En busca de respuestas

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Lynn no había estado tan nerviosa en mucho tiempo. A medida que se acercaba la fiesta de Marco, sentía una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar. Estaba emocionada por el evento, por ver a sus amigos y, por supuesto, por estar cerca de Amelia. Pero también estaba confundida, más de lo que se atrevía a admitir. Desde que se habían besado, algo en su interior había cambiado. Las bromas, la rivalidad amistosa, todo eso seguía ahí, pero ahora había algo más, algo que la hacía sentir fuera de lugar, como si no pudiera ser ella misma al cien por cien.

Esa confusión era nueva para Lynn. Siempre había sido la chica segura de sí misma, la deportista que sabía lo que quería y cómo conseguirlo. Pero ahora, con Amelia, todo parecía más complicado. Había algo en su sonrisa, en la forma en que la llamaba "princesa" en tono de broma, que hacía que Lynn se cuestionara si realmente solo se trataba de una rivalidad amistosa.

Lynn no podía concentrarse en nada. Estaba tirada en su cama, mirando el techo, mientras todas estas preguntas invadían su mente. No podía seguir así, necesitaba hablar con alguien. Y sabía exactamente quién podría ayudarla a aclarar las cosas.

Se levantó de un salto y salió de su habitación, bajando rápidamente las escaleras para buscar a Luna. Si había alguien en la casa con quien pudiera hablar de cosas complicadas, era ella. Luna siempre había sido abierta sobre sus sentimientos y, más que nadie, entendía lo que era seguir el corazón.

—“¡Luna!” —llamó Lynn mientras cruzaba el pasillo hacia la habitación de su hermana.

La música suave salía desde la puerta entreabierta de la habitación de Luna, un indicio de que ella estaba dentro. Lynn se detuvo un momento, respiró hondo y luego tocó suavemente la puerta.

—“Pasa, Lynn,” —respondió Luna desde adentro con su tono característicamente calmado.

Lynn empujó la puerta y encontró a Luna sentada en el suelo, con su guitarra en las manos. La habitación estaba iluminada solo por unas luces cálidas colgadas alrededor del marco de la ventana. El ambiente relajante le dio a Lynn un poco de calma, aunque seguía sintiendo una presión en el pecho.

—“¿Qué pasa, hermana? Te veo un poco agitada,” —dijo Luna con una sonrisa suave mientras dejaba la guitarra a un lado.

Lynn se acercó y se dejó caer en la cama de su hermana, suspirando profundamente.

—“Es complicado, Luna. No sé por dónde empezar,” —respondió Lynn, llevándose las manos a la cabeza.

Luna se deslizó hasta el borde de la cama y le dio un ligero golpe en la rodilla a su hermana.

—“Vamos, puedes contarme lo que sea. Sabes que siempre estoy aquí para ti.”

Lynn se sentó y miró a su hermana, nerviosa. No estaba acostumbrada a hablar de sus sentimientos, especialmente no de algo tan complicado como lo que sentía por Amelia.

—“Es sobre Amelia,” —empezó, observando la reacción de Luna.

Luna levantó una ceja, claramente interesada. —“¿Amelia? ¿Tu ‘enemiga-amiga’? ¿Qué pasó con ella?”

—“Es que... no sé qué está pasando entre nosotras. Desde que nos besamos, todo ha cambiado. No sé si sigue siendo una broma, si es algo más... y me estoy volviendo loca pensando en ello,” —confesó Lynn rápidamente, como si soltarlo todo de una vez fuera más fácil.

Luna sonrió de manera comprensiva, pero también con una pizca de diversión. —“Vaya, vaya. Entonces, ¿ustedes dos se besaron? Eso explica mucho. ¿Y cómo te sientes al respecto?”

—“Esa es la cosa,” —respondió Lynn, agitando las manos como si intentara agarrar sus pensamientos del aire. —“No lo sé. Me gusta estar cerca de ella, me gusta cómo me hace reír, pero también siento que esto es algo que no sé manejar. Y eso me asusta.”

Luna se inclinó hacia adelante, apoyando el codo en la rodilla, pensativa. —“Mira, Lynn, entiendo que esto es confuso. Los sentimientos son complicados, y es normal sentirse así cuando empiezas a ver a alguien de una manera diferente. Pero déjame preguntarte algo: cuando la besaste, ¿cómo te sentiste en ese momento?”

Lynn pensó por un momento, recordando el beso con Amelia. Había sido inesperado, pero al mismo tiempo, no se sentía fuera de lugar.

—“Fue... diferente. No me lo esperaba, pero no fue incómodo. En realidad, fue todo lo contrario,” —admitió Lynn, sonrojándose un poco. —“Pero lo que más me confunde es que, después de eso, no sé cómo actuar con ella. Es como si algo hubiera cambiado, pero no sé qué es exactamente.”

Luna sonrió suavemente y le dio una palmada en la espalda a su hermana. —“Eso, querida hermana, se llama atracción. Y suena como que estás en un terreno nuevo. Lo importante es que no necesitas tener todas las respuestas de inmediato. A veces, lo mejor que puedes hacer es dejar que las cosas sigan su curso y ver a dónde te lleva todo.”

—“¿Pero y si esto arruina lo que ya tenemos? Quiero decir, siempre hemos sido rivales, y no sé si esto cambiará todo para mal,” —dijo Lynn, mordiéndose el labio inferior.

—“Mira, si algo he aprendido es que los sentimientos, sean buenos o malos, no desaparecen por ignorarlos. Y si tú sientes algo por Amelia, lo mejor que puedes hacer es hablar con ella. Tal vez ella también esté tan confundida como tú. Pero esconder lo que sientes solo hará las cosas más difíciles,” —explicó Luna, su tono ahora más serio. —“A veces, tienes que arriesgarte.”

Lynn asintió, sabiendo que su hermana tenía razón. No podía seguir escondiendo lo que sentía. Tal vez la fiesta sería el momento adecuado para aclarar las cosas con Amelia, o al menos para ver si realmente sentían lo mismo.

—“Supongo que tienes razón,” —dijo Lynn, suspirando nuevamente, pero esta vez con un poco menos de peso sobre sus hombros. —“Solo espero no arruinar todo.”

Luna le dio un empujón suave, sonriendo. —“No lo harás. Sé que lo manejarás bien. Y si no, siempre puedes contarme para desahogarte después.”

Lynn sonrió, agradecida de tener a Luna como hermana. Hablar con ella siempre la ayudaba a aclarar sus pensamientos. Aunque seguía nerviosa por lo que podría pasar con Amelia, al menos ahora sentía que tenía un poco más de claridad sobre lo que debía hacer.

—“Gracias, Luna. Necesitaba escuchar eso,” —dijo Lynn, levantándose de la cama.

—“No hay problema. Ahora, ve a la fiesta y disfruta. Y si sientes que las cosas se ponen raras, simplemente sé tú misma. Amelia te quiere por quien eres, y eso no va a cambiar,” —respondió Luna con una sonrisa antes de volver a tomar su guitarra.

Lynn salió de la habitación con una sensación de alivio. Sabía que aún quedaba mucho por resolver, pero hablar con Luna le había dado el valor para enfrentar lo que sentía. No sabía cómo terminaría todo, pero estaba dispuesta a averiguarlo.

La fiesta estaba a pocas horas de comenzar, y Lynn ya no se sentía tan perdida. Tal vez esa noche, todo cambiaría para bien.

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