"Un día sin ti"
El salón de clases estaba más tranquilo de lo usual esa mañana. Lynn entró con su típica energía, lanzando su mochila sobre la mesa y acomodándose en su asiento de forma despreocupada. Aun así, había algo diferente en su mirada: una mezcla de impaciencia y falta de entusiasmo que no solía verse en ella. La razón era evidente para sus amigos.
—¿Extrañando a tu “princesa” ya? —preguntó Margo con una sonrisa pícara, lanzándole una mirada cómplice mientras se acomodaba en su lugar al lado de Lynn.
Lynn bufó, fingiendo indiferencia, pero no pudo evitar el leve sonrojo en sus mejillas.
—¿Yo? Nah, solo digo que sin ella, este lugar se siente como… no sé, más vacío —respondió, encogiéndose de hombros y mirando hacia la puerta como si Amelia fuera a aparecer en cualquier momento.
—Claro, “más vacío” —intervino Kelly con una risa divertida—. Es obvio que la extrañas. No engañas a nadie, Lynnie.
Jace, que estaba sentado unos asientos más atrás, se unió a la conversación con una sonrisa burlona.
—Sí, Loud, tienes que admitirlo. Estás como un cachorro perdido. Mira, hasta has revisado el teléfono como diez veces en los últimos dos minutos —señaló con una risa.
Lynn soltó una risa nerviosa y guardó el teléfono en el bolsillo rápidamente.
—Cállense, no es para tanto. Aparte, Amelia y yo… ya saben, nos vemos todo el tiempo. Es solo que… —hizo una pausa, buscando las palabras—. Solo espero que esté bien en casa. Ya saben, su tobillo y todo eso.
Ivy, que había estado escuchando en silencio, apoyó una mano en el hombro de Lynn, sonriendo con amabilidad.
—Sabes que estará bien, Lynn. Amelia es fuerte, y tú misma la viste. No está tan mal, solo necesita descansar.
Lynn asintió, soltando un suspiro resignado. Sabía que Ivy tenía razón, pero la costumbre de ver a Amelia todos los días en clase y pasar momentos juntas hacía que hoy se sintiera… raro.
Mientras el profesor comenzaba a dar su clase, Lynn trataba de concentrarse, pero su mente volvía una y otra vez a Amelia. Recordaba el día anterior, cómo la había cargado hasta su casa y cómo Amelia le había dado ese beso en la mejilla antes de despedirse. Ese recuerdo le arrancaba una sonrisa tonta cada vez que lo revivía.
Al terminar la primera clase, los amigos de Lynn se acercaron para animarla un poco más. Marco, siempre el bromista, apareció con una sonrisa traviesa.
—Oye, Lynn, ¿por qué no le envías una foto divertida? Seguro que a Amelia le haría gracia verte con cara de “novia desesperada” —dijo, alzando las cejas.
Lynn se rió y negó con la cabeza.
—No estoy “desesperada”, Marco. Solo… bueno, puede que la extrañe un poco, ¿ok? —admitió, rindiéndose a la evidencia.
Margo, con una sonrisa, sacó su teléfono y se acercó para sacarse una foto grupal con todos. Ivy y Kelly se unieron, mientras Jace y Marco se acercaban también. Lynn, al principio algo reticente, finalmente sonrió de lado.
—Vamos, una para Amelia. Para que vea que aquí todo sigue normal sin ella —bromeó Kelly.
—Y para que vea que aquí su novia se está volviendo loca sin su presencia —añadió Margo, riendo mientras todos posaban para la foto.
Después de la primera foto, Marco propuso hacer algunas más con caras tontas, y todos se unieron con entusiasmo, haciendo gestos y poses ridículas. Lynn, que al principio solo sonreía de lado, comenzó a relajarse y disfrutar de la tontería con sus amigos. Después de varias tomas, eligieron una en la que todos parecían caricaturas exageradas de sí mismos y la enviaron al grupo que compartían con Amelia.
Poco después, el teléfono de Lynn vibró, y al abrir el chat, vio que Amelia había respondido con un emoji de risa y una foto suya en casa, mostrando una sonrisa cansada y un pulgar hacia arriba.
—“No pueden sobrevivir sin mí, lo sé”, —escribió Amelia junto a la foto.
Lynn no pudo evitar sonreír como una boba al leer el mensaje y guardó el teléfono con una expresión mucho más animada. Se sentía bien saber que Amelia estaba bien en casa y que, incluso desde lejos, seguían en contacto.
Durante el resto del día, los amigos de Lynn hicieron todo lo posible por mantenerla distraída. En la clase de educación física, Ivy la retó a una competencia de resistencia, mientras Jace y Marco se encargaban de hacer bromas cada vez que Lynn trataba de concentrarse.
—¿Sabes, Lynn? —dijo Marco, mientras hacían una pausa entre ejercicios—. Con Amelia fuera, tienes que demostrar que eres la líder en el equipo. Así que nada de flojear, ¿eh?
—¿Líder? Por favor —respondió Lynn, rodando los ojos y dándole un empujón en el hombro—. Amelia es la líder de las porristas, pero yo soy la que manda aquí. Así que muévanse, niños, que van a ver de lo que soy capaz.
El resto del grupo soltó una risa, encantados de ver a Lynn en su elemento. Aunque en el fondo extrañaba a Amelia, estaba agradecida de tener amigos como ellos, que siempre lograban sacarle una sonrisa y mantenerla animada.
Al final del día, Lynn y sus amigos decidieron pasar por una tienda cercana antes de regresar a casa. En lugar de comprar solo para ellos, Lynn decidió llevar algo extra para Amelia.
—¿Qué crees que le gustará más? ¿Papas fritas o dulces? —preguntó Lynn a sus amigos, mirando los estantes con una mueca pensativa.
—Llévale ambos, por si acaso. Ya sabes que no puedes fallar con una buena mezcla de cosas ricas —respondió Margo, riendo.
Finalmente, Lynn eligió una bolsa de papas y unos dulces de sabores que sabía que a Amelia le encantaban, y después de despedirse de sus amigos, se dirigió a casa de su novia. No podía esperar para ver la expresión de Amelia cuando llegara de sorpresa.
Al llegar, tocó la puerta con suavidad, y la madre de Amelia le abrió con una sonrisa cálida.
—¡Oh, Lynn! Amelia está en su habitación. Ve, seguro le alegrará verte —dijo, dándole un guiño de complicidad.
Lynn subió las escaleras, tratando de no hacer mucho ruido, y cuando llegó a la puerta de Amelia, la encontró medio abierta. Se asomó y la vio acostada en la cama, leyendo un libro.
—¿Interrumpo? —preguntó Lynn, entrando despacio con una sonrisa divertida.
Amelia levantó la vista y su rostro se iluminó al verla.
—¡Lynnie! ¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendida pero visiblemente contenta.
—Pasaba por aquí y pensé en traerle algo de comida a una princesa en apuros —respondió Lynn con tono juguetón, sacando la bolsa de papas y los dulces.
Amelia sonrió, haciendo espacio en la cama para que Lynn se sentara a su lado.
—Eres increíble. No puedo creer que hayas hecho todo eso por mí —dijo Amelia, apoyando la cabeza en el hombro de Lynn.
Lynn le dedicó una sonrisa suave y, sin decir una palabra, se inclinó para darle un suave beso en los labios, uno que ambas habían estado esperando en silencio todo el día.
Amelia correspondió el beso con una sonrisa, quedándose un momento cerca de Lynn antes de susurrar:
—Gracias, Lynnie. Sabía que vendrías.
Las dos se quedaron un rato juntas, hablando sobre el día y compartiendo los dulces mientras Lynn le contaba todas las tonterías que sus amigos habían hecho para animarla. Aunque el día sin Amelia en clase había sido extraño, Lynn sabía que cada momento lejos solo hacía que disfrutar más los ratos que podían pasar juntas.
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Princesa, estoy contigo
Ficção AdolescenteQue pasa si la número 1 de su secundaria se enamora? no pasaría nada, si tan solo no fuera *Amelia Anderson*