Capítulo 66. Acción y reacción: Un plan.

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Brandon.

Boston, 2024, Oficina del Brandon, Parque de Bomberos del distrito doce, en ese momento.

Ella me respondía con la misma pasión a mis besos, y se pegó a mí, mientras se colocaba a horcajadas sobre mí, sentándose en mi regazo. Yo sólo la sentía a ella, ni siquiera sentía el dolor de mi labio partido en la pelea, solo deseaba volver a saborearla de nuevo, pero todo acabó tan pronto como empezó, y no porque los dos no estuviéramos desando derribarnos sobre el suelo de mi despacho, para dar rienda suelta a nuestro deseo, sino porque la realidad mandaba.

Estábamos en una estación de bomberos, y lógicamente la alarma de emergencia regia su actividad, cuando se activó, irremediable, apenas puede despedirme, cuando mi chip profesional despertó, y tras alzarla, la miré una última vez con deseo, segundos antes de salir de mi despacho para cumplir con mi deber.

Lo último que recuerdo antes de dejarla fue ese brillo indecente y sexual de sus ojos violetas, esa enloquecedora mirada que prometía muchas cosas, algunas de esas promesas, yo por ahora, y hasta que no lo gestionara, no sabía si podría cumplirlas.

Durante el trayecto en el vehículo de emergencias, me obligué a no pensar en ella, soy bombero, el separar mi vida profesional, de mi vida privada, es la diferencia entre cometer un error o no, y los errores en mi profesión se pagan caros.

- "¿Arreglado, Jefe Hernández?"- me dijo una voz detrás de mí, que yo reconocí enseguida, era el de mi mejor amigo, y también mi último saco de boxeo, su frase era clara, significaba que todo estaba olvidado.

- "Como siempre, Turner, como siempre."- le dije respondiéndole que ni me acorada de ello.

Y así, era siempre entre los bomberos, las peleas de este tipo, por idioteces, se sucedían casi a diario, y tras unos golpes, recordabas que esa persona que tenías en frente era la diferencia entre sobrevivir o no, y sólo por eso, ya lo olvidabas todo. Descargar adrenalina es necesaria en nuestro trabajo. Y hoy, más que nunca, yo iba a necesitar a Turner, pero eso aún, yo no lo sabía.

Narrador.

Boston, 2024, Oficina del Señor Smith, Torre O 'Sullivan, hace dos horas.

- "No sé cómo lo vas a hacer, pero quiero que esto quede solucionado hoy, sin falta."- la voz enfada, ronca y baja del señor Smith se oyó en la oficina, mientras hablaba con su secua por el teléfono.

- "No se preocupe, señor, ya tengo a mis hombres trabajando en ello, en las próximas horas tendremos resultados, no se librará de esta."-

- "Intenta que sea rápido, con el menos dolor posible, después de todo ese pobre bombero sólo es culpable de ser inoportuno, y ambicioso con alguien que no debió ni mirar."- dijo el señor Smith mientras repasaba las fotos en su ordenado que su hombre le acaba de enviar de la pareja.

En ellas se veía como ambos salían del edifico, donde estaba el ático Mackenzie, en los coches de ella. Por lo visto llevaban tiempo viviendo juntos, y eso no era buenos. No podía dejar que esos dos se casaran, que profundizar más su relación, si eso pasaba, el perdería todo, en las avariciosas manos de ese estúpido bombero.

No temía por ninguno de sus familiares, excepto por el único que le había arrebatado todo ya hace años, Mackenzie, era la única que no podía manejar, y hasta ahora no había tenido ningún punto débil, que no fueran sus padres, pero estos últimos hasta para él le era necesarios, si quería quedarse con todo.

- "No dejes ninguna prueba, y que no pase lo de la última vez."- le advirtió el señor Smith a su hombre.

- "No ocurrirá, me ocuparé personalmente."- le respondió su secua.

- "En cuanto a lo otro, ¿Cómo va? ¿Podremos sacar provecho?"- le pregunto Smith.

- "Si lugar a dudas, caerá en la trampa, de hecho, ya fabricamos las siguientes pruebas en su contra, si todo sale mal, o se descubre algo, nadie pensara que es usted el responsable, o su familia."- la sonrisa que se dibujó en la cara del señor Smith fue fría y muy oscura.

- "Perfecto, avísame cuando todo este hecho, no antes, y no me falles, o sabes cómo me pongo con el fracaso."- dijo este, y colgó el teléfono.

Justo en ese momento su secretaria entró para avisarle.

- "Señor, su prometida está intentado localizarle, dice que es urgente, y exige que se comunique con ella."- el señor Smith miró a su secretaría, mientras fruncia el ceño.

Todo en su vida siempre habia sido medido, con un único objetivo, hacerse con la empresa de Sean O 'Sullivan, desde estudiar para ser un ejecutivo ejemplar, hasta buscar una novia adecuada, pero cuando nació Mackenzie, y su padre dejó claro que ella sería la única heredera, tuvo que maniobrar, para buscar los puntos débiles de su querida prima.

Justo por eso había elegido a la idiota de Lindsay, esa estúpida siempre había odiado a Mackenzie, y eso a él le servía, invirtió mucho tiempo y dinero para cambiarla, se esforzó en manipularla, en convertirla en la enemiga perfecta, y soporto a cambio sus idioteces, caprichos, pero ya estaba aburriéndose de su actitud déspota y exigente.

Si no fuera porque según sus planes, y como el llevaba años preparando, Lindsay seria la responsable del próximo asesinato de la CEO del grupo O 'Sullivan, hace tiempo que se hubiera deshecho de ella.

- "Dile que no me has encontrado, que no sabes nada de mí."- le dijo que le dijera su secretaria, a esa estúpida mujer.

Tras unos minutos, tras salir su secretaria de su despacho, un mensaje llegó a su móvil, que le hizo casi entrar en pánico.

-" Estúpido no quieres hablar conmigo, muy bien tu mismos, ya te enteraras cuando la policía toque en tu puerta, siempre me has creído estúpida, y nada más lejos, ese fue tu gran error, se lo que has planeado para hacerme responsable a mí de tus atrocidades, y lo sé hace meses, gracias a eso he recogido muchas pruebas de tus actos, en contra de esa mosquita muerta de Mackenzie, y ahora debemos de llegar a un acuerdo, que nos satisfaga a los dos, porque si yo caigo, tú también, querido."- nada más leer la nota la ira lo invadió.

Hacía años que no tenía estos ataques tan destructivos, pero la verdad fue que no se supo controlar, y arrasó con todo lo tenía a su paso, hasta que su despacho quedó, literalmente, inservible.  

El Ardiente Capricho de la CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora