Capítulo 10. Peligrosa Adicción

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Una vez bajamos, una atmósfera de tensión se apoderó del lugar

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Una vez bajamos, una atmósfera de tensión se apoderó del lugar. La mirada que Jungkook me lanzó era de desaprobación, y sentí cómo me atravesaba como una daga afilada. No podía evitar sentir que cada músculo de mi cuerpo se tensaba ante su mirada implacable.

—Choi, ¿puede acompañar a la joven Dahyun hasta el coche, por favor? —anunció Jungkook, su tono firme resonando en el aire.

Mientras Dahyun y Choi salían, Jungkook me detuvo con una mirada penetrante.

—Lea, hablemos. —dijo con voz grave, deteniéndome en seco. Sus brazos cruzados y su expresión seria aumentaron la tensión en el ambiente. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad mientras esperaba que empezara a hablar.

Finalmente, Jungkook rompió el silencio.
—¿Acaso no le he dicho anteriormente que esas vestimentas no son adecuadas? Más si va a un bar, es peligroso. —dijo, su voz resonando con autoridad y dejando en claro que no toleraría ninguna objeción. —No voy a pedirle que se cambie, porque ya no es el momento para eso.
Pero necesito que respete mis palabras y no vuelva a ignorarlas.

Traté de mantener la calma, pero la tensión en el aire era palpable. —Solo es un vestido. Mis padres lo han visto, y no me han prohibido salir vestida de esta forma —respondí, sintiendo cómo mi voz temblaba ligeramente.

Él suspiró, pero su expresión seguía siendo severa. —Bien. —dijo con firmeza. —Pero para las dos de la mañana, ya la iré a buscar. Ni más ni menos —agregó, su tono dejando en claro que no habría lugar para discusiones.

Asentí con la cabeza, tratando de ocultar mi emoción y nerviosismo ante su firmeza. Por dentro, la tensión seguía aumentando, y sentí que el corazón me latía con fuerza en el pecho.

En el coche, el silencio se hizo eco de la tensión que se había instalado entre nosotros y Dahyun lo notó. Cada segundo se sentía como una eternidad mientras nos dirigíamos al destino.
Una vez llegamos, nos despedimos de Jungkook, y su presencia imponente parecía dejar una huella palpable en el aire.

Nos encontramos con Haruto y Niki afuera del bar, quienes se habían puesto de acuerdo para esperarnos. El saludo en la mejilla de Niki me tomó por sorpresa, y deseé que la tierra me tragara al darme cuenta de que el Mercedes aún no se había ido.

Sin perder tiempo, entramos al bar, y el zumbido de las conversaciones y las miradas curiosas se sumaron a la tensión que ya saturaba el ambiente.

La noche avanzaba y la cantidad de tragos que había tomado comenzaba a hacerse evidente.
Dahyun se quedó hablando animadamente con Jay, mientras Haruto se movía de grupo en grupo saludando a conocidos.

Yo permanecía sentada junto a Niki, charlando animadamente sobre cualquier tema que surgiera. Sin embargo, en un momento dado, Niki se inclinó hacia mí y susurró a mis oídos que quería besarme.

—¿Estás seguro de esto? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

Niki asintió con una sonrisa juguetona.
—Absolutamente seguro.

La combinación de alcohol y las emociones confusas que sentía hace horas atrás me hicieron dudar por un momento, pero al ver a Dahyun besándose con Jay a lo lejos, decidí dejarme llevar. Me acerqué a Niki y le pedí que me besara.
—¿Por qué no? —murmuré, más para convencerme a mí misma que a él.

Sin dudarlo, Niki me tomó del cuello y me acercó a él. Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado que parecía no tener fin. Cada beso aumentaba la intensidad y sentía una extraña mezcla de emoción y confusión.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Niki entre besos, notando mi leve vacilación.

Asentí, tratando de ignorar el nudo en mi estómago. —Sí, estoy bien. Continúa.

Sin saber cómo, nos encontramos perdidos en un pasillo lateral del bar, entregados al ardor del momento.

En medio del beso, Niki se apartó ligeramente y sugirió que podríamos ir a otro lugar si yo quería.

—Tengo un lugar tranquilo no muy lejos de aquí.
Podríamos continuar la noche allí —respondió
Niki con una sonrisa sugerente.

Mire el reloj de mi teléfono. Eran las una y media. No había mucho tiempo

—¿A cuánto minutos? —pregunté, tratando de mantener la compostura.

—Cinco minutos.

El tiempo sería muy corto y arriesgado.

Entonces mi mirada se desvió hacia el letrero brillante del motel que estaba frente a nosotros.
Apunte con la cabeza si se refería a continuar la noche de esa manera.

—Tenía en mente irnos a mi departamento.

—Es lo mejor, pero me preocupa dejar a Dahyun sola durante mucho tiempo. Si decidimos pasar el rato, ese parece ser el lugar. —comenté, señalando discretamente hacia el motel.

Niki asintió con confianza.

Preparados para atravesar la calle en dirección al motel, la mercedes estacionada me detuvo en seco, provocando un ligero nerviosismo en mi interior.

Mis pies parecían congelados, incapaces de dar un paso hacia adelante. Niki pareció percatarse de mi desconcierto y tomó mi mano, guiándome de regreso al interior del bar.

Una vez dentro, me miró con curiosidad y preguntó si el coche estacionado ahí era mi encargado. Afirmé con la cabeza, sintiendo una oleada de vergüenza.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Niki, con una mezcla de preocupación y confusión en su voz.

Antes de que pudiera responder, mi teléfono vibró en mi bolsillo, interrumpiendo el silencio tenso.

Encargado.
Las quiero ver en el auto en dos minutos. Especialmente a ti, Lea.

Niki me ayudo a buscar a Dahyun. Interrumpí su conversación con Jay, y ella, con una expresión de sorpresa, me preguntó qué sucedía.

—¿Qué pasa? —dijo, frunciendo el ceño.

Le respondí con urgencia —Estoy en problemas.

—¿Christian Grey?

Asentí apurada.
Ella abre los ojos sorprendida. Una vez se despide de Jay, salimos del bar.

Nos subimos al coche y Dahyun guió a Jungkook hasta su casa. Una vez que la dejamos, Dahyun me hizo discretamente un gesto del Padre Nuestro.

El camino transcurrió en silencio, mientras la vergüenza me abrumaba. No encontraba palabras para disculparme. Al llegar a casa, Jungkook me indicó que fuera directamente a mi habitación.

Obedecí, esperando que viniera a hablar conmigo, pero los minutos pasaban y no aparecía. Decidí ponerme el pijama y acostarme, pero el peso de la vergüenza no me permitió conciliar el sueño fácilmente.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora