palabras se hundieran en mí. Siempre había esperado algo así, alguna forma de disculpa, alguna señal de que entendía el daño que había causado. Y ahora que finalmente lo tenía, no sabía qué hacer con ello.
—Yo también lo siento, papá —respondí, mi voz temblando—. Siento haberme alejado, siento haber guardado tanto rencor... pero fue difícil. Fue muy difícil.
Él asintió, como si entendiera perfectamente lo que estaba diciendo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y en ese momento, todo lo que había quedado sin decir durante tantos años pareció desaparecer.
—Te he extrañado... tanto —murmuró, apretando mi mano con la poca fuerza que le quedaba.
—Yo también —dije, dejando que mis lágrimas cayeran libremente—. He intentado seguir adelante, he intentado ser fuerte, pero siempre he sentido tu ausencia. Siempre.
Nos quedamos así, en silencio, permitiendo que ese momento fuera suficiente para cerrar las heridas del pasado. Sentí cómo una paz inesperada comenzaba a instalarse en mi corazón, como si, por fin, hubiera encontrado la reconciliación que tanto necesitaba.
Aurora estaba junto a nosotros, y cuando finalmente solté la mano de mi padre, me abrazó con fuerza, dejándome saber que no estaba solo. Sabía que ella también había sufrido, que ella también había cargado con su propio dolor, pero en ese momento, estábamos unidos por algo más grande.
Las horas pasaron, y el silencio en la habitación se hizo más pesado. Mi padre respiraba cada vez con más dificultad, y supe que el final estaba cerca. Me quedé a su lado, sujetando su mano, susurrándole palabras de amor y perdón. Quería que supiera que, a pesar de todo, siempre lo había amado.
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Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]
Fanfic¿Y si Pedri realmente hubiese quedado en esas pruebas para el Real Madrid? Pablo hubiese ascendido una temporada antes al primer equipo. Ambos en equipos contraeos y si bien el canario tiene la fascinación por el club azulgrana. El sevillano no pare...