Tras varios días de recuperación en el hospital, Lynn finalmente fue dada de alta. Su cuerpo todavía estaba algo débil, pero los médicos le aseguraron que, con suficiente descanso y cuidado, pronto estaría como nueva. Mientras Rita manejaba de vuelta a casa, el auto estaba inusualmente silencioso. Lynn miraba por la ventana, intentando no pensar demasiado en cómo había llegado a ese punto. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que no tenía la energía para hablar o bromear como lo hacía siempre.
Amelia iba sentada a su lado, sosteniendo su mano con suavidad. Desde el incidente, Amelia no se había separado de ella ni un segundo. Había insistido en quedarse a su lado en el hospital y, ahora que volvían a casa, planeaba quedarse un par de días más para asegurarse de que Lynn realmente descansara.
—¿Estás bien, lynnie? —preguntó Amelia, rompiendo el silencio.
Lynn soltó un suspiro y giró ligeramente la cabeza hacia ella, dibujando una leve sonrisa.
—Estoy bien... creo. Sólo estoy pensando demasiado —admitió, su voz aún algo apagada.
—Bueno, no pienses demasiado. Lo importante es que estás mejorando, ¿de acuerdo? Y esta vez no te voy a dejar agotarte de esa manera.
Amelia le apretó la mano con firmeza, lo que hizo que Lynn sintiera una calidez reconfortante en el pecho. No respondió, pero por primera vez en días, dejó que su cabeza descansara contra el hombro de Amelia. Ese simple gesto fue suficiente para que Amelia supiera que estaba empezando a bajar las barreras.
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En casa
Al llegar a casa, Lynn fue recibida con un alboroto. Leni había decorado el salón con globos y un cartel que decía "¡Bienvenida, Lynn!" en letras coloridas. Lincoln, Lana y Lola la abrazaron de inmediato, llenándola de preguntas y comentarios. Lori estaba más discreta, pero su abrazo fuerte dijo más de lo que las palabras podían expresar.
—¡Gracias, chicos! Pero no tienen que hacer todo esto, sólo fue un pequeño desmayo... —intentó decir Lynn, aunque sabía que no iba a convencerlos.
—¡Pequeño desmayo! Casi nos matas del susto, hermana —respondió Lori con una ceja levantada—. Ahora, tu trabajo es descansar, ¿entendido?
Lynn asintió con una mezcla de culpa y gratitud. Agradeció los abrazos, pero no pudo evitar buscar a Amelia con la mirada. Necesitaba un momento a solas con ella. Y Amelia, como si leyera su mente, le dio un leve empujón en la espalda hacia las escaleras.
—Vamos, necesitas acostarte.
Subieron juntas al cuarto de Lynn, cerrando la puerta tras ellas. Una vez adentro, Lynn se dejó caer en la cama con un suspiro de alivio. Amelia se sentó a su lado, mirándola con una sonrisa suave.
—Extrañaba mi cama... —murmuró Lynn, cerrando los ojos por un momento.
—Bueno, tu cama también te extrañaba a ti —bromeó Amelia, haciendo que Lynn abriera un ojo y le dedicara una mirada entre divertida y cansada.
Amelia se inclinó un poco hacia ella, quitándole un mechón de cabello de la cara.
—¿Sabes algo? —dijo Amelia, en voz baja.
—¿Qué? —preguntó Lynn, abriendo los ojos por completo y encontrándose con los de Amelia.
—Me alegra que estés bien. Me asustaste mucho, linda.
El tono honesto y vulnerable de Amelia hizo que el corazón de Lynn se apretara. Se sentó lentamente, quedando cara a cara con su novia.
—Lo siento mucho, preciosa. No quería que te preocuparas... ni a ti ni a nadie. Sólo... a veces no sé cómo parar. —Su voz tembló ligeramente.
Amelia negó con la cabeza y tomó las manos de Lynn entre las suyas.
—No necesitas disculparte, pero tienes que prometerme que empezarás a cuidarte más. No puedes seguir empujándote de esta manera.
Lynn asintió, sus ojos bajaron hacia sus manos unidas. Por un momento, el silencio llenó el cuarto, pero no era incómodo. Era un silencio lleno de comprensión y amor.
Amelia se inclinó lentamente hacia Lynn, y Lynn hizo lo mismo. Sus labios se encontraron en un beso largo y profundo, lleno de emociones contenidas. Lynn sintió cómo su corazón, que había estado latiendo de manera irregular desde su colapso, parecía encontrar un ritmo más tranquilo. Amelia le sostenía el rostro con suavidad, como si Lynn fuera algo frágil y precioso.
Cuando se separaron, sus frentes se quedaron juntas. Ambas respiraban profundamente, como si ese beso hubiera sido más que un simple gesto: un compromiso silencioso.
—Es gracioso, ¿no? —murmuró Lynn de repente, sin separarse de Amelia.
—¿Qué cosa? —preguntó Amelia, mirándola con curiosidad.
—Cómo empezamos. —Lynn soltó una risa suave—. Quiero decir, ¿recuerdas cómo no podíamos ni vernos al principio?
Amelia también rió, aunque con un poco de vergüenza.
—Oh, sí, recuerdo muy bien cómo me llamabas “la reina de los pompones” cada vez que me veías.
—Bueno, tú no eras muy amable conmigo tampoco. "Tonta deportista" suena bastante ofensivo ahora que lo pienso.
Ambas rieron juntas, y el momento se llenó de una calidez que sólo ellas podían compartir. Amelia se acomodó en la cama junto a Lynn, rodeándola con un brazo.
—Supongo que hemos cambiado mucho desde entonces, ¿eh? —dijo Amelia, acariciando suavemente el brazo de Lynn.
—Sí... para mejor. —Lynn se recostó contra Amelia, sintiendo que no necesitaba más que ese momento.
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Una visita inesperada
No pasó mucho tiempo antes de que el sonido de pasos pequeños en el pasillo interrumpiera el momento. La puerta del cuarto se abrió lentamente, y ambas se giraron para ver a Lily, quien estaba de pie con su mantita y su osito de peluche. Sus grandes ojos las miraban con curiosidad.
—¿Lily? ¿Qué haces despierta? —preguntó Lynn, levantando una ceja.
—¿Puedo dormir con ustedes? —preguntó la pequeña, frotándose los ojos.
Lynn miró a Amelia, quien sonrió y asintió.
—Claro que sí, ven aquí, enana —dijo Lynn, haciendo espacio en la cama.
Lily corrió hacia ellas y se subió con la ayuda de Amelia. Se acomodó entre las dos, abrazando su osito con fuerza.
—Gracias, Lynn... gracias, Melya —murmuró Lily, cerrando los ojos rápidamente.
Amelia se rió suavemente al escuchar cómo Lily pronunciaba su nombre.
—Es adorable, ¿no? —susurró Amelia, mirando a Lynn.
—Sí... pero ya es tarde. Si ronca, la vas a tener que sacar tú. —Lynn sonrió con picardía.
Amelia negó con la cabeza, pero no pudo evitar reír. Se acomodaron las tres juntas, y el cuarto quedó en completo silencio. Con Lily dormida entre ellas, y Amelia abrazándola suavemente, Lynn finalmente sintió que estaba lista para descansar.
Por primera vez en mucho tiempo, no pensó en entrenamientos, partidos, ni en ser la mejor. En cambio, pensó en cómo había cambiado su vida desde que Amelia llegó a ella, en cómo su pequeña hermana la buscaba cuando tenía miedo, y en lo afortunada que era de tener a su familia y amigos apoyándola.
Mientras el sueño la vencía, Lynn se prometió que, de ahora en adelante, haría las cosas de una manera diferente. Porque aunque ser fuerte era importante, había aprendido que también lo era aceptar ayuda y cuidar de uno mismo.
Y en ese momento, rodeada de amor, supo que todo estaría bien.
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Esa noche fue el inicio de un nuevo capítulo para Lynn Loud Jr. Una historia donde aprendería a equilibrar su pasión con su bienestar, y donde siempre tendría a las personas que amaba para recordarle que no tenía que hacerlo sola.
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Princesa, estoy contigo
Teen FictionQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*