Las consecuencias de la broma

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Mientras el grupo de amigos se levantaba de la mesa, Lynn observó a Amelia, que se estaba poniendo de pie lentamente, su expresión aún marcada por la ira. A pesar de que el almuerzo había terminado, el enfrentamiento entre ambas chicas no parecía tener un final claro. Margo, Kelly, Jace e Ivy intercambiaron miradas preocupadas, sintiendo la tensión en el aire.

—Vamos, Amelia. No dejes que esto te arruine el día. —dijo Kelly, intentando suavizar la situación.

Amelia frunció el ceño y suspiró. —Lo sé, pero no puedo creer que Lynn pensara que esto era divertido. Mis pompones son importantes para mí.

—Lo sé, y lo siento por la broma. A veces, Lynn no piensa en las consecuencias. —respondió Margo, tratando de defender a su amiga.

Lynn, sin embargo, se mantuvo firme. —Es solo una broma, Amelia. No lo tomes tan en serio. Pero ya sabes, si no quieres que toque tus cosas, tal vez deberías mantenerlas a salvo.

Amelia le lanzó una mirada fulminante. —Si sigues así, nunca las verás de nuevo.

La siguiente clase fue Matemáticas, y todos entraron al aula con una mezcla de emociones. El profesor, el Sr. Thompson, comenzó a repasar conceptos básicos de álgebra. Afortunadamente para Lynn, no había mucha interacción en esta clase, lo que le permitió desconectarse de la tensión del almuerzo.

Mientras el profesor explicaba los diferentes tipos de ecuaciones, Lynn se dejó llevar por sus pensamientos. No podía dejar de preguntarse si había llevado la broma demasiado lejos. Cada vez que miraba a Amelia, que estaba sentada en la parte de atrás del aula, sentía un leve remordimiento, pero rápidamente lo reemplazaba con la idea de que, después de todo, era solo una broma.

—Lynn, ¿estás prestando atención? —la interrumpió el profesor, sorprendiendo a la clase.

—Oh, sí, claro. —respondió ella, tratando de sonar convincente—. Solo estaba pensando en el teorema de… eh… algo.

La clase se rió, y el Sr. Thompson frunció el ceño, pero no dijo nada más. Lynn se sintió aliviada de que no hubiera más preguntas.

Después de 45 minutos, el timbre sonó nuevamente, y los estudiantes se levantaron, algunos aliviados y otros un poco más tensos que antes. La siguiente clase fue Ciencias, y en esta clase, el profesor Cline tenía una manera única de hacer que la biología fuera interesante. Comenzó a hablar sobre los ecosistemas y la cadena alimentaria.

—¿Alguien puede darme un ejemplo de un depredador y su presa? —preguntó, mirando a la clase.

Lynn, todavía con el sarcasmo en mente, levantó la mano. —Yo tengo uno: Amelia y sus pompones. ¿No es eso un buen ejemplo de depredador y presa?

La clase estalló en risas, y Amelia giró la cabeza hacia ella, claramente furiosa.

—No es gracioso, Lynn. —dijo Amelia, su tono más serio de lo que había sido en el almuerzo.

Lynn sonrió, disfrutando de la reacción. —Vamos, solo estoy tratando de ilustrar la cadena alimentaria.

El profesor, sintiendo la tensión, intentó cambiar de tema. —Bien, bien, enfoquémonos en la clase. Vamos a hablar sobre los hábitats de los animales.

Mientras la clase continuaba, Lynn se dio cuenta de que había cruzado una línea. A pesar de que disfrutaba del sarcasmo y las bromas, no quería que Amelia se sintiera realmente herida. Al mismo tiempo, estaba frustrada porque sabía que Amelia a veces podía ser demasiado seria.

Finalmente, después de otra clase tensa, el timbre sonó, y todos se dirigieron al patio para el descanso. El aire fresco contrastaba con la calidez del aula, y algunos estudiantes comenzaron a jugar al baloncesto, mientras otros simplemente charlaban en grupos.

Lynn, aún sintiéndose culpable por lo ocurrido, se acercó a Amelia. —Oye, ¿puedo hablar contigo un segundo?

Amelia la miró con desconfianza. —¿Para qué? ¿Para seguir burlándote de mí?

—No, de verdad. —Lynn levantó las manos en señal de paz—. Solo quiero disculparme por la broma. No pensé que te molestara tanto.

Amelia suspiró, cruzando los brazos. —No se trata solo de los pompones, Lynn. Se trata de que nunca tomas en serio lo que siento. Siempre estás haciendo bromas, y a veces eso es agotador.

Lynn se quedó en silencio, sintiéndose un poco herida por las palabras de Amelia. —No quería que te sintieras así. A veces, solo trato de hacer que las cosas sean más divertidas.

Amelia la miró a los ojos, y Lynn notó que había algo más en su expresión. —Lo sé, pero hay momentos en que las bromas no son apropiadas.

—Está bien, entiendo. Prometo no tocar tus pompones de nuevo. —Lynn sonrió ligeramente, tratando de romper el hielo.

Amelia entrecerró los ojos, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa. —Eso espero. Y si alguna vez vuelves a hacerme una broma así, ¡me aseguraré de que te arrepientas!

Ambas rieron, y el ambiente se sintió un poco más ligero.

—De acuerdo, trato hecho. —dijo Lynn, extendiendo la mano para un apretón.

Amelia dudó un momento, pero finalmente tomó la mano de Lynn. —Trato hecho. Pero me gustaría que pensáramos en un plan para el fin de semana que no implique romper cosas.

—Sí, estoy de acuerdo. —Lynn asintió, sintiendo que habían llegado a un entendimiento.

Cuando la siguiente clase comenzó, todos se acomodaron en sus asientos. Esta vez, la lección era sobre química, y el profesor estaba emocionado por mostrarles un experimento en el que podían crear una reacción química. Lynn se sentó junto a Amelia, y aunque todavía había una pequeña tensión entre ellas, ambas se sintieron más cómodas.

A medida que el profesor explicaba, Lynn pudo ver que Amelia estaba realmente interesada en la lección. Durante el experimento, Lynn se sorprendió al ver a Amelia trabajar con dedicación, y aunque sus diferencias seguían presentes, había un sentido de camaradería que no había estado allí antes.

Al final de la clase, el profesor les pidió que trabajaran en un proyecto en parejas. Sin pensarlo, Lynn dijo: —Amelia, ¿te gustaría ser mi pareja para el proyecto?

Amelia la miró, sorprendida. —¿De verdad?

—Sí, ¿por qué no? No puedo dejar que una broma arruine nuestra amistad.

Amelia sonrió, y Lynn sintió que todo comenzaba a encajar en su lugar. A veces, incluso las rivalidades más intensas podían ser superadas con un poco de comprensión y algunas risas.

Mientras la clase continuaba, el grupo de amigos se sintió aliviado de que las cosas finalmente parecieran estar mejorando. La dinámica entre Lynn y Amelia había cambiado, y aunque las bromas seguirían, había un nuevo respeto que ambas habían aprendido a valorar. A medida que el día avanzaba, Lynn no podía esperar a ver lo que el futuro les deparaba.

La amistad, al final del día, siempre valía más que una broma.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora