El sol brillaba intensamente sobre el parque, y una suave brisa hacía ondear los árboles que rodeaban el área donde Lynn y sus amigos habían decidido instalarse para el picnic. Era un día perfecto, uno de esos que parecía diseñado para crear recuerdos. Mientras colocaban las mantas en el césped, Lynn no podía evitar sentirse emocionada y un poco nerviosa al mismo tiempo. Era una oportunidad de oro para acercarse a Amelia y, tal vez, explorar lo que había entre ellas.
—¿Tienes todo lo que necesitas, Lynn? —preguntó Kelly, mientras acomodaba su mochila en la manta—. No quiero que se te olvide el almuerzo esta vez. La última vez fue un desastre.
—¡No te preocupes! —respondió Lynn, riendo—. Esta vez tengo suficientes bocadillos para alimentar a un ejército.
A medida que el resto del grupo llegaba, la energía se intensificaba. Margo, Ivy, Marco y Jace estaban listos con sus contribuciones al picnic: ensaladas, sándwiches y muchas golosinas. La idea de pasar un día sin preocupaciones en compañía de sus amigos la llenaba de alegría.
De repente, Amelia apareció, con una expresión un poco seria pero con una sonrisa que hacía que su corazón diera un vuelco. Lynn se sintió un poco más segura de sí misma cuando vio que Amelia se unía al grupo.
—¡Hola, princesa! —dijo Lynn, jugando con el apodo que siempre usaba para provocarla.
Amelia frunció el ceño, pero no pudo evitar sonreír. —No me llames así. Solo porque estás organizando un picnic no significa que hayas ganado un punto a favor.
Lynn soltó una risa. —¿Y quién dice que estoy intentando ganar puntos? Solo quiero disfrutar de un buen día al aire libre.
—Está bien, pero si me lanzas un pompon, voy a pensar que estás tratando de ganar. —Amelia se sentó en la manta, colocándose junto a Lynn, lo que hizo que el estómago de Lynn se revolviera de emoción.
Mientras se servían la comida, las conversaciones fluyeron naturalmente. Jace comenzó a hablar sobre su reciente obsesión con un videojuego, mientras Margo compartía algunas historias divertidas sobre sus propias experiencias. La atmósfera estaba llena de risas y el sonido de la comida siendo devorada. Lynn disfrutó cada momento, pero al mismo tiempo no podía dejar de lanzar miradas furtivas a Amelia, preguntándose qué pensaría de todo esto.
—Así que, Amelia, ¿estás lista para una nueva ronda de animaciones? —preguntó Ivy, tratando de mantener la conversación en marcha—. Estoy segura de que este año tu equipo va a arrasar en la competencia.
Amelia se encogió de hombros. —Espero que sí. Pero la presión es alta, especialmente con Lynn en el otro equipo.
—¿Presión? —replicó Lynn, levantando una ceja—. ¿O es que tienes miedo de perder ante una “princesa”?
Amelia se rió y, por un breve momento, se sintió como si la rivalidad entre ellas se desvaneciera. —Nunca he tenido miedo de perder ante ti. Solo tengo que asegurarme de que no me distraigas con tus bromas.
—Eso suena como un desafío. —Lynn sonrió, disfrutando de la chispa en sus ojos.
Después de la comida, decidieron jugar a un juego de frisbee. Todos se levantaron y comenzaron a correr, riendo mientras trataban de atrapar el disco volador. Lynn se sintió increíblemente viva en ese momento. La risa y la emoción llenaban el aire, y había algo en la forma en que Amelia competía que la hacía sentir intrigada.
Cuando Lynn lanzó el frisbee, se dio cuenta de que había apuntado en la dirección equivocada, y el disco terminó aterrizando directamente en el lugar donde Amelia estaba tratando de atrapar la pelota.
—¡Oye! —gritó Amelia, mirándolo con una mezcla de indignación y diversión—. ¿Es eso un intento de herirme?
Lynn se acercó, riendo. —¿Quién, yo? Nunca. Solo estaba probando tus habilidades como porrista.
Amelia hizo un gesto de desdén. —Por supuesto, como si necesitaras una razón para intentar hacerme quedar mal.
Las risas continuaron mientras el grupo se sumergía en el juego. Sin embargo, el tono ligero entre Lynn y Amelia estaba cargado de tensión. Cada pequeño intercambio de bromas era un recordatorio de la rivalidad que todavía existía entre ellas, pero de una manera más juguetona.
A medida que la tarde avanzaba, la conversación se tornó un poco más profunda. Mientras todos se sentaban en la manta, Margo comenzó a hablar sobre los sueños y planes de futuro.
—¿Qué quieren hacer después de la escuela? —preguntó Margo, mirando a todos—. Hay tantas cosas por hacer, y quiero asegurarme de que todos estemos listos para lo que venga.
—Yo quiero ser músico. —dijo Luna, sonriendo—. La música es mi vida.
—¿Músico? —repitió Amelia, mirando a Luna con interés—. Eso suena genial. Siempre me ha encantado escuchar tus canciones.
—¿Y tú, Lynn? —preguntó Jace, mirándola—. ¿Qué piensas hacer?
Lynn se encogió de hombros. —Aún no lo sé. Quizás seguir en deportes, tal vez ser entrenadora. O una estrella del deporte.
—Estrella del deporte, ¿eh? —Amelia soltó una risa burlona—. ¿Te imaginas?
Lynn le lanzó una mirada divertida. —Claro que sí. La “princesa” se convierte en campeona.
Amelia frunció el ceño, aunque había una pequeña sonrisa en sus labios. —Quizás deberías dejar de soñar tanto y concentrarte en la realidad.
—¿Y tú qué vas a hacer? —replicó Lynn, sintiendo que la conversación estaba tomando un giro interesante.
—No sé, tal vez algo relacionado con las artes. —Amelia se encogió de hombros—. He estado pensando en eso.
Lynn observó a Amelia y sintió una conexión más fuerte. Era como si, detrás de su rivalidad, hubiera una comprensión más profunda de lo que ambas querían.
Cuando el sol comenzó a ponerse, el aire se volvió más fresco. El grupo se acomodó en la manta, disfrutando de la compañía. Mientras se contaban historias divertidas sobre su infancia y compartían anécdotas graciosas, Lynn se dio cuenta de que no solo estaba disfrutando del picnic, sino que también estaba comenzando a ver a Amelia de una manera diferente.
Amelia no era solo su enemiga; era una amiga, alguien que había estado en su vida de una forma compleja. Tal vez, al final, lo que había entre ellas no era solo rivalidad, sino un potencial para algo más profundo.
Mientras se reían y compartían más historias, Lynn se sintió agradecida por este día. La posibilidad de una amistad, o incluso algo más, se abría ante ella. Se sintió aliviada al darse cuenta de que el picnic no solo había sido una forma de disfrutar del aire libre, sino una oportunidad para cambiar la narrativa de su relación con Amelia.
Con la luz del atardecer iluminando sus rostros y el aire lleno de risas, Lynn se dio cuenta de que tal vez, solo tal vez, estaban comenzando a escribir un nuevo capítulo en su historia.

ESTÁS LEYENDO
Princesa, estoy contigo
Genç KurguQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*