Capítulo 40. Peligrosa Adicción

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Lloraba desconsolada en los hombros de Dahyun, después de haberle contado todo lo que había sucedido

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Lloraba desconsolada en los hombros de Dahyun, después de haberle contado todo lo que había sucedido. Cada palabra que pronunciaba parecía desgarrar mi alma aún más, y el peso de la culpa y la tristeza me aplastaba sin piedad. El dolor en mi corazón era insoportable, como si alguien lo estuviera estrujando sin cesar.

—Si tan solo no le hubiese dicho nada...—murmuré con la voz quebrada mientras me limpiaba las lágrimas que caían sin parar.

—Lea, todo pasa por algo —dijo Dahyun con una voz suave y reconfortante, mientras me acariciaba el cabello. —Si le dijiste en ese momento, es porque así debía ser. Es mejor, míralo como algo positivo, ¿sí? Ya no estarás bajo su poder, y ahora esto del club será más fácil, para que no te metas en más problemas.

La lógica de sus palabras era innegable, pero mi corazón seguía resistiéndose a aceptarlas. Sin embargo, en un suspiro, admití. —Tenés razón —respondí, secándome de nuevo las lágrimas y tratando de encontrar consuelo en sus palabras. Vi cómo bostezaba y me sentí mal por haber estado hablando tanto, sabiendo que ella ya estaba algo cansada con mucho sueño.. —Lo siento por haber interrumpido tu sueño, Dahyun.

—Lea, para eso somos amigas. Para apoyarnos, en las buenas y en las malas —replicó ella con una sonrisa cálida que iluminó momentáneamente mi tristeza. —El sueño puedo recuperarlo durmiendo una hora demás, pero estar aquí para ti, eso no tiene precio. Ser tu compañía cuando más lo necesites es lo importante.

La sinceridad en su voz me hizo sentir un nudo en la garganta. Hice un puchero y la abracé con fuerza, dejando que su calidez me envolviera. —Gracias, Dahyun. Gracias por todo —susurré.

—Tu dolor es mi dolor. Y juntas vamos a salir de esto —dijo ella, acariciando mi espalda con ternura. Su apoyo incondicional me daba un rayo de esperanza en medio de mi tormenta emocional.

—Gracias.. —susurré de nuevo, sintiendo un leve alivio en su abrazo.

Ninguna de las dos decía nada más; el silencio entre nosotras era cómodo y lleno de comprensión. Me sentía en paz en su abrazo, como si  se detuvieran todos mis problemas por un momento.

—¿Mañana debemos ir a ver el departamento? —preguntó, sacándome de mis pensamientos oscuros.

—Sí, lo había olvidado —respondí, intentando concentrarme en algo práctico.

—¿Nos vamos en la mañana después de desayunar? —sugirió ella.

—Sí, mejor.

—Está bien. —dijo ella, asentando con la cabeza.

—¿Nos dormimos ya? —pregunté, sintiendo el cansancio finalmente alcanzarme.

—Depende de ti. —contestó ella con una sonrisa

—Sí, debemos dormir ya... mañana será un día pesado —suspiré, sintiendo cómo el peso del día se reflejaba en mi voz mientras me acomodaba en la cama y nos cubría con las sábanas.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora