viejos recuerdos

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El viernes llegó más rápido de lo que Lynn esperaba. Después de varios días de silencios incómodos y sentimientos confusos, había llegado a una decisión: necesitaba una salida. Algo que la desconectara del ambiente escolar, de las preguntas incómodas de sus amigos y, sobre todo, de las miradas constantes hacia Amelia. Recordó la vieja casa del árbol que ella y Amelia solían visitar cuando eran niñas, un lugar que había quedado en el olvido con el tiempo, pero que en su momento fue su refugio secreto. Era perfecto.

Esa tarde, después de clases, mientras el sol aún brillaba sobre los pasillos de la escuela, Lynn se acercó a Amelia, quien estaba guardando libros en su casillero.

—"Oye, princesa," —empezó Lynn con su característico tono sarcástico, aunque esta vez algo más suave—, "¿tienes algo que hacer esta tarde?"

Amelia la miró con una ceja levantada, evidentemente sorprendida por la pregunta. —"No mucho, ¿por qué?"

Lynn se cruzó de brazos y sonrió con un aire de desafío. —"Pensé en llevarte a un lugar especial. Ya sabes, un sitio donde solíamos pasar el rato cuando éramos niñas."

Amelia parpadeó un par de veces, y luego su expresión se suavizó al recordar. —"¿Hablas de la casa del árbol?"

—"Exactamente," —dijo Lynn, intentando ocultar su nerviosismo detrás de una sonrisa despreocupada—. "Vamos, te apuesto a que sigue en pie. Sería divertido volver."

Amelia dudó por un momento, pero terminó asintiendo. —"Está bien, suena divertido. Vamos."

**

La caminata hacia la casa del árbol fue extrañamente tranquila. Mientras cruzaban el vecindario y luego el pequeño bosque que rodeaba el lugar, las hojas crujían bajo sus pies y el aire fresco llenaba el ambiente. Lynn sentía una calma que no experimentaba desde hacía mucho tiempo, como si el simple hecho de regresar a un lugar de su infancia la desconectara de las complicaciones de su vida actual.

Amelia caminaba a su lado, observando los árboles altos que bordeaban el sendero. Parecía que los recuerdos también la invadían, porque de vez en cuando sonreía para sí misma, recordando algún momento lejano de su niñez.

—"¿Te acuerdas de aquella vez que nos quedamos hasta tarde aquí?" —preguntó Amelia, rompiendo el silencio—. "Tuvimos que escondernos de tus hermanos cuando nos buscaban para cenar."

Lynn soltó una risa ligera. —"Sí, y luego Lisa nos dio una conferencia sobre los peligros de estar fuera de casa después del atardecer. Como si fuéramos a perdernos en medio del vecindario."

Ambas se rieron, y el ambiente se relajó un poco más. Era como si, por un momento, la tensión de las últimas semanas desapareciera, y fueran las mismas niñas que jugaban juntas en ese lugar hace años.

**

Cuando llegaron a la casa del árbol, el lugar estaba casi como lo recordaban. La estructura de madera estaba un poco desgastada por el tiempo, pero aún se mantenía firme. Las paredes estaban cubiertas de enredaderas, y el interior tenía una capa de polvo, pero eso no les importaba. Lynn subió primero por la vieja escalera de cuerda, comprobando que estuviera segura antes de invitar a Amelia a seguirla.

—"Sigue siendo igual de pequeña," —comentó Amelia mientras se acomodaba en el suelo de la casa del árbol, mirando alrededor con una sonrisa nostálgica.

—"Pequeña, pero llena de recuerdos," —dijo Lynn, sentándose a su lado. Luego miró por la pequeña ventana que daba al bosque y suspiró—. "No puedo creer que hayamos dejado de venir aquí."

—"Supongo que crecimos," —respondió Amelia, encogiéndose de hombros—. "Las cosas cambian."

Lynn se quedó en silencio un momento, meditando sobre esas palabras. Sí, las cosas habían cambiado. Ellas habían cambiado. Y, sin embargo, aquí estaban, volviendo al mismo lugar donde todo comenzó.

—"Es raro, ¿verdad?" —dijo Lynn de repente, rompiendo el silencio—. "Nos peleamos tanto, pero de alguna manera siempre terminamos volviendo a estos recuerdos de cuando éramos amigas."

Amelia la miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. —"Sí... supongo que es algo que nunca desaparece del todo."

Lynn asintió lentamente. Había algo reconfortante en estar aquí con Amelia, lejos de la escuela, de los entrenamientos, de las expectativas de los demás. Solo eran ellas dos, rodeadas por los ecos de su infancia.

—"Sabes," —dijo Amelia, mirando a Lynn de reojo—, "siempre me he preguntado por qué dejamos de ser amigas."

Lynn frunció el ceño, sin saber exactamente cómo responder a eso. Era una pregunta complicada, llena de recuerdos confusos y emociones no resueltas. Pero antes de que pudiera decir algo, Amelia añadió:

—"No quiero presionarte ni nada, pero me gustaría saberlo algún día."

Lynn sintió un nudo en la garganta. No estaba lista para responder a eso, no aún. Pero sabía que Amelia merecía una respuesta. Algún día.

—"Lo sabrás, princesa," —dijo finalmente, con una sonrisa que no llegó del todo a sus ojos—. "Solo dame un poco de tiempo."

Amelia asintió, aceptando esa respuesta por el momento. Luego, se recostó en el suelo de la casa del árbol, mirando al cielo a través de las pequeñas grietas en el techo.

—"Al menos tenemos este lugar," —dijo, con una sonrisa más sincera—. "Siempre podemos volver aquí."

Lynn la miró, y por un momento, se sintió agradecida de tener a Amelia en su vida, a pesar de todo lo que había pasado entre ellas. Quizás no lo entendía del todo, pero algo estaba cambiando entre ellas, y no podía ignorarlo más.

—"Sí," —dijo Lynn en voz baja, recostándose también junto a Amelia—, "siempre podemos volver aquí."

Ambas se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad del lugar, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Había algo reconfortante en esa vieja casa del árbol, algo que les recordaba que, sin importar lo que pasara, siempre tendrían ese pequeño refugio, un lugar solo para ellas.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora