Un favor enfermizo

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Mientras Lynn y Amelia seguían abrazadas en el sofá, la atmósfera era tranquila y cómoda, llena de risas y susurros. La tarde se deslizaba suavemente hacia la noche, y el cielo empezaba a teñirse de tonos naranja y rosa. El suave murmullo del viento y el canto lejano de los pájaros proporcionaban la banda sonora perfecta para su pequeño oasis de alegría.

“¿Sabes? Creo que deberíamos tener más tardes como esta,” dijo Lynn, mirando a Amelia con una expresión pensativa. “Sin preocupaciones, solo tú y yo… y un montón de maquillaje.”

Amelia sonrió. “Totalmente de acuerdo. Pero la próxima vez, tú serás la que se disfrace de algo. ¡Tal vez un unicornio o una princesa! Estoy segura de que lo harías increíblemente bien.”

Lynn hizo una mueca de desdén. “¿Un unicornio? ¡Eso es ridículo, princesa! Soy más como una guerrera o algo así. Nunca he sido la chica de los vestidos y las coronas.”

“¡Oh, vamos! Si te vistes de princesa, prometo no reírme demasiado,” Amelia dijo, riendo. “Podrías ser la princesa guerrera más genial de todas.”

“Sí, claro, con una espada y una diadema de gato,” respondió Lynn con sarcasmo, pero no pudo evitar reírse. “Suena a una gran historia de fantasía.”

Ambas continuaron bromeando y creando escenarios ridículos sobre lo que serían si tuvieran que disfrazarse. La conversación fluyó de manera natural, como si el tiempo no existiera. Hablaron de sus héroes de la infancia, de películas que habían visto juntas, e incluso de las veces que se habían disfrazado para Halloween, tratando de recordar lo que habían sido.

“Recuerdo cuando fui de bruja en quinto grado. Me encantaba volar en mi escoba imaginaria,” dijo Amelia con nostalgia.

“¡Yo fui una vampira! Pero me olvidé de ponerme los colmillos y terminé haciendo trucos de magia en lugar de asustar a alguien,” se rió Lynn.

“¡Eso es tan tú!” Amelia exclamó entre risas. “Siempre tan entusiasta. Pero eso es lo que me encanta de ti.”

Lynn sonrió y, por un momento, se sintió llena de alegría. Había algo en la forma en que Amelia la miraba que le hacía sentir única. Sus corazones estaban conectados en ese instante, y cada broma, cada risa, cada recuerdo compartido solo reforzaba lo que ya sabía: estaban destinadas a estar juntas.

“¿Qué te parece si hacemos una noche de películas este fin de semana? Podríamos ver algunas de nuestras películas de Halloween favoritas,” propuso Amelia, emocionada por la idea.

“¡Sí! Solo si prometes no elegir las peores películas de terror del mundo. La última vez casi me muero del miedo,” bromeó Lynn, haciéndose la valiente.

“Está bien, prometo no asustarte,” dijo Amelia, levantando la mano en señal de pacto. “Pero tengo que elegir al menos una película de terror. Necesito saber si sigues siendo una guerrera después de verla.”

“Esa es una amenaza seria,” Lynn bromeó, llevándose la mano al corazón de manera exagerada. “¿Y qué pasará si me asusto?”

Amelia le guiñó un ojo. “¡Entonces tendré que protegerte, por supuesto! Siempre seré tu caballero de brillante armadura.”

“Y yo seré tu guerrera,” respondió Lynn, sintiéndose más emocionada por la idea a medida que hablaban. “Esto va a ser épico.”

Ambas se quedaron en silencio por un momento, sintiendo la conexión entre ellas. Lynn se dio cuenta de que Amelia siempre sabía cómo hacer que se sintiera mejor, cómo traer luz incluso en sus días más oscuros.

“Sabes, me encanta pasar tiempo contigo,” dijo Lynn de repente, con sinceridad en su voz. “Me haces sentir… feliz. Nunca pensé que podría sentirme así con alguien.”

Amelia se sonrojó levemente, sonriendo de forma tímida. “Lo mismo digo, Lynn. Nunca pensé que encontraría a alguien como tú. Eres realmente especial para mí.”

En ese momento, todo el mundo exterior desapareció. Lynn se inclinó hacia adelante, sus labios rozando suavemente los de Amelia. Fue un beso suave, lleno de ternura, y ambas se sonrieron cuando se separaron, sintiendo que el mundo se había vuelto un lugar mejor.

“Dios, tengo que aprender a no distraerme tanto,” murmuro Lynn, riendo para romper la tensión. “O nos quedaremos aquí todo el día.”

“Podría estar bien,” Amelia respondió, sintiéndose como si estuviera flotando. “Pero tenemos que hacer algo más.”

En ese instante, el teléfono de Amelia sonó, interrumpiendo su burbuja de felicidad. Al ver la pantalla, se dio cuenta de que era su mamá. Contestó, sintiendo un ligero tirón de preocupación en el estómago.

“Hola, mamá,” dijo, mientras Lynn trataba de escuchar en silencio. “¿Todo bien?”

“Hola, querida. Solo quería saber si estás bien y cómo te sientes. He estado pensando en ti,” respondió su mamá con voz cariñosa. “Y recuerda, por favor, tómate la medicina que te dejé. Es importante.”

Amelia asintió, aunque no podía evitar un ligero suspiro. “Sí, lo sé. Estoy bien, solo estoy con Lynn. Pasando un buen rato.”

“Me alegra escucharlo. Mantente cuidada y, por favor, no te olvides de lo que hablamos sobre la medicina,” su mamá insistió, antes de despedirse.

Amelia colgó y miró a Lynn, que la miraba con curiosidad. “¿Todo bien?”

“Sí, solo… ya sabes, la medicina,” respondió Amelia, un poco desanimada.

“¿Todavía te molesta eso?” Lynn le preguntó, preocupada. Sabía que Amelia era un poco renuente a tomar medicamentos.

“Solo un poco. No me gusta, pero sé que es necesario,” admitió Amelia, jugando nerviosamente con los dedos.

“¿Y si hago un trato contigo?” sugirió Lynn, intentando animarla. “Si tomas la medicina, puedo hacer otra transformación de maquillaje en ti. Prometo que será algo increíble.”

“¿Me vas a convertir en un monstruo o algo así?” Amelia le preguntó con escepticismo, pero también con una chispa de interés.

“¡No! Solo un poco más… interesante,” Lynn sonrió de manera traviesa, su mirada llena de picardía. “Un maquillaje fabuloso y una diadema de algo ridículo.”

“Hmm… eso suena tentador,” dijo Amelia, considerando la idea. “Solo si no me haces parecer un payaso.”

“Trato hecho. Solo confía en mí,” Lynn prometió, entre risas.

Finalmente, tras algunas charlas más y risas, Amelia decidió que tomar la medicina no sería tan malo si Lynn estaba allí para animarla. Al fin y al cabo, había hecho un pacto divertido.

Con un profundo suspiro, se levantó del sofá. “Está bien, vamos a hacer esto. Pero no quiero oír ninguna broma sobre esto después, ¿entendido?”

“Entendido, princesa,” respondió Lynn con una sonrisa. “Voy a estar aquí, lista para animarte.”

Amelia sonrió mientras se dirigía a la cocina, sintiéndose un poco más confiada con Lynn a su lado. Así, las dos chicas se dirigieron juntas a la cocina, listas para enfrentar lo que fuera necesario, sabiendo que no estaban solas.

Mientras tanto, el resto de la tarde se desarrolló en un ambiente más ligero. Amelia tomó su medicina, prometiendo que lo haría para poder disfrutar de más momentos divertidos con Lynn. Ambas chicas se sentaron de nuevo en el sofá, llenas de energía, listas para pasar el tiempo con juegos y más risas, sintiendo que cada pequeño momento compartido era un paso más en su relación.

Ambas sabían que juntos, podían superar cualquier cosa, incluso la medicina más amarga. La tarde se deslizaba suavemente hacia la noche, llenando la habitación de un ambiente cálido, lleno de risas y cariño.

Princesa, estoy contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora