Brandon
Boston, 2024, Jamaica Plain Casa de la familia Hernández.
- "Mamá dime la verdad, ¿es para esto que querías que Louis y yo viniéramos a la fiesta? ¿Verdad?"- le dije a mi madre después de la quinta vez que ella nos redirigía para que colocáramos las serpentinas y globos en la pérgola central del jardín trasero de la casa de mi familia.
Mientras, otros bomberos, amigos de mi padre, también engañados, y como único cobro, unas chelas, como solía decirles mi padre, estaban montando las carpas, cerca de la pérgola, mientras las mujeres ponían las mesas con los manteles de flores, que mi madre guardada para estas ocasiones.
- "Menos quejarte que te pasa el día subido a escaleras, Brandy."- dijo mi hermana Megan, que sostenía, innecesariamente, la escalera de ágil Louis que en ocasiones me miraba pidiéndome ayuda.
- "Tú, niñata, desaparece, pero ya, o ya sabes a lo que te expones."- le dije haciendo amago que me bajaba de la escalera.
- "¡Mamá!, dile a tu hijo, el energúmeno, que me deje en paz." ·- dijo Megan en español, para Louis no la oyera quejarse como lo que era, una pesada niñata.
- "Brandon M. deja a tu hermana, que es su cumpleaños. Y sube más ese globo rojo, está muy bajo, y tú, Megan, deja de molestar, vete a la cocina, a la tía María se le acaban de caer los cubiertos, recógelos, lávalos y sécalos, antes de colocarlos en las mesas."- nos dijo mi madre, hablando de nuevo en inglés, sin mirar a nadie en concreto, mientras atendía a siete cosas a la vez, y de fondo, segundos antes que acabara de hablar, se oía caer varios objetos metálicos en la cocina, donde las mujeres mayores estaban en plena faena.
Como siempre Kiara "terremoto, todo lo controlo" demostraba su sexto sentido, la precognición. Louis me miró burlón, mientras yo ponía los ojos en blanco, mi madre era cosa aparte. Mientras con un ruido de disgusto, Megan se alejó para ir a cumplir las órdenes de mi madre.
- "Tía Kiara ya está a punto el pozole, ¿quieres probarlo?"- gritó en español desde la cocina mi prima mayor Jimena.
El ruido a nuestro alrededor era increíble, y Louis me miro riendo.
- "Adoro venir a estas fiestas, tu familia sí que sabe pasarlo bien."- me dijo tras poner el último adorno de la pérgola.
- "Si claro, sólo espero que mi madre haya invitado a todos los vecinos, o probablemente, la policía también se pasara a por un plato de comida, un trozo de tarta, y una multa por infringir el ruido permitido en las ordenanzas."-le dije recogiendo la escalera para llevarla al cobertizo.
Justo al pasar por al lado de mi tía abuela Guadalupe, de la nada, apareció en mi mano y en la de Louis, una enorme y tentadora lata de cerveza bien fría, y como si nada hubiera pasado, mi tía siguió su camino.
- "Por lo visto en tu familia los poderes son genéticos."- me dijo el bombero, para después de abrir la cerveza darle un buen trago. Yo sólo reí.
Soy el único varón de mi generación, mis dos tías, Eva y Margarita, hermanas de mi padre, y el único hermano varón que hay, aparte de mi padre, mi tío Ramón, todos habían tenido solo hembras, ningún hijo varón.
Ser el único varón, en una familia tradicional mexicana como la mía tiene ventajas y desventajas, todas mis tías, pero sobre todo mi tía abuela Guadalupe, por no hablar de mis abuelos, aunque estos últimos ya estaban por desgracia fallecidos, me miman hasta la saciedad, cuando hay reunión familiar, quitando mi madre, nunca tengo que hacer nada, y las mejores raciones de comida siempre son para mí. Es algo que llevo viviendo toda mi vida, incluso lo hacen a escondidas de mis padres.
Pero al mismo tiempo, tiene desventaja, hay creada, sobre todo en mis familiares mayores, una autentica presión sobre mí, para perpetuar el apellido de la familia, que me case, y tenga hijos, a ser preferible varones. Se que hoy en día esa manera de pensar patriarcal está muy mal vista, y desde luego yo no la comparto, pero quitando a mis padres, mis primas, y mis hermanas. Casi toda la familia de mi padre es mayor de sesenta años, y no comprenden otra forma de ver la vida.
Esta es una de las razones por lo que, aparte por la obsesión de control de mi madre, me había mudado al edificio de la señora Carrigan, para vivir una tranquila vida de soltero, pero como dice el dicho, la familia no se elige, y en fondo, son adorables.
- "Brandon M. Hernández, no me puedo creer que ya estes bebiendo con todo lo que hay que hacer, cuando falta poco para que vengan nuestros invitados especiales."- oí gritar a la señora Kiara Hernández desde el otro lado del jardín de mis padres.
No tenía que mirar a los hombres que estaban allí para saber que todos, sin excepción, incluido mi padre, y algunos con algo más fuerte que mi cerveza, como un buen tequila, tenían un vaso, o una lata de cerveza helada, la única diferencia que existe entre ellos y yo, era que soy el hijo varón de la organizadora de la fiesta, y eso para la señora Hernández es motivo para exigir, claro.
- "Oye, Kiara, quieres relajarte que..."- comencé a decirle, sabiendo que me la jugaba, que tuviera que interrumpirme para esquivar la espátula de manera que pasó cerca de mi cabeza, que previamente antes estuvo en la mano de mi madre, más que anécdota, fue algo previsto.
- "Si no tienes aprecio por la vida, Brando M. Hernández, vuelve a llamarme por mi nombre, niño de los demonios, Benji quieres dejar de beber, y hablar de una vez con tu hijo, yo estoy demasiado ocupada. En media hora los quiero cambiados para recibir a nuestros invitados, pobre que tardéis un segundo de más, eso también va por vosotras dos, Megan y Alice."- dijo mi madre mientras todos los invitados y familia que estaban allí nos miraban con una sonrisa, en a casa de los Hernández, siempre había espectáculo, y ellos ya están acostumbrados.
- "¿Se puede saber cuál es la prisa?"- pregunté a mi padre, y mis hermanas se unieron a mí.
- "Si papá, ¿Qué le pasa a mamá? ¿Por qué esta tan nerviosa?"- preguntó Alice.
- "Pronto lo sabréis, pero mientras tanto, por vuestro pobre padre, no la pongáis más nerviosa, o me haréis la vida un infierno."- nos dijo mi padre a modo de súplica, los tres nos miramos, y decidimos ceder, sólo sería unas horas, y seguro que cuando empezara la fiesta mi madre, tras uno o dos tequilas, o algunas margaritas, se relajaría.
A la hora exacta del ultimátum, todos estábamos en el salón de la casa cambiados y listos, en el jardín estaba todo preparado, algunos invitados ya habían llegado, y sólo faltaba mi madre, que apreció segundos después, maquillada, con el pelo recogido en lo alto, el vestido de flores más bonito que tenía, le sentaba genial.
- "¿Mamá has invitado al Presidente y no nos has dicho nada?"- preguntó Megan con burla, haciendo que Alice y yo nos riéramos, en ocasiones mi madre era muy exagerada.
Justo en ese momento tocaron en la puerta, y mi madre salto emocionada.
- "¡Ya, están aquí!"- todos miramos a la puerta mientras mi madre la abría emocionada.
Lo siguiente que se oyó en la sala, por parte de una de las personas que había entrado por la puerta y por la mía, fue una frase dicha la vez, de manera sincronizada, y con voz alterada.
- "¿Qué demonios haces tú aquí? - mientras se hacía el silencio en la sala, y dos mujeres sonreían satisfechas mirándose con complicidad.
Al mismo tiempo, mi hermana Megan, roja como un tomate, y con claro síntomas de ataque de vergüenza, buscaba un hoyo en el suelo donde enterrarse, y morir, al ver entrar a nuestra casa al ex CEO, su esposa, y a la hija de estos, la actual CEO de la empresa donde ella trabaja de secretaria de personal. Vamos para haber gradado a escena.
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El Ardiente Capricho de la CEO
RomansaMackenzie O 'Sullivan es la heredera de Holding O 'Sullivan Park, ha tenido que luchar mucho para convertirse en el CEO. Ya que su tío, Rónan O 'Sullivan, siempre había creído que sus dos hijos, Shane y Murphy, serían los verdaderos herederos de su...