Era temprano en la mañana cuando Lynn recibió una llamada inesperada en su teléfono. Apenas había tenido tiempo de desperezarse cuando vio el nombre en la pantalla: la madre de Amelia. Inmediatamente, una pequeña preocupación comenzó a formarse en su pecho. ¿Por qué la mamá de Amelia le llamaría tan temprano?
Lynn contestó rápidamente, y la voz de la madre de Amelia sonaba preocupada al otro lado de la línea. "Hola, Lynn, siento molestarte tan temprano, pero Amelia se ha enfermado y tengo que salir por asuntos importantes. ¿Podrías hacerme el favor de cuidarla? Sé que es mucho pedir, pero…”
Lynn apenas necesitó escuchar el resto. "¡Claro! No hay problema, señora Anderson. ¡Llego en unos minutos!"
Después de vestirse apresuradamente y tomar lo necesario, Lynn salió de su casa y caminó hacia la de Amelia. Al llegar, la madre de Amelia le dio un rápido agradecimiento y le explicó dónde estaba todo lo necesario antes de despedirse apresuradamente. Lynn se quedó parada en el recibidor por un momento, suspirando profundamente antes de dirigirse a la habitación de su novia.
Al entrar, la vio acurrucada bajo un montón de mantas, con el rostro enrojecido y los ojos cansados. La imagen le dio ternura, aunque también una punzada de preocupación.
"Hola, princesa," susurró Lynn, acercándose a la cama. Amelia abrió los ojos lentamente y la miró con sorpresa.
"Lynnie… ¿qué haces aquí?" murmuró con voz débil, tosiendo un poco.
"Tu mamá me pidió que te cuidara," explicó Lynn, sonriendo mientras se inclinaba para acariciar el cabello de Amelia con delicadeza. "Y no voy a dejarte sola mientras estás así."
Amelia intentó sonreír, pero la fiebre parecía quitarle toda la energía. "No hacía falta… solo es un resfriado," respondió, intentando sonar fuerte, aunque claramente no lo lograba.
"¿Un resfriado? Parece más una batalla épica contra un dragón invisible," bromeó Lynn, tratando de animarla. "Además, traigo todo lo necesario para que te sientas mejor. Empezaremos con un poco de medicina."
Amelia frunció el ceño y se hundió aún más en sus mantas. "No quiero tomar medicina, Lynnie. Sabe horrible."
Lynn suspiró, rodando los ojos con una sonrisa divertida. "Amelia, es necesario. No vas a mejorar si no la tomas."
Amelia hizo un pequeño puchero, cruzando los brazos. "Prefiero dormir. La medicina me da náuseas."
Lynn se acercó más, con las manos en las caderas, observándola con una mezcla de diversión y determinación. "Oh, no, princesa. No vas a escapar de esto. Mira, te la tomarás, y luego te prometo que te traeré un té para quitarte el sabor."
Amelia negó con la cabeza, pero Lynn ya había tomado la cucharita con la medicina y se la acercaba con una mirada desafiante. "Vamos, ábrete a esta cucharadita de amor y medicinas."
Amelia soltó una risita que enseguida se convirtió en tos. "¿Cucharadita de amor? Eres imposible."
"Sí, pero me amas," respondió Lynn con una sonrisa triunfante.
Amelia suspiró y finalmente cedió, abriendo la boca para tomar la medicina, pero puso una cara de completo disgusto en cuanto el líquido amargo le tocó la lengua. "¡Argh! ¡Es horrible!"
"Lo sé, pero es por tu bien," dijo Lynn, sujetando un vaso de agua para que se enjuagara la boca. "Ya está, ¿ves? No fue tan malo."
Amelia hizo una mueca, mirando a Lynn con ojos acusadores. "Eres cruel."
Lynn rió, sentándose a su lado en la cama. "Lo siento, princesa. Prometo que ahora solo cosas buenas, ¿vale? Me quedaré aquí contigo hasta que te sientas mejor."
Amelia asintió, recostándose nuevamente. Sin embargo, tras unos minutos de silencio, una pequeña sonrisa comenzó a asomarse en sus labios. "Sabes… no te lo dije, pero me alegra que estés aquí."
Lynn sonrió, sintiendo que su corazón se derretía un poco. "Yo también estoy feliz de estar aquí contigo. Aunque esté peleando contra tu odio a las medicinas."
Se quedaron en silencio, y Lynn comenzó a acariciarle el cabello suavemente, notando cómo Amelia se relajaba bajo su toque. Después de unos minutos, se dio cuenta de que Amelia se había quedado dormida.
Lynn se levantó con cuidado para no despertarla y fue a la cocina para preparar un té con miel y jengibre. Quería tenerlo listo para cuando Amelia despertara, aunque no estaba segura de cuánto tiempo dormiría. Mientras esperaba, aprovechó para recoger un poco, asegurándose de que todo estuviera ordenado y cómodo.
Finalmente, después de un rato, escuchó un leve sonido de la habitación. Lynn se asomó y vio a Amelia estirándose en la cama, parpadeando para adaptarse a la luz.
"Hey, dormilona. Te traje un té. ¿Te sientes un poco mejor?" preguntó Lynn con una sonrisa, acercándose con la taza.
Amelia asintió, recibiendo el té con gratitud. "Gracias, Lynnie. Esto sí sabe bien," dijo, tomando un sorbo con una expresión de alivio.
"¿Ves? No todo es medicina horrible," bromeó Lynn, sentándose a su lado de nuevo.
Amelia se recostó en el hombro de Lynn, suspirando con cansancio. "Lynnie… ¿te quedarías un rato más conmigo? Es… es raro, pero me siento mejor contigo aquí."
Lynn la abrazó suavemente. "Me quedaré todo el tiempo que necesites. No me iré a ninguna parte."
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Princesa, estoy contigo
Novela JuvenilQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*