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❝ Baby, let the games begin... ❞




🤍◦ ✨ . . ✒️ ೃ࿔ 📜 • ༄





Spencer sonrió entre sueños cuando un cuerpo acurrucados más contra sí, así que sin abrir los ojos maniobra aquella estructura corporal que conocía de principio a fin para que quede completamente arriba suyo, riendo cuando la respiración de Emma chocaba contra su mentón.

— Tus manos están en mi trasero — se quejó la rubia.

El río mientras daba un apretón — Buenos días.

— Pervertido — ella lo acompañó en la risa mientras se sentaba justo en su torso, y cuando Spencer abrió finalmente sus ojos, un primer plano de una rubia ya bastante embarazada y somnolienta lo recibió, con aquella panza de cinco meses resaltando entre las ropas, los cabellos todos desordenados y un brillo en sus ojos que el genio juraba no haber visto antes — Tenemos que levantarnos, hay que ir a trabajar.

— No quiero. — negó mientras la obligaba a volver a sentarse cuando Emma estaba por irse a cambiar — Faltemos.

— Spencer no vamos a faltar — negó la chica, peinando aquellos cabellos locos que estaban esparcidos por todo su rostro, cosa que hacía todas las mañanas mientras aprovechaba para dejarle caricias — No podemos faltar cada vez que tienes sueño, porque siempre te cuesta levantarte.

— Es porque estoy muy a gusto a tu lado — respondió él, haciendo puchero — Y estás calentita.

— No me vas a convencer con halagos — negó riendo al ver como el genio daba pequeñas patadas a la cama y se daba vuelta para darle la espalda — Spencer…

— ¿Y si te digo amor si faltamos? — preguntó contra su almohada — Te gusta que te diga amor, sobre todo cuando estas chupan…

— ¡Walter! — gritó ella, en advertencia mientras lo cortaba, y él supo que estaba en problemas, porque ella casi nunca usaba su segundo nombre para reprenderlo — Deja de decir estupideces y vístete, antes de que llame Hotch preguntando donde estamos.

A rastras, se levantó de aquella cama, llevándose consigo las sábanas siendo un gran y alto desastre mientras se dirigía al baño.

— Como diga la señora Reid.

— Si quieres que llegue a ser la señora Reid oficialmente ve a darte una ducha fría — ordenó ella, cruzada de brazos — Maldito calentón.

La risa del castaño se escuchó por todo el dormitorio, y Emma rodó los ojos mirando a su panza.

— Si tu me haces renegar así como tu padre vivirás castigado — apuntó con su dedo, retando a su pobre hijo que ni siquiera había nacido — Así que por tu bien, espero que te portes bien, Oliver.

— Emma deja de retar a nuestro hijo, que todavía no ha hecho nada — defendió el castaño, detrás de ella. La rubia sonrió cuando sintió ambas manos del castaño pasarse en su pequeño vientre ya formado — Será un pequeño excelente.

— ¿A quién crees que se parezca más? — preguntó ella, acostándose contra su torso mientras sentía los masajes del castaño — Yo quiero que tenga tu cabello.

— ¿Mi cabello? — preguntó el castaño, extrañado — ¿Por qué querrías qué tuviera mi cabello? No tiene forma.

— No es cierto — negó la chica, acariciando su cabello cuando él se acercó a dejar un beso — Me encanta tu cabello.

— Yo quiero que se parezca a ti — negó el castaño — ¿Te imaginas que fuera rubio y con rulos como tu? Amaría eso.

— ¿Jamás tuviste que peinar rulos, cierto? — preguntó la rubia, y el negó — Entonces debes saber que no quieres que este bebé tenga rizos.

𝑨𝒍𝒍 𝒊𝒔 𝒇𝒂𝒊𝒓 𝒊𝒏 𝑳𝒐𝒗𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝑷𝒐𝒆𝒕𝒓𝒚 | Spencer Reid Donde viven las historias. Descúbrelo ahora