El Ardiente Capricho de la CEO

Capítulo 20. El primer punto para la Lunática CEO 1.

Mackenzie. 

Boston, 2024, Apartamento de Brandon.   

- "¿Qué se supone que estás haciendo, maldita estúpida Mackenzie?"- Recuerdo haberme dicho eso en algún momento, en que me perdí en las sensaciones que esos labios me provocaban, pero desde luego no tenían la fuerza suficiente, para hacer que el razonamiento lógico regresará a mí. 

Si tuviera que calificar la forma de besar de ese hombre, como hago con todo en mi lógica económica, en esa escala de valores a la siempre recurro para justificar mis actos, decididamente la forma de besar del Vader bombero, para mi nulo conocimiento, estaba en lo más alto de la pirámide, acompañado por los grandes expertos de todos los campos en han puesto a la humanidad, donde le corresponde. 

Esos labios podrían ser perfectamente utilizados como un arma de anulación de los sentidos, para conseguir aniquilar la voluntad de una mujer para resistirse, entre ellas yo. Lo peor de todo no era, que sintiera que no pudiera controlarme, lo peor era que no deseaba que aquello terminara, justo por eso, casi grité de felicidad interiormente. cuando ese precioso gato gris y blanco, de cola corta, saltó de nuevo sobre el estúpido manipulador bombero, fue toda una bendición.  

Lo que no esperaba, y en cierta forma torció mi orgullo, fue ver la expresión de arrepentimiento de su cara, como si eso fuera un error que él cometió, consiguiendo de paso, que yo me sintiera, aún más estúpida. 

- "Yo... yo ..."- no había que ser muy inteligente para saber que Vader pretendía salir de esta con una disculpa rápida, e humillante, para mi ego de mujer, así que no lo dejé, tenía que recuperar algo de la dignidad que había perdido cediendo tan rápido a los besos de ese hombre. 

- "No ... no te disculpes... es un error mutuo, además., sólo es un beso, ni que nos hubiéramos ido a la cama."- le dije intentando que pareciera que era algo sin importancia, cuando yo sabía que para mí era algo importante, por desgracia para mi orgullo, era el primer beso que ningún hombre me había dado nunca, algo que desde luego no pensaba decir a nadie, ni, aunque me torturaran. 

Vi como él me observaba con detenimiento, mientras yo evitaba en todo momento mirarle a la cara, bastante me estaba costando no salir corriendo de allí, mostrando así, que estaba más afectada de lo que pretendía hacer ver.  

Pero hasta en esto me ayudó el provocador de toda esta situación, ese dulce gato que, colocándose en el sillón entre los dos, me miró con interés. Siempre me habían gustado los gatos, más que los perros, pero por desgracia, mi madre es alérgica al pelo de cualquier animal,  por eso nunca pude tener de pequeña una mascota, y cuando comencé a vivir sola, me parecía hasta inhumano tener un gato, que apenas iba a poder cuidar dado el volumen de trabajo, sin horario, ni sin días libres, que yo misma me había impuesto, sobre todo en la situación en la que estoy ahora, donde ciertas personas están esperando a que cometa un error, para acabar conmigo, y mi puesto de CEO. 

 - "¡Hola, guapo! Ven."-le dije alargando mi mano como había visto hacer a muchos entrenadores de perros, pensando que así, el precioso gato, me olería y se sentiría más seguro. 

Y funcionó enseguida, el gato caminó hacia mí con ligereza, dándome la sensación de que le había caído bien desde el principio, dejé que se pusiera en mi regazo acurrucándose contra mí, y sin poder evitarlo lo acaricié, su pelo era suave, muy sedoso, la verdad es que es un gato precioso, en cierta forma, envidié al Vader bombero por poder tener a ese cariñoso animal cerca de él.  

- "¿Cómo se llama?"- le pregunté acariciando y sonriendo al gato. 

- "Estuco, el traidor"-me dijo con un tono de voz ronco, que para mí desgracia, me gustó oír.