Capítulo 57. Peligrosa Adicción

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Después de nuestra discusión sobre lo que haríamos, Hoseok también añadió sus ideas

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Después de nuestra discusión sobre lo que haríamos, Hoseok también añadió sus ideas. Justo cuando parecía que habíamos alcanzado un consenso, el sonido de la puerta resonó por todo el apartamento, un golpe seco, desesperado. Me acerqué con rapidez, intentando mantener la calma, aunque el miedo me atenazaba el pecho.

Eché un vistazo por la pantalla de la puerta, y en ese instante, el tiempo pareció detenerse. Un escalofrío me recorrió, cada fibra de mi cuerpo en tensión.

—Jungkook está aquí —susurré con urgencia, girándome hacia Hoseok.

Sus ojos se agrandaron, comprendiendo inmediatamente la gravedad del momento. Sin tiempo que perder, lo llevé al baúl de la sala, casi empujándolo dentro. No había otra opción.

Apenas llegué a la puerta cuando Jungkook la abrió con furia, apartándome bruscamente. Su mirada, como la de un cazador, recorrió cada rincón del apartamento. Podía sentir su suspicacia, su furia palpable. Era como si ya supiera que algo no estaba bien.

Sentía su sospecha clavada en mí como una daga. ¿De verdad pensaba que Hoseok estaba aquí? ¿O simplemente era víctima de sus propios celos enfermizos?

Lo observé, inmóvil. Su rostro, deformado por el enojo, traía consigo una mezcla de peligro y vulnerabilidad. Sus manos temblaban, su respiración era pesada. Cuando habló, su voz estaba cargada de veneno, y mencionó al profesor Nam, como si eso explicara su irracional comportamiento. Algo dentro de mí hizo clic. Probablemente lo había visto y, en su cabeza, había inventado una historia mucho más caótica de lo que realmente sucedía.

Verlo tan desgarrado por los celos me resultaba casi placentero. La sensación de tener el control sobre él me llenaba de una euforia peligrosa. Él estaba cayendo en el mismo juego en el que me había tenido atrapada por tanto tiempo.
Y ahora, yo tenía el control.

Jungkook no estaba preparado para lo que vendría.

Había jugado con mis sentimientos durante demasiado tiempo, y ahora era mi turno de manipular sus deseos.

En este juego, el que más anhela es el que pierde. Y en este momento, yo tenía el poder sobre su obsesión.

Nuestras miradas se encontraron, la tensión entre nosotros se sentía tangible, como si el aire mismo vibrara. Cuando finalmente probé sus labios, sentí su desesperación, su necesidad de control. Pero justo cuando pensó que me tenía, me alejé. Lo dejé con las ganas, sabiendo que el deseo no consumado es el arma más potente.

Mi única salida era la videollamada con mis padres. Sabía que Jungkook no haría nada mientras ellos estuvieran presentes. Así que, con la cámara en mano, lo mantuve a raya, viéndolo retroceder, hasta que, finalmente, conseguí lo que quería: lo eché del departamento.

Cuando la puerta se cerró tras él, una sonrisa triunfante se dibujó en mis labios. La victoria tenía un sabor dulce.

—Te llamaré luego, mamá. Tengo una tarea que terminar —me despedí de mi madre, cortando la llamada.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora