Capítulo 68. Peligrosa Adicción

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Los latidos de mi corazón aún resonaban en mis oídos, una mezcla de adrenalina, deseo y esa necesidad constante de ser suya

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Los latidos de mi corazón aún resonaban en mis oídos, una mezcla de adrenalina, deseo y esa necesidad constante de ser suya. Todavía podía sentir el calor de su cuerpo a través de mi piel, una sensación que me envolvía, como si todo mi ser estuviera atrapada en su órbita.

Cada vez que nos hundíamos en ese vórtice de lujuria, se sentía como la primera vez, única, insana. Mi cuerpo temblaba, exhausto, pero hambrienta de más.

Mis piernas seguían temblando, cada músculo gritaba de la intensidad de lo que acabábamos de hacer. Me pregunté cómo era posible que aún pudiera respirar, y aun así, allí estaba, acostada sobre su pecho, oyendo el ritmo calmado de su respiración, como si todo esto no fuera más que un juego para él. Su mano, siempre firme pero gentil, acariciaba mi cabello como quien acaricia su posesión más preciada.

Su cercanía solo me enredaba más, haciéndome caer una y otra vez en una espiral de emociones que no llevaban a ninguna parte. Pero a pesar de todo, una parte de mí se aferraba a la esperanza de que tal vez, solo tal vez, me demostraría lo contrario. Aunque, si soy sincera, ya estaba bien advertida y consciente de que eso no ocurriría. Lo que me esperaba era otra decepción, otro recordatorio de que lo único que realmente compartíamos era un vacío disfrazado de pasión. Y aun así, esperaba ese momento, porque solo entonces tendría la fuerza para deshacerme de él para siempre.

—¿Cómo acabaste aquí, Lea? — murmuró con su voz ronca, sin dejar de acariciar mis cabellos.
Su mirada estaba fija en el techo, distante, pero su tono era inquisitivo, curioso.

Sabía que esto no se trataba solo del ahora, sino de algo mucho más profundo, más peligroso. Sabía que lo que estaba a punto de decir podía sellar el destino de Hoseok, y no podía permitirlo.

—Te contaré todo —dije suavemente, pero firme—, solo si me prometes que no le harás nada a Hoseok.

Mi aliento chocó contra su cuello, y lo sentí tensarse bajo mi toque. Su mirada finalmente descendió hacia mí, arqueando una ceja, esa expresión de superioridad que tanto me sacaba de quicio, pero al mismo tiempo, me hacía desear más de él.

—¿Por qué temes que le haga algo? —dijo lentamente, su tono adquiriendo un matiz peligroso —Se lo merece. ¿Lo estás defendiendo... o él te ha amenazado?

—Porque es una buena persona —interrumpí, antes de que pudiera seguir— Gracias a él no he tenido que hacer cosas que no me corresponden. Solo he bailado, y nunca ha dejado que nadie se sobrepase.

Jungkook sonrió ligeramente, aunque su mirada seguía siendo tan oscura como siempre. —No prometo no discutir con él, pero primero quiero saber toda la verdad antes de decidir qué hacer.

—Prefiero contártelo lejos de él —le respondí sin dudar—Eres un psicópata y sé que acabarás perdiendo el control. No quiero que lo lastimes.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora