Capítulo 35.  Una solución creativa e indeseada 1. 

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Brandon. 

Boston, 2024, Jamaica Plain, Casa de la familia Hernández.    

Supe en el momento exacto en que había metido la pata, por la mirada de advertencia de la Lunática, había visto tantas veces esos ojos amenazándome, y advirtiéndome con la mirada de las diferentes muertes que encantaría hacerme si pudiera, con tortura incluida, que esa mirada de advertencia que gritaba claramente "que has hecho, estúpido, cierra la bocaza", era más nítida que el agua que corre por un manantial de montaña. 

Hasta mis hombres que estaban cerca, sin perderse le espectáculo, captaron esa mirada, y también la del padre de la Lunática, el señor O 'Sullivan, que, aunque algo nervioso, desde luego estaba mucho más controlado que la de su hija.  

Como siempre, el estúpido de Gordon, el benjamín, y más indiscreto de mis hombres, aunque no el con menos experiencia, tras oir la palabras preocupantes y sentenciantes, que no presagiaba nada bueno de la señora O 'Sullivan, cuando todos estábamos en silencio, mirando preocupados, los próximos pasos de la madre de Mackenzie, mientras esta exigía una respuesta inmediata a su marido y su hija, se oyó de fondo la voz de Gordon:  

- "Creo que el jefe la ha cagado"- el resto de mis hombres, como buenos bomberos, al oírlo lo cogieron del brazo y se lo llevaron mientras le intentaban tapar la boca por bocazas, mientras loa alejaban del peligro, aunque esto no le iba a librar una semana de lavar, tender y organizar los uniformes de todo el equipo, pero eso afora no era lo importante. 

Lo importante era la mira casi idéntica a su hija, pero con un color verde oscurecido, y preocupante. que tenía la señora Céline O 'Sullivan, que comenzaba a afectar también a mi familia, hasta yo sentí el peligroso palpable que esa mirada tenía, y comprendí de donde había heredado la Lunática, esa capacidad que tenía de hablar tan sólo con la mirada. 

Lógicamente ante el silencio, mi madre, siempre tan eficaz en momentos tan incomodos como este, decidió intervenir. 

- "Megan, Alice ocúpense de los invitados, Céline vamos al despacho de mi marido, allí es más privado para resolver esto, Benji acompaña a Sean, y tú, Brandon, encárgate de guiar a Mackenzie."- en ese punto, y ante las ordenes en plan Napoleón hablado con sus generales, de mi madre, decidí intervenir, no entendía que hacíamos mi padre, mi madre y yo interviniendo, en esto, cuando claramente era un problema era algo privado de los O 'Sullivan. 

- "Mamá no creo que ni papá, ni..."- mis palabras murieron en mis labios ante la respuesta rápida y contundente de mi madre que me dejó claro que ni, aunque llamaran ahora mismo de la central para activarme, me iba a librar de esta. 

- "Ni se te ocurra, Brandon M. Hernández, si no hubieras mantenido tu impertinente boca cerrada, esto no hubiera pasado, acompaña a Mackenzie ya."- con un suspiro miré a la pelirroja que aún me miraba con ganas de asesinarme, y me acerque a ella, con reticencia, no deseaba hacer esto, pero conocía también a lo que me arriesgaba si no seguía las indicaciones, de Kiara Hernández, alias Napoleón Bonaparte, mínimo, un consejo de guerra.  

Una vez al lado de la Lunática, en actitud conciliadora, y en cierta forma para intentar disculparme por mi estupidez, quise poner una mano en su espalda para indicarle que me siguiera, pero con un gruñido de advertencia, ella se apartó, mirándome con odio, esto hizo que me colocara a un lado, para darle espacio para que me siguiera, durante unos segundos ella, permaneció inmóvil, hasta que, con un suspiro, me dijo en un murmullo entre dientes. 

- "Esta me las pagas Vader, te lo prometo."- y sin más siguió a nuestros padres al interior de la casa. 

- "Perfecto, simplemente perfecto." -dije yo también entre dientes. 

Si yo hubiera sabido que de esta reunión saldría un plan alocado, y premeditado por culpa de las manipuladoras, para conseguir sus objetivos, en este momento, hubiera pedido a mis hombres que fingieran que nos habían activado ante un gran incendio. 

Pero no pensé que, en una situación como esta, en la que nada tenía que ver mi familia o yo, iba a ser utilizado por nuestras madres para intentar salirse con la suya, de la manera más claramente manipuladora, y ese error, el de no prever que por lo menos con Kiara Hernández, nunca debes dar ningún punto por ganado, o con poco esa "deportista de elite" te revierte el partido, sin que te des cuenta, y eso fue mi gran error, uno de los mayores que he cometido. 

Mackenzie. 

Boston, 2024, Jamaica Plain, Casa de la familia Hernández.    

Cada día que pasaba, más odiaba a ese estúpido bombero, no sólo por lo que me provoca con tan sólo mirarlo, además por sus malditas acciones. Al Vader le encantaba ridiculizarme a cada paso que daba, y eso que no quería añadir la maldita manía que tiene de llevarme, como un troglodita, de un lado a otro, como si fuera una débil e indefensa mujer. 

Por no hablar de ciertas emociones desconocidas e innecesarias que me hace sentir cuando me mira, que no deseo, pero no controlo sentir, justo como ahora, que, a pesar de haberme metido en un problema por ser un estúpido entrometido, no dejaba de darme cuenta de que este hombre era malditamente atractivo y deseable, sobre todo cuando como ahora tenía esa expresión como pidiéndome disculpas, mientras me miraba arrepentido.  

Así que, cuando cumpliendo la orden que le dio su madre, se acercó a mí mirándome así, para que le acompañara, por sólo tenerlo cerca, oler su olor, por no hablar del calor de su proximidad, cuando intento tocarme acercando su mano en mi espalda, la sensación que me inundó, a pesar de la furia que me agobiaba, y la preocupación de saber lo que seguro me esperaba por parte de mi madre, al saber que mi padre y yo le aculatábamos algo, mi instinto me dijo que me alejara de él, antes de que sintiera su tacto, y terminara de descolocarme, lo esquivé, y para reafirmarme más conmigo misma que lo odiaba, acabé dejándole claro de una forma más agresiva, que esto no se quedaba así. 

- "Esta me las pagas Vader, te lo prometo."- le dije y caminé siguiendo a nuestros padres sin tan siquiera mirar si el maldito Vader bocazas y entrometido me seguía. 

Cuando llegamos el despacho, y la señora Hernández cerró la puerta, mi madre optó por ir directa a la yugular, algo muy propio de ella, sobre todo cuando descubría que mi padre, o yo, o los dos, le ocultábamos algo. 

- "¿Quién va a empezar a hablar antes de que me enfade de verdad? Y ni se os ocurra mentirme, porque ninguno de los dos lo ha conseguido nunca, sin que yo lo sepa."- le dije  

Mi padre y yo nos miramos, como valorando que nos salía mejor aguantar a mi madre enfadada e indignada, haciéndonos la vida imposible, si nos quedábamos callados, sin soltar prenda, o por el contrario, nos arriesgábamos a decir algo, y muy probablemente mi madre se empeñaría a enfrentarse de forma directa con los posibles sospechosos dando al traste, seguramente, con la averiguaciones que ya tenía la policía, alertándolo así al culpable de que estábamos tras sus pista, por no hablar de que cien por cien seguro  acabaría en la cárcel por intentar asesinarlos, culpables o no, con sus propias manos, por haber intentado , por dos ocasiones, acabar con la vida de su niña.  

El Ardiente Capricho de la CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora