Capítulo 63. Peligrosa Adicción

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Mientras compartíamos un pote de helado, el frío del dulce postre apenas lograba calmar el fuego que sentía por dentro

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Mientras compartíamos un pote de helado, el frío del dulce postre apenas lograba calmar el fuego que sentía por dentro. Intentaba contarle a Dahyun todo lo que había pasado hoy, cada detalle que me tenía al borde. Ella, como siempre, era todo oídos, asintiendo con la cuchara entre los labios, sin interrumpir, escuchando cada palabra con atención.

Pero yo... yo no estaba nada tranquila. Por fuera podía parecer calmada, incluso indiferente, pero por dentro era todo lo contrario. Sentía una tormenta arremolinándose en lo profundo de mí, una mezcla de anticipación, miedo y deseo.

La adrenalina me recorría como un torrente imparable, prendiendo fuego a cada nervio, a cada pensamiento del mañana. Cada vez que lo imaginaba, mi piel se erizaba, mis manos temblaban ligeramente, y mi respiración se aceleraba. Era como estar al borde de un precipicio, y con cada segundo que pasaba, me acercaba más y más al borde, sin saber si al saltar encontraría alas o me estrellaría contra el suelo.

Sabía que mañana iba a hacer algo arriesgado, una acción que podría cambiar todo para siempre. Podría ser para bien... o podría ser para mal.

Me preguntaba una y otra vez si realmente era una estupidez innecesaria, si estaba dejando que las emociones nublaran mi juicio. Pero cada vez que lo pensaba más, una parte de mí susurraba que no, que no era tan estúpido. Tal vez, esto era lo que necesitaba hacer

Era la posibilidad de lo prohibido lo que encendía cada fibra de mi cuerpo, como un fuego incontrolable que se expandía por mis venas. La adrenalina fluía sin tregua, no solo preparándome para el peligro que se avecinaba, sino para lo inevitable. Sabía que estaba jugando un juego peligroso, uno en el que las reglas cambiaban constantemente, donde el riesgo y el vértigo de no saber qué pasaría después eran parte del encanto. Lo desconocido me seducía, me arrastraba hacia él

Cada mirada de Jungkook, cada palabra que intercambiábamos, cada roce intencional o casual era una chispa que encendía esta peligrosa adicción. Él, tan posesivo, tan seguro de que me controlaba, de que era el dueño absoluto de esto. Pero lo que no había comprendido aún es que, en este juego, el que más bajo había caído era él.

Había llegado el momento de hacerle darse cuenta de su propia obsesión, de mostrarle que su necesidad de control solo lo había arrastrado más profundo.

Cada gesto suyo era un intento de reafirmar su dominio, pero cuanto más intentaba controlarme, más me daba cuenta de que la verdadera batalla la estaba perdiendo él.

Su necesidad de poseerme, de hacerme caer bajo su control, solo lo hacía más vulnerable.

Jungkook, el hombre implacable y seguro de sí mismo, se estaba enredando en su propia telaraña de deseo y poder. Y yo, consciente de ello, sabía que solo tenía que esperar hasta mañana para demostrarle que en esta peligrosa adicción, yo era quien verdaderamente ejercía el poder.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora