Bajo el mismo latido

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En la casa del árbol, el silencio entre ambas parecía haberlo dicho todo. El viento suave agitaba las hojas fuera, y los rayos dorados del sol se filtraban entre las ramas, creando patrones en el suelo de madera. Lynn se recostó un poco más, intentando disfrutar del momento, aunque su mente no dejaba de divagar. Las palabras de Amelia seguían retumbando en su cabeza.

"¿Por qué dejamos de ser amigas?"

Era una pregunta simple, pero la respuesta no lo era. Había muchas razones que se acumulaban con los años, pequeñas peleas, malentendidos y esa competencia silenciosa que siempre parecía estar presente entre ellas. Sin embargo, lo que Lynn no se atrevía a decir en voz alta era el miedo. Miedo a lo que significaban esas miradas furtivas, las bromas pesadas que parecían ir más allá de lo usual, y sobre todo, ese extraño nudo en el estómago que sentía cada vez que Amelia estaba cerca.

—"¿En qué piensas?" —preguntó Amelia, rompiendo el silencio. Su voz era suave, pero directa, como si quisiera atravesar la barrera que Lynn había construido entre ellas.

Lynn giró su cabeza hacia ella, encontrando esos ojos azules que siempre parecían tan calmados, tan seguros. Intentó sonreír, pero no lo logró del todo.

—"Nada, princesa. Solo... tú sabes, recordando viejos tiempos," —respondió, con su característico tono sarcástico, aunque esta vez sonaba más forzado.

Amelia rodó los ojos, pero una pequeña sonrisa se formó en sus labios. —"Sabes que siempre puedo notar cuando mientes, Lynn."

Eso desarmó a Lynn por completo. Nunca le había gustado que Amelia la conociera tan bien. Era una de las pocas personas que podía ver más allá de sus capas de sarcasmo y dureza.

—"No es nada importante," —dijo Lynn, desviando la mirada hacia el techo de la casa del árbol—. "Solo... cosas."

Amelia la observó en silencio durante unos segundos, y luego se acercó un poco más, recostándose a su lado. El espacio era pequeño, así que sus brazos se rozaban, y Lynn sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.

—"Si no quieres hablar de eso, está bien," —dijo Amelia en voz baja, su tono era tranquilizador, pero con un toque de curiosidad—. "Solo... me alegra que estemos aquí, juntas. Hace mucho que no teníamos un momento así, ¿no?"

Lynn asintió, sintiendo la cercanía de Amelia de una manera que nunca antes había sentido. Su corazón latía más rápido de lo normal, y cada segundo que pasaba sentía que el aire se volvía más denso.

—"Sí, es raro," —admitió finalmente, volteando de nuevo hacia Amelia—. "Nunca pensé que volveríamos aquí. Después de todo lo que pasó..."

Amelia suspiró, y por un momento, sus ojos parecieron perderse en los recuerdos.

—"Yo tampoco," —dijo suavemente—. "Pero creo que a veces es necesario recordar de dónde venimos para saber hacia dónde vamos."

Esas palabras resonaron en Lynn. No estaba segura de lo que Amelia quería decir exactamente, pero había una verdad en sus palabras que no podía ignorar. Lentamente, sus miradas se encontraron de nuevo, y algo cambió en el aire entre ellas. Lo que había sido un momento de nostalgia, de reconexión, ahora parecía algo más. Algo que Lynn no había querido reconocer durante mucho tiempo.

—"Amelia..." —susurró Lynn, sin saber exactamente qué decir.

Pero antes de que pudiera terminar la frase, Amelia se inclinó ligeramente hacia ella. Fue un movimiento pequeño, apenas perceptible, pero suficiente para que Lynn lo notara. Su corazón latía tan rápido que casi dolía, y sin pensarlo dos veces, cerró los ojos, como si su cuerpo supiera lo que iba a pasar antes de que su mente lo procesara.

Y entonces, sucedió.

Los labios de Amelia rozaron los suyos, en un beso suave, casi tímido. El mundo pareció detenerse en ese instante. No había espacio para pensamientos, solo la sensación de los labios de Amelia contra los suyos, cálidos y delicados. Fue un beso corto, pero lleno de significados que ambas aún no comprendían del todo.

Cuando se separaron, Lynn abrió los ojos lentamente, sintiendo que su corazón estaba a punto de explotar. Amelia la miraba con una mezcla de sorpresa y timidez, como si tampoco entendiera completamente lo que acababa de pasar.

—"Yo... lo siento," —dijo Amelia, su voz apenas un susurro, mientras apartaba la mirada, claramente incómoda.

Lynn, sin embargo, no se movió. Aún estaba procesando lo que acababa de ocurrir, pero no podía negar lo que sentía. Había algo en ese beso que la había hecho sentir más viva que nunca, algo que no había sentido en mucho tiempo. Tomó una respiración profunda y, con una pequeña sonrisa, dijo:

—"No te disculpes, princesa. No es necesario."

Amelia la miró de nuevo, con una mezcla de confusión y alivio en sus ojos.

—"¿Estás segura?" —preguntó, aún insegura de lo que había pasado.

Lynn asintió lentamente, sin dejar de mirarla.

—"Sí," —respondió—. Creo que... creo que hacía mucho tiempo que esto debía pasar."

Amelia sonrió tímidamente, y el ambiente entre ellas, que antes estaba lleno de tensión y confusión, ahora parecía más ligero, más claro. Tal vez no entendían del todo lo que significaba ese beso, pero ambas sabían que algo había cambiado entre ellas. Algo que, por primera vez en mucho tiempo, las acercaba más de lo que alguna vez pensaron posible.

El sol seguía bajando, cubriendo la casa del árbol en tonos anaranjados y dorados, mientras Lynn y Amelia se quedaban en silencio, disfrutando del momento.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora