Amelia llegó a casa sintiéndose extraña. Las risas del día aún resonaban en su mente, y la experiencia de estar atrapada en el armario con Lynn había sido tanto divertida como confusa. Mientras cruzaba la puerta de su hogar, se dejó caer en el sofá, sintiendo cómo la adrenalina del día comenzaba a disiparse.
—¡Hola, cariño! —saludó su madre, asomándose desde la cocina—. ¿Cómo te fue en la escuela?
Amelia sonrió débilmente. —Fue... interesante —respondió, buscando las palabras adecuadas. No estaba lista para compartir lo que realmente había pasado. Después de todo, la relación que tenía con Lynn era complicada, llena de altibajos, pero había algo en ese encierro que la hacía pensar que tal vez había un cambio en su amistad.
—¿Interesante? —repitió su madre con una ceja levantada, limpiándose las manos en un paño de cocina—. ¿Conoces a alguien que te gusta?
Amelia rió nerviosamente, sintiendo que el rostro se le calentaba. —¡No! —exclamó, sacudiendo la cabeza—. Solo... cosas de la escuela.
—Está bien, no tienes que decírmelo todo —dijo su madre, volviendo a la cocina—. Pero recuerda que siempre estoy aquí si quieres hablar.
Amelia asintió, pero su mente estaba lejos. Se recostó en el sofá, recordando las miradas desafiantes y las bromas que intercambiaron con Lynn. Era una mezcla de rivalidad y camaradería que la hacía sentir emocionada y frustrada a la vez. Mientras pensaba en todo lo que había ocurrido, su mente no podía evitar centrarse en cómo se sentía con respecto a Lynn.
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A la mañana siguiente, el sol brillaba intensamente, pero dentro de la escuela, las cosas eran muy diferentes. Al llegar a clase, Lynn parecía estar en su propio mundo. Amelia la observó desde la entrada, notando cómo evitaba el contacto visual. La sensación de distancia entre ellas era palpable, como si un muro invisible se hubiera levantado durante la noche.
Amelia se acercó, decidida a entender qué estaba pasando. —Hey, Lynn, ¿estás bien? —preguntó, intentando sonar casual, aunque su corazón latía más rápido de lo habitual.
Lynn se volvió hacia ella, pero no dijo nada. Su expresión era seria, como si estuviera concentrada en un punto que solo ella podía ver. Amelia sintió que la confusión comenzaba a convertirse en frustración.
—Lynn, ¿me estás ignorando? —preguntó, con un tono que no pudo evitar que sonara un poco herido.
Lynn levantó una ceja, pero no respondió. Simplemente se giró y se sentó en su pupitre, abriendo su cuaderno con más determinación de la que Amelia había visto en mucho tiempo. Era un comportamiento que la sorprendía y la inquietaba.
—No sé qué te pasa, pero no tienes que actuar así —dijo Amelia, tratando de mantener la calma. Pero en su interior, la incertidumbre crecía como una tormenta.
La clase comenzó, pero Amelia no podía concentrarse. La mirada de Lynn, antes llena de sarcasmo y picardía, ahora parecía distante y fría. ¿Qué había cambiado de un día para otro? ¿Acaso su broma del armario había ido demasiado lejos? Las preguntas se amontonaban en su mente mientras la profesora hablaba sobre algún tema aburrido.
Durante el receso, Amelia decidió intentar nuevamente acercarse a Lynn. —Margo, Kelly, Jace, Ivy —llamó a sus amigos, que estaban reunidos en una mesa—. Voy a hablar con Lynn.
Mientras se acercaba, el corazón le latía con fuerza. Se sentó frente a Lynn, que estaba absorta en su teléfono. —¿Lynn? —dijo, haciendo un esfuerzo consciente por no sonar agresiva.
Finalmente, Lynn miró hacia arriba. —¿Qué? —preguntó con una voz cortante.
Amelia tragó saliva, sintiendo que las palabras se le atascaban en la garganta. —Ayer fue... divertido, ¿no crees?
Lynn se encogió de hombros. —Sí, supongo. —El tono de su voz era monótono, y eso hizo que el estómago de Amelia se revolviera.
—Mira, si te hice sentir incómoda por lo del armario, lo siento. Solo quería que nos divirtiéramos un poco —dijo Amelia, sintiéndose un poco vulnerable.
—No, no me hiciste sentir incómoda. —Lynn volvió a centrarse en su teléfono—. Solo estaba ocupada.
Amelia sintió un hormigueo de frustración. —¿Ocupada? ¿Con qué? —No pudo evitar la provocación en su voz.
—Con mis cosas, ¿ok? —Lynn respondió, claramente molestada.
—No entiendo por qué estás actuando así. —Amelia intentó mantener la calma, pero sus emociones comenzaban a desbordarse—. ¿Es porque pasamos tiempo juntas en el armario? No fue un gran problema.
—No es eso. Simplemente estoy en un... lugar diferente ahora. —Lynn suspiró, finalmente mirándola a los ojos, pero no había calidez en su mirada, solo un leve desdén.
Amelia se sintió herida. —Así que esto es lo que hacemos ahora, ignorarnos el uno al otro después de todo lo que hemos pasado juntas.
—No sé, tal vez deberías preocuparte por tus pompones, princesa. —Lynn dijo con un sarcasmo ligero, pero en su tono había un matiz de tristeza.
Amelia frunció el ceño, sintiendo que la herida se volvía más profunda. —No estoy siendo una "princesa". Solo quiero saber qué está pasando.
Lynn se cruzó de brazos y no respondió. La distancia se volvió aún más evidente entre ellas, y Amelia sintió que una parte de su corazón se rompía.
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Esa tarde, mientras las horas pasaban lentamente, Amelia no podía quitarse de la cabeza la interacción con Lynn. Había algo en la manera en que Lynn se había cerrado que la dejaba inquieta. ¿Acaso la rivalidad había ido demasiado lejos?
Al llegar a casa, su madre la encontró con una expresión sombría. —¿Qué pasa, hija? Pareces preocupada.
—Es solo la escuela —respondió Amelia, aunque sabía que no era del todo cierto. Había algo más profundo que la simple rutina escolar que la consumía.
Su madre se acercó y le acarició la espalda. —Recuerda, siempre puedes hablar conmigo. —Amelia asintió, pero sus pensamientos estaban ocupados con Lynn.
Al final del día, mientras se preparaba para dormir, Amelia se dio cuenta de que estaba deseando que todo volviera a la normalidad. Sabía que la rivalidad entre ellas era parte de su dinámica, pero también había algo especial en su amistad, algo que no podía dejar de valorar.
—No puedo seguir así, Lynn —susurró para sí misma, sintiendo que el peso de la distancia se acumulaba en su pecho. No sabía cómo arreglar las cosas, pero estaba decidida a intentar hacerlo.
El día siguiente traía consigo nuevas oportunidades, y Amelia estaba lista para enfrentarlas, aunque eso significara desafiar a Lynn y descubrir lo que realmente había detrás de su distancia.
Su corazón latía con una mezcla de ansiedad y esperanza. La rivalidad podría seguir existiendo, pero la conexión que compartían era algo que valía la pena salvar. Y aunque no sabía cómo, estaba decidida a encontrar la manera de volver a acercarse a Lynn, porque en el fondo, ambas sabían que la amistad era más fuerte que cualquier pelea.
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Princesa, estoy contigo
Fiksi RemajaQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*