Era una mañana soleada en Royal Woods, y la escuela estaba llena de energía. El timbre resonó mientras los estudiantes corrían por los pasillos, llenos de risas y conversaciones. Lynn Loud Jr. caminaba con su grupo de amigos: Margo, Kelly, Jace e Ivy. Mientras se dirigían a su primera clase, la conversación giró en torno a los últimos partidos de la escuela y lo que harían durante el fin de semana.
—No puedo creer que hoy tengamos clase de matemáticas —se quejó Lynn, frunciendo el ceño—. Sería mejor estar practicando con el equipo de animadoras.
Margo se rió, levantando una ceja. —Tal vez si prestaras atención a las matemáticas, podrías calcular cuántos días faltan para el siguiente partido.
—Por favor, Margo. —Lynn puso los ojos en blanco—. ¿Cuándo vamos a aprender algo útil? Como, no sé, cómo hacer una buena broma.
La primera clase fue Lengua y Literatura, y la profesora, la Sra. Mitchell, había decidido que era un buen día para leer poesía. Mientras los estudiantes se acomodaban en sus asientos, Lynn ya podía sentir el tedio de la clase. La Sra. Mitchell comenzó a leer un poema sobre el amor y la naturaleza, y Lynn se inclinó hacia Margo, susurrando.
—Esto es un completo aburrimiento. ¿Qué tal si le pido a la Sra. Mitchell que me deje leer uno de mis propios poemas sobre la vida de un deportista?
Margo se rió. —¡Eso sería épico! Pero probablemente no te dejaría.
Mientras la Sra. Mitchell les pedía que compartieran sus pensamientos sobre el poema, Lynn decidió que no levantaría la mano. No quería ser parte de esta charla monótona. En cambio, dejó que sus pensamientos divagaran hacia la broma que tenía planeada para Amelia.
Después de 45 minutos de poesía, el timbre sonó y los estudiantes se levantaron aliviados.
La siguiente clase fue Historia, y el profesor Martinez les habló sobre la Revolución Industrial. La clase fue un poco más animada, ya que el profesor alentó la participación, pero los estudiantes estaban más interesados en las historias de los cambios sociales que en las preguntas de la pizarra.
Lynn no podía evitar mirar hacia la ventana, imaginando el partido de fútbol que se llevaría a cabo el fin de semana. La profesora hizo preguntas, pero afortunadamente no interrumpió a nadie.
—La Revolución Industrial trajo muchas innovaciones, pero también muchas dificultades para la clase trabajadora. —dijo el profesor, alzando la vista para mirar a sus estudiantes.
—Eso es interesante, pero ¿cuántas innovaciones pueden haber en una máquina de hacer zapatos? —murmuró Lynn, lo que provocó algunas risas entre sus compañeros.
—Esas son preguntas profundas, Lynn. —dijo el profesor, tratando de contener la risa.
Cuando el timbre sonó nuevamente, el grupo de amigos se movió rápidamente hacia la cafetería, donde el aroma a hamburguesas y papas fritas llenaba el aire.
Era hora del almuerzo, y Lynn no podía contener su emoción. Se sentaron en su mesa habitual y comenzaron a discutir sobre sus planes para el fin de semana. Mientras comían, Lynn decidió que era el momento perfecto para poner en marcha su broma contra Amelia Anderson, su eterna rival.
—Oigan, chicos, tengo una idea —dijo Lynn con una sonrisa traviesa—. ¿Qué pasaría si le hiciera creer a Amelia que rompí sus pompones?
—Eso suena peligroso, Lynn. —dijo Kelly, levantando una ceja—. Sabes que a Amelia no le gusta que toquen sus cosas.
—Exactamente. —Lynn sonrió, disfrutando de la idea—. No puedo esperar a verla enojarse.
Mientras Lynn hablaba, vio a Amelia en la fila, recogiendo su comida. Con un gesto de la mano, la llamó.
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Princesa, estoy contigo
Novela JuvenilQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*