-25-

370 28 16
                                    

—[Gavi]—

Después de un día agotador, finalmente me encontraba en mi habitación, tratando de relajarme un poco. El entrenamiento había sido intenso, y mi mente seguía llena de pensamientos sobre el Mundial, las discusiones en casa y, por supuesto, Pedri. Mientras intentaba desconectar un poco, decidí que era momento de revisar mi teléfono.

Vi que tenía una llamada perdida de Pedri y un mensaje de voz. Mi corazón dio un vuelco al leer su nombre en la pantalla. Sabía que teníamos que hablar, que necesitábamos resolver las cosas entre nosotros. Pero antes de que pudiera escuchar el mensaje o devolver la llamada, mi móvil se apagó de repente. La batería estaba completamente agotada.

—¡Mierda! —murmuré, frustrado.

Miré a mi alrededor, buscando el cargador, pero no lo encontraba por ninguna parte. Justo entonces, Ansu entró en la habitación, fresco de una ducha, con una toalla alrededor de su cuello.

—Ey, Ansu, ¿sabes dónde está mi cargador? No puedo encontrarlo y necesito hacer una llamada urgente —le pregunté, tratando de mantener la calma.

Ansu levantó una ceja, sorprendido por mi tono de urgencia, pero luego sonrió comprensivamente.

—No tengo idea, tío. Pero si es tan urgente, ¿por qué no usas el mío? —ofreció, señalando su cargador en el otro lado de la habitación.

—Gracias, pero realmente necesito hablar con Pedri ahora mismo. ¿Sabes dónde está su habitación? —pregunté, tratando de contener mi impaciencia.

Ansu asintió, dejando la toalla a un lado.

—Sí, está en el segundo piso, habitación 214. ¿Qué pasa, tío? —preguntó, notando mi preocupación.

—Es complicado. Necesito arreglar las cosas con él. No puedo esperar más —dije, dirigiéndome hacia la puerta.

Ansu me dio una palmada en la espalda mientras salía.

—Buena suerte, Pablo. Espero que todo salga bien.

Salí de la habitación rápidamente, bajando las escaleras hasta el segundo piso. Sentía mi corazón latiendo con fuerza mientras me dirigía a la habitación 214. Cuando llegué, toqué la puerta suavemente al principio, pero no hubo respuesta. Volví a tocar, esta vez un poco más fuerte, pero nuevamente, solo el silencio respondió.

Me quedé allí, parado frente a la puerta, sintiéndome cada vez más desesperado. Me dejé caer al suelo, apoyando mi espalda contra la puerta, esperando que tal vez Pedri estuviera en la ducha o simplemente no hubiera escuchado los golpes. Sabía que necesitaba hablar con él, explicarle todo lo que estaba pasando y, sobre todo, hacerle saber cuánto me importaba.

El tiempo pasaba lentamente, y cada minuto que transcurría sin respuesta aumentaba mi ansiedad. Justo cuando estaba a punto de levantarme e intentar otra vez, escuché pasos acercándose. Levanté la vista y vi a Ferran, que venía caminando por el pasillo.

—¿Qué haces aquí, chaval? —preguntó Ferran, mirándome con curiosidad.

—Busco a Pedri, pero parece que no está respondiendo. Mi móvil se quedó sin batería y realmente necesito hablar con él —respondí, tratando de sonar tranquilo aunque por dentro estaba nervioso.

Ferran se rascó la cabeza, pensativo.

—Pedri debe estar dormido ya. Siempre se acuesta temprano cuando tiene un día pesado. ¿Por qué no lo ves mañana? —sugirió.

—No puedo esperar. Es importante —dije, la desesperación en mi voz evidente.

Ferran asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Vale, entiendo. ¿Qué te parece si cambio de habitación contigo por esta noche? Puedo quedarme con Ansu y tú puedes quedarte aquí, así hablas con él cuando despierte —ofreció, mostrando su apoyo.

—Gracias, Ferran. Realmente lo aprecio, pero no quiero incomodar a nadie. Solo necesito hablar con él hoy. Mañana tal vez podamos hablar de cambiar de habitación más permanentemente —respondí, agradecido por su oferta.

Ferran sonrió, dándome una palmada en el hombro.

—Está bien, tío. Solo quería ayudar. De todos modos, si necesitas algo, estoy en la habitación de al lado. Espero que puedan resolverlo.

Asentí, agradecido por su comprensión y apoyo. Me quedé sentado frente a la puerta de Pedri, esperando que despertara. La noche se sentía interminable, y aunque el cansancio comenzaba a hacer mella en mí, sabía que no podía irme hasta haber hablado con él. Necesitaba que supiera cuánto lo amaba y cuánto lamentaba la distancia que se había formado entre nosotros.

Finalmente, cuando los primeros rayos de sol comenzaron a filtrarse por las ventanas del pasillo, escuché un movimiento detrás de la puerta. Me levanté rápidamente, esperando que fuera Pedri. La puerta se abrió lentamente y allí estaba él, con los ojos todavía llenos de sueño y una expresión de sorpresa al verme.

—Pablo, ¿qué haces aquí? —preguntó, su voz ronca por el sueño.

—Tenía que hablar contigo. Lo siento, sé que es temprano, pero no podía esperar más. Necesito que sepas cuánto lamento todo y cuánto te amo —dije, sintiendo un nudo en la garganta.

Pedri me miró por un momento, y luego, sin decir una palabra, me abrazó. Sentí que el peso de la ansiedad y el miedo se desvanecía con ese simple gesto. Sabía que aún teníamos mucho que hablar y resolver, pero en ese momento, solo el abrazo de Pedri era suficiente para darme esperanza.

—Te amo, te amo, te amo, de verdad más que a nada. Perdona por estar siempre tan de la mierda, no sabes cuánto te amo —murmuré contra su cuello, mi voz quebrándose con la emoción.

Pedri apretó el abrazo, sus manos recorriendo mi espalda en un gesto tranquilizador.

—Pablo, yo también te amo. Lo importante es que estás aquí ahora. Vamos a hablar y arreglar esto, juntos —respondió suavemente, sus palabras llenas de promesas y comprensión.

Juntos, caminamos de vuelta a su habitación, listos para enfrentar las conversaciones difíciles y trabajar en nuestra relación. Porque al final del día, sabíamos que nuestro amor era más fuerte que cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

Dest 🪷

Tu a Barcelona y yo a Madrid [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora