Capítulo 42. Peligrosa Adicción

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La puta noche que se fue

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La puta noche que se fue.
La maldita noche en que se confesó, todo se fue al carajo. Le había advertido una y mil veces que no se enamorara, y ella juraba que no lo haría. Cada vez que lo decía, sus palabras me golpeaban como un martillo. Y mi orgullo no permitía aceptar que fuera así. Mi única motivación era hacer que se enamorara, solo para que ella tuviera que tragarse sus palabras y romper su promesa. Quería ver cómo se desplomaba bajo el peso de sus propias mentiras, cómo sus sentimientos se volvían en contra de ella.

, fui un imbécil.

Mientras le pedía que no se enamorara, yo mismo hacía todo para que lo hiciera. Esa contradicción me carcomía por dentro. La quería cerca, pero no así. Quería poseerla, pero no soportaba la idea de que realmente me amara.

Me sentía atrapado en un juego cruel que yo mismo había creado. Mi orgullo me empujaba a probarle que no podía resistirse, mientras mi miedo a sus sentimientos crecía con cada gesto de cariño que me daba.

Cada mirada suya, cada sonrisa, cada toque, me recordaban que estaba jugando con fuego. Pero no podía detenerme. Necesitaba verla rendida a mis pies y, al mismo tiempo, odiaba la idea de que realmente pudiera amarme. No quería jugar con sus sentimientos ni manipular su corazón, aunque eso era exactamente lo que estaba haciendo. Era una batalla interna que me estaba destrozando, y la confesión de esa noche fue la gota que derramó el vaso.

Esa noche, todo cambió. Su confesión me dejó sin aliento, me hizo ver lo profundo de mi estupidez. No solo había jugado con sus sentimientos, sino también con los míos. La realidad me golpeó con fuerza, dejándome sin saber cómo seguir adelante.

Verla abrirse así, tan vulnerable, me destrozó. Ella me miraba con esos ojos llenos de esperanza y miedo, esperando una respuesta que no podía darle. Mi corazón latía desbocado, y en ese instante supe que había arruinado todo.

La maldita noche en que decidió salir por esa puerta fue el comienzo de un infierno para mí. Había jugado con fuego, y ahora, con cada paso que daba hacia la libertad, me estaba quemando más profundamente. Me encontraba atrapado en las llamas de mi propia arrogancia, viendo cómo el desastre que había sembrado se consumía a mi alrededor. La ironía cruel de mi situación me abrasaba, mientras el calor de mi orgullo se volvía en mi contra, dejándome asfixiado en el incendio que yo mismo avivé. La imagen de ella marchándose quedó grabada en mi mente, marcando el inicio de mi descenso.

Me puse a beber como nunca antes, tratando de ahogar el recuerdo de esos últimos besos que nos dimos antes de que se marchara. Esos besos que no salían de mi cabeza.

Sabía desde antes que Lea se había convertido en una adicción de la que no quería escapar, una necesidad que me consumía por completo. Era una dependencia intensa que no deseaba que me la arrebataran. Cada momento con ella era una dosis de pura necesidad, una ansia que crecía con cada instante que follábamos.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora