Capítulo 60. Peligrosa Adicción

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No podía recordar mucho de cómo había terminado la noche anterior

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No podía recordar mucho de cómo había terminado la noche anterior. La presión constante en mi cabeza era un recordatorio doloroso de que estaba pagando las consecuencias de cada trago de más que había ingerido. Era evidente que había excedido mis límites. Los recuerdos venían en fragmentos: una serie de conversaciones borrosas, y el tintinear de las copas. Era como si mi mente hubiera decidido poner un velo sobre esos momentos.

Desperté en el departamento de Beol, rodeado por la familiaridad del lugar que en ese instante me parecía extraño.

La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, golpeando mis ojos y haciendo que todo se sintiera aún más intenso.

Me levanté con un suspiro, intentando recordar cómo había llegado allí. Me arrastré al baño y, después de una ducha rápida, el agua fría me ayudó a despejar un poco la niebla en mi mente.

Salí al pasillo, todavía sintiendo el eco de la noche anterior en cada paso.

La búsqueda de comida se convirtió en una misión urgente; sabía que necesitaba reponer energías y enfrentar el día.

Lo último que esperaba era encontrar a mi hermano ahí, sentado, tomando su café con una calma irritante en su propio departamento.

Su mirada despreocupada contrastaba completamente con el caos que sentía en mi interior.

Vaya, ella sí que sabe cómo marcar territorio. Esas huellas hablan por sí solas, hermano. —dijo Beol con ese tono burlón que siempre me sacaba de quicio

Ignoré su burla mientras me sacudía el cabello mojado con la toalla, para luego colgarla despreocupadamente sobre mi hombro.

Miré mi propio reflejo en la ventana y ahí estaban, como un mapa caótico sobre mi piel: los chupetones que Lea me había dejado por todo el torso.

La visión de esos rastros me hizo morderme el labio casi sin darme cuenta, pero rápidamente disimulé la reacción.

Me senté frente a él, evitando mirarlo directamente al principio, mientras cogía unas galletas crujientes y las llevaba a mi boca, intentando distraerme. Pero las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.

—¿Por qué mierda tienes la cara así? —dije, señalando su rostro visiblemente lastimado —¿Qué pasó anoche?

Beol no perdió el tiempo en responder. Solo me miró por encima del borde de su taza con esa sonrisa de superioridad que me sacaba de mis casillas.

—¿No deberías responderme eso tú? —replicó, antes de dar otro sorbo a su café, como si nada le afectara.

Fruncí el ceño, intentando recordar algo, cualquier cosa que explicara la situación.

—Refresca mi memoria, porque no recuerdo una mierda de cómo acabó todo —admití, frotándome las sienes en un intento inútil de despejar el dolor.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora