Despertar de sentimientos

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La habitación estaba en total calma. La única fuente de luz provenía de la luna, que entraba suavemente por la ventana, iluminando la cama donde Lynn y Amelia estaban acostadas, ambas profundamente dormidas después de su larga noche de bromas, películas y risas.

Lynn, como siempre, dormía de forma despreocupada, con una pierna fuera de la manta y la cabeza inclinada hacia un lado. Sin embargo, lo que no había notado, es que durante la noche, Amelia, dormida y sin ser consciente de sus movimientos, había cambiado de posición lentamente. Poco a poco, fue acercándose más a Lynn, hasta que su cabeza terminó descansando sobre el pecho de ella.

El contacto fue lo suficientemente ligero para no despertar a Lynn de inmediato, pero su respiración se volvió más pesada, consciente en algún rincón de su mente de que algo había cambiado. No fue hasta que sintió el peso de Amelia sobre ella que Lynn abrió los ojos ligeramente, parpadeando en la oscuridad.

Al principio, no comprendía lo que estaba pasando. Su mirada recorrió la habitación, buscando alguna señal de que algo había cambiado en el ambiente. Luego, bajó la vista y vio la cabeza de Amelia, descansando sobre su pecho, y de inmediato sintió su corazón acelerarse. No era habitual para Lynn encontrarse en situaciones tan... cercanas, y mucho menos con Amelia, alguien con quien hasta hace poco solo compartía rivalidades y bromas pesadas.

Lynn no supo qué hacer. Una parte de ella quería moverse, deslizarse fuera de la cama para no despertar a Amelia, pero otra parte, la que estaba empezando a surgir con más fuerza últimamente, la mantuvo quieta. La cercanía no la incomodaba tanto como debería. De hecho, se sentía extrañamente natural, como si, por primera vez, no tuvieran que estar compitiendo, bromeando o enfrentándose.

Miró el rostro de Amelia, que, a pesar de estar dormida, parecía tan tranquila y relajada, completamente ajena a la posición en la que había acabado. Una sonrisa leve apareció en los labios de Lynn mientras recordaba todas las veces que la había llamado "princesa" en tono sarcástico, sin darse cuenta de cuánto había cambiado su visión de Amelia.

—"¿Qué estás haciendo, Amelia...?" —murmuró en voz baja, sin esperar una respuesta.

No había ningún rastro de la competitividad habitual entre ellas. Era solo un momento tranquilo, inesperado, pero agradable. Lynn suspiró, resignada a dejar que Amelia descansara sobre ella. Después de todo, no quería arruinar el momento. Así que, por primera vez en mucho tiempo, simplemente cerró los ojos de nuevo, permitiendo que el ritmo de la respiración de Amelia la calmara.

El tiempo pasó, y a medida que la noche avanzaba, Lynn intentó relajarse, pero su mente no dejaba de dar vueltas. Los pensamientos sobre Amelia habían estado revoloteando en su cabeza durante semanas, especialmente desde que las cosas entre ellas se habían suavizado. Lo que al principio había sido una molestia constante —el hecho de tener que compartir espacio con alguien a quien había considerado una enemiga—, ahora era... diferente. La rivalidad había dado paso a algo más. ¿Era amistad? ¿O había algo más profundo que empezaba a surgir?

Lynn suspiró de nuevo, esta vez un poco más largo, incapaz de encontrar una respuesta clara a lo que sentía. Solo sabía que no quería que este momento terminara.

Cuando el amanecer comenzaba a insinuarse, Amelia, inconsciente del efecto que había causado, se movió ligeramente, cambiando de posición. Lentamente se dio la vuelta, liberando a Lynn de su peso, pero sin despertar. Lynn, en silencio, soltó un pequeño suspiro de alivio y, al mismo tiempo, algo de decepción. Ahora que el contacto se había roto, se dio cuenta de cuánto le había agradado.

—"Genial, ahora hasta disfruto que me aplasten mientras duermo..." —pensó Lynn con sarcasmo, sonriendo para sí misma.

Sin embargo, a pesar de sus pensamientos juguetones, no pudo evitar sentir una conexión más fuerte con Amelia. Algo había cambiado definitivamente entre ellas esa noche. Y mientras los primeros rayos de sol entraban por la ventana, Lynn no pudo evitar preguntarse cómo serían los próximos días. Sabía que algo estaba creciendo, algo que no podía identificar del todo, pero que estaba ahí, firme y constante.

El sueño volvió a vencerla unos minutos después, esta vez más ligero, pero aún así reconfortante. Cuando despertaran por la mañana, las cosas podrían volver a ser como siempre, o tal vez no. Pero por ahora, Lynn decidió disfrutar de la calma, mientras compartía una paz inesperada con alguien que nunca habría imaginado tener tan cerca.

El día siguiente traería nuevas respuestas, pero esa noche quedaría grabada en la memoria de Lynn como el momento en que, quizás, las cosas entre ella y Amelia comenzaron a cambiar para siempre.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora