Capítulo 45. Un almuerzo de psicoanálisis.

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Mackenzie.

Boston, 2024, North End, Restaurante Mosquees.

- "Comienza a largar, CEO, y no te calles nada"- ese fue la primera frase que me largo Marisa nada más verme llegar a la mesa, que habíamos reservado.

- "¿Me dejaras sentarme al menos? ¿O piensa ejecutarme ya, sin última voluntad?"- le dije sentándome en mi silla, mientras me preparaba para el tercer grado.

- "No te vas a librar con tus habilidades negociadoras, comienza a hablar, o mejor yo pregunto y tus contestas, que siempre puedes dejar cosas fuera si te interesa, quiero saberlo todo."- como siempre Marisa me ponía en un aprieto, si no fuera porqué es mi única amiga, esta maldita es el peor negocio que nunca he hecho, siempre pierdo contra ella.

- "Bueno, déjame tomar por lo menos una copa de vino, que te conozco, y tú acoso sin anestesia no es justo, ni siquiera para ti."- le dije en español estableciendo el idioma que siempre usábamos cuando queríamos hablar con seguridad.

Marisa lleva casada con Carlos desde que ella terminó la universidad, y Carlos ya trabajaba en mi empresa bajo la tutela de mi padre, cuando yo tenía doce años, Carlos ya estaba preparándose para ser mi asistente. Conocí a Marisa, tras su amenaza de muerte por "robarle a su marido" cuando yo tenía casi veintidós años, mientras me preparaba como una empleada más, y mi supervisor era Carlos. Desde ese momento esa puertorriqueña me acogió bajo sus alas, como si fuera mi hermana mayor, quizás que sea una famosa psiquiatra sirvió para que me identificara como un pequeño genio antisocial, con necesidad de un amigo.

Como primera medida en su intento de civilizarme y hacerme un ser social, Marisa, con la excusa de almorzar con su marido, comenzó a obligarlo a llevarme a su casa para almorzar, o se presentaba en el puesto que estaba desempeñado en ese momento, ya fuera de secretaria o de ventas, para traerme el almuerzo, también me obligaba a cuidar a sus hijos para que ellos salieran al cine, y así fue como comencé a enamorar de esos dos preciosos niños, encima cuando cumplió un año, me convertí en la madrina de la preciosa Sara.

Así que sabía que dejar que ella, me preguntara sin control, y yo respondiera, significaba que no podría guardarme, incluso cosas que ni yo sabía que existía, saldrían a la luz.

- "Me niego que me psicoanalices, doctora García, te lo contaré todo, pero déjame comer también y beber un poco, más bien bastante."- le dije seria, mientras tomaba la copa de vino que acababan de servirnos, y lo bebí de una sólo golpe, para dejar claro que el interrogatorio empezaba.

- "Bien te concedo eso, pero de vez en cuando, podré preguntar."- me dijo, pero la miré seria.

- "Tres preguntas, y no puedes repreguntar."- le dije concediéndole eso, aunque sabía que esa maldita psiquíatra con tres preguntas podía convencerme de que el cielo era rojo.

- "Vale, con eso me basta."- me dijo brindando su copa con la mía, que el camarero acaba de rellanar. Había cedido muy rápidamente, y eso era peligroso.

- "Traiga algo más fuerte, y seguido, que la copa no se vacié." Le dije al camarero mientras veía la sonrisa traviesa de Marisa. –"Bien ¿Por dónde empiezo?"- le dije mirándola.

- "Por el principio"- me dijo y así fue como lo hice.

Le conté encuentros en momentos extremos, que yo como víctima, poco colaborativa, y el como una estúpido y entrometido bombero, habíamos tenido, los choques de trenes de nuestras personalidades, y encima añadí que nuestras madres, incompresiblemente, nos veían como la pareja ideal.

- "No lo entiendo, casi nos matamos cuando nos vemos, ¿Cómo puede ser que nuestras madres no lo vean?"- le dije indignada, mientras me echaba a la boca el ultimo trozo que acaba de cortar, con cierta fuerza, eso sí, del tierno solomillo premium que me estaba comiendo.

- "Quizás sea porque, cuando le estás metiendo la lengua hasta la garganta de tu enemigo, es muy difícil de verlo. ¿Tú que crees?"- la mirada inteligente de Marisa me dio la pista, supe que intentaba que cayera en su trampa.

- "Esa es tu primera pregunta, te quedan dos."- ella no dijo nada sólo sonrió esperando mi respuesta. –"Esta bien, sólo ha pasado dos veces, vale, y cuando tú nos vistes, fue la última, pero no va a volver a pasar, hemos hecho un acuerdo para vivir juntos y no pensamos..."- fui interrumpida de forma brusca, por una exclamación ofendida de Marisa.

- "¿Convivir? Vaya CEO al parecer cuando transmite una información, sueles callarte parte de ella."- me dijo sonriendo con esa sonrisa peligrosa y fría, que no depara nada bueno, hasta mi asistente Carlos, el amor de la vida de Marisa, la teme.

- "Es un engaño, es para que nuestras madres nos dejen de acosar, hacemos que sedemos, pero en realidad no es así."- le dije aclarándole, saltándome la parte de que mi vida estaba amenazada, bastantes personas estaban preocupadas ya, para preocupar a mi mejor amiga con esto.

- "¿Y dices que no se llevan bien? ¿cómo vas a convivir con él, sin acabar en su cama? Lo digo por lo que vi sobre la mesa de tu despacho."- me dijo la psicóloga intentando parecer seria.

-"Esa son dos preguntas, ya no puedes preguntar más, y te repito que hemos hecho un trato, lo nuestro es cumplirlos, nada de acercamiento sexual de ningún tipo, sabes como soy yo para esto, además te recuerdo que con veinticinco años aún soy virgen, y hasta estos dos errores que he cometido con el Vader bombero, nunca me habían besado, si he llegado hasta aquí así, no voy acostarme con Brandon a la primera de cambio, por muy bueno que esté, así que deja de montarte películas, ¿vale?"- le dije impaciente. Ella me miro asintiendo lentamente, en silencio, sin aparta los ojos de mí, durante unos largos segundos, poniéndome nerviosa. –"¿Qué? ¿Quéee? Deja de hacer eso ¡por dios!, me saca de quicio."- le repetí.

- "¿Con que Vader Bombero? Me parece que la que se está montando la película eres tú querida Padme, ¿no era Hayden Christensen, el actor que más te ponía de tu saga favorita, la de Star Wars? ¿no era el que represento a Anakin y después a Darth Vader? ¿Esta tu bombero tan bueno como Hayden Christensen?"- el bombardeo de preguntas me agarró desprevenida.

- "No puedes preguntar más, doctora García, está fuera de contrato"- le dije seria, mientras en mi mente se colaba una máxima que nunca estuvo allí hasta ahora, y todo por culpa de ella.

- "Desde luego que el Vader bombero estaba infinitamente más bueno que Hayden Christensen, su cuerpo era un templo para el pecado, con una musculatura perfecta, y sus ojos podían hacer que te pasaras al lado oscuro, sin pensártelo."- dijo mi mente de pronto

- "Mierda lo ha conseguido esta maldita bruja, lo ha conseguido otra vez."- pensé cuando fui consciente de mis pensamientos, mientras mal humorada pedía la cuenta que no tardó en llegar, frente a mí sonriente doctora, que me miraba en silencio.

Tras pagar con tarjeta, me levanté de la mesa.

- "Me retiro, enfada que lo sepas."- le dije.

- "Te llamo después Padme, y recuerda usa condones no deseamos una Luke y una Leia muy pronto"- me dijo levantándose también de la mesa burlona.

- "Doctora García, eres una zorra."- le dije girándome para salir del restaurante, pero no habia dado ni un paso cuando Marisa me dijo.

- "Lo sé, pero aun así me quieres, Padme, y lo sabes."- continue mi camino queriendo parecer ofendida, pero como siempre esa puertorriqueña desquiciante tenía razón, era mi mejor amiga, y siempre lo sería.  

El Ardiente Capricho de la CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora