El mejor momento

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La semana había sido una locura de exámenes, entrenamientos, y tareas interminables, así que cuando Margo propuso ir al río el fin de semana, el grupo entero estuvo de acuerdo sin dudarlo. Al día siguiente, temprano en la mañana, todos se encontraron en su lugar de siempre: el parque frente a la escuela. Lynn llegó de las primeras, como siempre, cargando una mochila llena de snacks, y, por supuesto, su balón de fútbol. Amelia llegó justo después, saludándola con una sonrisa y un pequeño apretón en la mano, casi de forma discreta para que los demás no notaran el gesto cariñoso.

Kelly, Margo, Jace, Shasha y Marco aparecieron minutos después, cada uno con una mochila a cuestas y el entusiasmo reflejado en sus rostros. Se sentía bien tener un día para ellos, alejado de las rutinas y las responsabilidades. Después de asegurarse de que todos estuvieran listos, comenzaron a caminar hacia el río, un trayecto corto, pero que les dio tiempo de ponerse al día.

“¿Ya todos terminaron los exámenes?” preguntó Kelly mientras se estiraba. “Porque estoy oficialmente agotada.”

“Lo mismo digo,” dijo Jace, soltando un suspiro. “Creo que mi cerebro no puede con otra fórmula de química.”

Lynn rió y lanzó una mirada a Amelia, quien le sonrió de vuelta. “Yo sobreviví… apenas,” confesó Amelia. “Gracias a Lynnie, que me ayudó a estudiar para no fallar en la prueba de historia.”

Lynn sonrió de manera burlona y respondió, “Sabía que en el fondo me necesitabas, princesa.”

“Ya, ya… no te emociones tanto,” replicó Amelia rodando los ojos, aunque su sonrisa la traicionaba.

El grupo estalló en risas, y siguieron bromeando hasta llegar al río. El agua cristalina reflejaba el cielo despejado, y sin pensarlo dos veces, Lynn dejó caer su mochila y corrió hacia el agua, salpicando a todos a su paso. Marco y Jace se miraron, y con una sonrisa cómplice, ambos se lanzaron también al agua, iniciando una batalla de salpicaduras.

“¡Ey, tengan cuidado!” gritó Shasha riendo mientras se cubría para evitar el agua.

“¡Nunca!” gritó Marco, echando más agua hacia ella y a Margo, quien ya estaba al borde de la carcajada.

Mientras tanto, Amelia miraba a Lynn desde la orilla, sonriendo divertida al verla tan en su elemento. “¿Vas a entrar, princesa?” preguntó Lynn desde el agua, desafiándola.

“¿Y arruinar mi peinado?” Amelia hizo una mueca de fingida sorpresa, pero en el fondo, ya se estaba quitando las sandalias. Un segundo después, corrió hacia el agua y saltó junto a Lynn, lanzando una ola gigante que la empapó.

Ambas rieron y se echaron agua mutuamente, mientras a su alrededor, sus amigos seguían haciendo de las suyas. Kelly y Margo estaban tomando fotos y grabando videos, asegurándose de que cada momento quedara registrado. En un momento, Marco y Jace empezaron a competir para ver quién podía aguantar la respiración más tiempo bajo el agua, mientras Shasha les contaba y se reía de su rivalidad amistosa.

“¡Miren! ¡Marco está perdiendo!” gritó Shasha cuando Jace emergió a la superficie victorioso.

Marco salió del agua un segundo después, jadeando y riendo. “Solo porque me distrajiste,” dijo, mirando a Jace con una expresión divertida.

Jace le dio un golpe suave en el hombro y rió. “Seguro, Marco. Seguro.”

Se miraron por un segundo, y ambos parecieron darse cuenta al mismo tiempo de que estaban demasiado cerca. Un ligero rubor apareció en las mejillas de Marco, pero antes de que pudiera decir algo, Margo los interrumpió con una sonrisa burlona. “Oh, vaya, parece que aquí hay algo en el agua más fuerte que las burbujas,” bromeó, provocando que ambos chicos se alejaran rápidamente, pero con una sonrisa tímida en sus rostros.

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Después de nadar y jugar en el agua, el grupo decidió hacer una pausa para almorzar en una zona cercana, bajo la sombra de unos árboles altos que les ofrecían un respiro del sol. Kelly y Shasha empezaron a sacar los bocadillos que habían traído, mientras Margo se encargaba de repartir botellas de agua a todos.

Mientras comían, Lynn miraba a Amelia de reojo, con una sonrisa traviesa en los labios. “¿Qué tanto me miras?” le susurró Amelia, sonrojándose un poco al notar la atención de Lynn.

“No sé… creo que ya me tienes hechizada, princesa,” respondió Lynn, antes de darle un pequeño empujón a Amelia con el hombro. Amelia rió, tomando su mano discretamente bajo la sombra de las mochilas, donde los demás no podían ver.

“Ustedes dos son demasiado cursis,” comentó Shasha con una sonrisa divertida, provocando las risas de todos. Lynn hizo una mueca y dijo: “Oh, claro, porque ustedes no son para nada dramáticos, ¿verdad?” señaló, mirando especialmente a Marco y Jace, quienes se miraron mutuamente y se echaron a reír nerviosamente.

“No somos dramáticos,” dijo Jace, y Marco asintió, aunque se notaba que ambos intentaban disimular el rubor en sus mejillas.

Después de terminar de comer, se relajaron sobre las toallas que habían extendido en la orilla, mirando el cielo y hablando de temas al azar. Lynn comenzó a contar algunas historias de sus travesuras en el equipo de fútbol, mientras Amelia, divertida, hacía comentarios sarcásticos, aunque en el fondo adoraba ver a Lynn tan feliz. Marco y Jace también compartían algunas anécdotas de la infancia, y el grupo se mantenía en una atmósfera de risas y camaradería.

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Ya avanzada la tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse, el grupo decidió darse un último chapuzón en el río. Lynn y Amelia, aún con esa energía juguetona, nadaron hacia una zona más apartada donde el agua era un poco más profunda y los árboles creaban sombras mágicas en la superficie.

Mientras nadaban, Lynn se acercó a Amelia, mirándola a los ojos con una expresión que era mitad desafío, mitad cariño. “¿Qué pasa, princesa? ¿No te atreves a hacer una carrera conmigo hasta el otro lado del río?”

“¿Por qué siento que solo quieres presumir?” Amelia levantó una ceja, pero antes de que pudiera añadir algo más, Lynn ya había comenzado a nadar hacia la otra orilla, riendo.

Amelia la siguió, aunque ya sabía que no podía alcanzarla. Cuando llegó, Lynn la esperaba, con una sonrisa triunfante. “Te lo dije, soy imbatible,” dijo, provocando que Amelia rodara los ojos.

“Sí, claro, Lynnie. Eres toda una campeona,” respondió Amelia, dándole un golpe suave en el brazo antes de que ambas estallaran en risas. Lynn la miró un segundo más y, sin pensarlo mucho, se acercó para besarla, suavemente, en ese lugar apartado del río donde solo estaban ellas.

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Cuando regresaron con sus amigos, notaron que Jace y Marco parecían estar en su propio mundo, conversando bajo la sombra de un árbol mientras el resto guardaba las mochilas. Lynn y Amelia intercambiaron una mirada cómplice; se notaba que algo estaba surgiendo entre sus amigos, aunque ninguno de los dos pareciera dispuesto a admitirlo aún.

Margo, quien lo había notado también, se acercó a Lynn y le susurró, “¿Crees que ellos…?”

“Creo que solo es cuestión de tiempo,” respondió Lynn en voz baja, sonriendo.

Mientras el sol se escondía en el horizonte, decidieron que era hora de regresar a casa. Caminaban juntos, cansados pero felices, sintiendo que ese día en el río había sido perfecto. Cada uno llevaba un recuerdo especial de la tarde, y aunque no lo dijeran en voz alta, sabían que su amistad se había fortalecido aún más.

Amelia y Lynn iban de la mano, a pocos pasos detrás de los demás, intercambiando miradas y sonrisas, y sintiendo que, a pesar de todo lo que habían pasado, ese momento era solo suyo.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora