Capítulo 44. Peligrosa Adicción

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Llegué con el único propósito de resolver el problema de Hoseok, pero en el instante en que mis ojos se posaron en aquella mujer bailando en el caño, quedé atrapado

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Llegué con el único propósito de resolver el problema de Hoseok, pero en el instante en que mis ojos se posaron en aquella mujer bailando en el caño, quedé atrapado. Su baile tenía un poder hipnótico, una gracia que me hizo olvidar momentáneamente mi misión. En mi mente, la figura de Lea se superponía con la de la bailarina, como si pudiera ver sus ojos a través de la venda de encaje. Esos ojos, que parecían buscarme, me hacían sentir como si mi presencia hubiera sido detectada.

La mujer bajó la cabeza, rozando suavemente sus piernas con las manos en un movimiento sensual, y la tela que la cubría cayó al suelo. Su rostro permaneció oculto por su cabello, añadiendo un misterio que me incitaba a acercarme más, a desvelar su identidad. Estaba decidido a hacerlo, a seguir el impulso que me arrastraba hacia ella, cuando de repente Hoseok apareció a mi lado, saludándome con un gesto que me obligó a desviar la mirada y perder de vista el hipnótico baile.

Mientras caminábamos hacia el despacho de Hoseok, no pude evitar girar la cabeza una vez más. La mujer estaba de espaldas, ajustándose nuevamente la venda de encaje. Mi mente seguía enredada en la fascinación que me había provocado su presencia, y aunque mi cuerpo se movía hacia el problema que debía resolver, mi espíritu permanecía cautivo en aquel momento, ansioso por descubrir más.

Hoseok comenzó a hablarme, sus palabras llenas de preocupación sobre la mafia Kim, detallando cada aspecto del conflicto que nos había llevado allí. Pero, sinceramente, nada de lo que decía me importaba en ese momento. Mi mente seguía anclada en la imagen de la mujer bailando. Cada movimiento, cada giro de su cuerpo seguía grabado en mi memoria, repitiéndose en un bucle que me impedía concentrarme en cualquier otra cosa. Mientras Hoseok hablaba, asentía y murmuraba respuestas automáticas, pero mi verdadera atención estaba completamente consumida por el recuerdo de aquel cuerpo sensual y la gracia hipnótica de su danza.

Necesitaba verla de nuevo, perderme en la intimidad de un baile privado. Sentía una urgencia casi desesperada por experimentar esa conexión, por sentir de cerca la energía que emanaba de su cuerpo en movimiento. Aquella mujer traía a la superficie recuerdos de Lea. El cuerpo que no podía olvidar, sus curvas y movimientos, eran inquietantemente similares a los de la bailarina que tenía delante. A pesar de mi resistencia por mantener a Lea fuera de mis pensamientos, sabía que la presencia de esa mujer me ayudaría a superar ese mal trago, a calmar la tormenta interna que me impulsaba a buscarla.

Porque, en el fondo, esa bailarina era una especie de reflejo, un eco de Lea que me permitía sentir su presencia sin tener que enfrentarla directamente. Esa mujer, con su danza hipnótica y su misteriosa sensualidad, me ofrecía una forma de escapar de la confusión. Sabía que, al sumergirme en el encanto de su baile, podría disipar el deseo de ir tras Lea, al menos por un tiempo.

Si ella pudo besarse con otro chico sin siquiera esperar un día después de haberse ido de mi casa, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo?
Ella rompió todas las reglas del contrato que aún seguía vigente. La imagen de ella besándose con otro se clavó en mi mente como una espina venenosa, y mi orgullo herido demandaba justicia.

Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora